El Abierto de Australia, primer Gran Slam de la temporada, vivirá mañana la final con la que todos los aficionados soñaban. Un encuentro único y especial en el que volverán a medirse con un título de por medio el suizo Roger Federer y el español Rafa Nadal, que completó el sueño de muchos aficionados al derrotar a Grigor Dimitrov en un épico envite por 6-3, 5-7, 7-6 (5) 6-7 (4) y 6-4.

Nadal y Federer se verán por segunda vez las caras en la final del Abierto de Australia. La primera fue en 2009, en un duelo que acabó con el suizo llorando por no poder superar la marca de Pete Sampras en los Gran Slams (14 entorchados). Circunstancia que, en su vigésimo primera final en un grande, tendrá ocasión de batir mañana el español.

Como en aquel año, en el que Rafa se convirtió en el primer español en ganar en Melbourne, el manacorí accedió a la final tras un duelo agotador. Su enfrentamiento con Dimitrov se alargó durante cuatro horas y 56 minutos (más de media hora sobre aquel gran choque con Verdasco de 2009). Y es que, el búlgaro, llevó a su rival hasta el límite demostrando su virtuosismo y obligándole a tirar de coraje en un quinto set en el que tuvo un 4-3 a su favor con dos bolas de rotura.

Sin embargo, como en rondas anteriores, Nadal demostró que ha vuelto a ser aquel que brillaba frente a la red. Ese que puede luchar indefinidamente por cada bola y que, en las situaciones más adversas, se hace con los puntos gracias a su fortaleza mental y fé en sus posibilidades.

Nadal comenzó con buen pie el encuentro, ganando el primer set con cierta claridad, pero Dimitrov no se vino abajo y opuso gran resistencia en las siguientes mangas con su fenomenal saque.

El balear no pudo evitar ceder el segundo set y, en los dos siguientes, fue el "tie-break" quien decidió el ganador con igualdad en esta suerte. Primero Nadal se adelantó en el tanteo y, después, el búlgaro llevó el choque al quinto y definitivo set.

Una vez en esta manga, Dimitrov se veía fuerte y con el triunfo en la mano pero Nadal, con los arrestos de siempre y su calma en las más difíciles situaciones, salvó dos bolas de break en el momento clave. Circunstancia que hizo mella en su rival, que acabaría cediendo su saque y, finalmente, el partido.

Con este triunfo, Nadal cerraba la final soñada por todo aficionado tras las prematuras eliminaciones de Murray y Djokovic. Un envite contra Federer que es el "clásico" del tenis mundial de las últimas décadas y que el español no pudo evitar calificar como "especial". "Es especial jugar de nuevo con Roger una final de "Grand Slam", no puedo mentir. Es emocionante para ambos que estuvimos peleando en torneos importantes", como lo harán mañana tras recuperarse de largas lesiones y recuperar su sello ganador.