El empate logrado en el último suspiro en Wembley ante Inglaterra permite a Julen Lopetegui cerrar el 2016 con la condición de invicto al frente de la selección española con un balance de cuatro victorias (Bélgica, Liechtenstein, Albania y Macedonia) y dos empates (Italia e Inglaterra); con un balance de 19 goles a favor y tres en contra. A Lopetegui no se le pueden discutir los números, pero sí el juego del equipo; la falta de fluidez y de pegada en los metros finales. El empate ante Inglaterra dejó varias cuestiones abiertas, la más importante el error de sistema inicial. No duró ni media hora pero hizo suficiente daño la apuesta táctica de comienzo de partido. En Albania ya jugó España con defensa de tres, pero las piezas no eran las mismas. Ante Inglaterra y en Wembley fue un planteamiento osado de Lopetegui, una prueba para ser dominador en un gran escenario que no le salió bien. Los amistosos están para este tipo de probaturas pero el perfil de una defensa con bajas claves, no era el idóneo para retocar un dibujo con el que España lo ganó todo. Lo hizo con nueve o falso delantero, pero nunca quitando un defensa para dejar línea de tres y aumentar el factor riesgo.

Inconsistencia defensiva. Si algo ha quedado claro en los dos últimos partidos, en el clasificatoria para el Mundial de 2018 ante ante Macedonia y en el amistoso del martes frente a Inglaterra, es que Sergio Ramos y Gerard Piqué son los líderes de la defensa de la Roja y que la diferencia de nivel con los que vienen por detrás es abismal. España sufre un déficit de centrales. Asoman por la sub-21 jóvenes perlas que apuntan alto, como Vallejo o el asturiano Jorge Meré, pero en la absoluta Lopetegui no tiene mucho donde elegir. Inferioridad en el juego aéreo en Granada y nerviosismo con errores graves en salida de balón y marcajes en Londres, marcaron los dos partidos sin los referentes en el centro de la defensa.

Irregularidad de Thiago. La posición del jugador del Bayern es clave para el éxito de España, como en la época dorada era la figura de Xavi Hernández. Thiago es capaz de firmar un gran encuentro (Granada) y tres días después cometer errores imperdonables para un creador de juego. En Wembley perdió balones en la salida de balón que cuestan goles, que cogen al equipo descolocado y con pocas opciones de repliegue. Ese riesgo en zonas peligrosas ha sido el punto más atacado a un jugador que, posiblemente, sea el que más calidad técnica tenga en toda la selección española junto a David Silva o Isco. Al liderazgo que ya recibe de Lopetegui, le debe ir añadiendo madurez en la toma de decisiones.

Bajas difíciles de cubrir. Desde que dio la convocatoria, Lopetegui mandó mensajes positivos para dar confianza a los sustitutos de jugadores titulares indiscutibles que no estarían ante Macedonia ni Inglaterra. Jugar sin Ramos, Piqué, Alba, Iniesta y Diego Costa pasa factura. El seleccionador saca conclusiones como la irrupción con fuerza de Iago Aspas, el asentamiento de una figura en el once como Vitolo o la polivalencia de Nacho, pero también apunta errores que a punto estuvieron de costarle su primera derrota en el sexto partido que dirige.

Si estas cuestiones hay que apuntarlas en el debe de la selección, también hay otras que anotar en su haber, como la reacción plena de orgullo a pesar de tratarse de un encuentro amistosos, o el efecto positivo de los cambios. La entrada de Morata e Isco, dos jugadores acostumbrados a hacer de revulsivos en el Real Madrid, junto a la de Iago Aspas cambiaron la cara de la Roja. Aspas -otro candidato al "9" de la selección- contagió con sus ganas y tuvo el debut soñado con un magnífico gol, en tanto Isco supo moverse entre líneas y no sólo firmó el tanto del empate sino que minutos antes ya pudo haber conseguido el 2-2.