Cuéllar irrumpió el lunes en el mundillo de los medios de comunicación enarbolando la bandera de la solidaridad, de la profesionalidad, de la ética y de innumerables virtudes más que él debe de atesorar como persona preocupada por el sufrimiento de los demás y por el papel que los medios de comunicación deben desempeñar en el mundo actual.

Un jugador de fútbol experimentado y buen conocedor de los medios llega a la sala de prensa de Mareo y se despacha a gusto contra un profesional con el que convive día a día pero que ha pasado a convertirse en un ser deplorable tras cometer un error -como mucho- en el que también los futbolistas, y más los porteros de fútbol, pueden fácilmente incurrir en su vertiginosa tarea diaria. El cancerbero extremeño toma la palabra para defenderse "de una acusación" que consiste en que el medio en cuestión destaca su actitud al recriminar a la afición coruñesa el desprecio en forma de abucheo con el que fueron recibidos los jugadores del Sporting en La Coruña.

Pues bien, a Cuéllar le molesta que se destaque esta actitud que le honraría, porque según él asegura, no fue tal sino una muestra de preocupación por una persona que estaba sufriendo un ataque epiléptico en medio de la afición coruñesa. Rodeado por el gentío, el periodista que graba el vídeo en cuestión no puede ver desde donde él está situado lo que le está ocurriendo a esa persona con problemas. Y cuando se le coloca un pie informativo a la grabación, se produce un error al que cualquier persona está sometida en el ejercicio de su profesión. Un error que fue rectificando en cuanto se descubrió.

El señor Cuéllar aprovecha la oportunidad que le da el controvertido vídeo para erigirse en defensor de los enfermos de epilepsia del mundo, mostrando "urbi et orbi" su enorme preocupación por el caso aunque, eso sí, ni siquiera se acercó a interesarse por lo que le estaba sucediendo a esa persona y continuó su marcha tan pancho. Asegura que con el gesto de su cara que se refleja en las imágenes se preocupa por una persona. Escaso esfuerzo si de verdad existía tal preocupación. Es más, estoy convencido de que, de no ser por el dichoso vídeo, seguramente ni se volvería a acordar de lo que había ocurrido.

Cuéllar se queda tan a gusto acusando a los periodistas de "jugar con la salud de una persona". ¿De verdad se cree lo que ha dicho? Y su furor se incrementa calificando al periodista en cuestión de "idiota" e "hijo de puta" por haber cometido un error por el que no se le da la oportunidad de explicarse siquiera.

Periodistas y futbolistas mantenemos una relación permanente en la que cada uno jugamos nuestro papel, pero no es conveniente ni que los periodistas nos calcemos las botas para intentar meter o evitar goles, ni tampoco los jugadores suelen salir airosos cuando se dedican a calificar la actuación profesional de los informadores. No creo que el señor Cuéllar haya tenido que aguantar en los medios calificativos como el de "idiota" u otros peores cuando ha cometido errores en el ejercicio de su profesión de futbolista.