J. M. M.

Fernando Alonso ofreció ayer en Marina Bay una nueva clase magistral de cómo gestionar una salida. Noveno en la parrilla, el bicampeón ovetense se abrió a la derecha en cuanto se apagó el semáforo aprovechando toda la anchura de la pista y ello le permitió no solo adelantar al Toro Rosso del ruso Kvyat (séptimo) sino también eludir el atasco originado por el patinazo en la arrancada de Max Verstappen (cuarto) y que tuvo como principal consecuencia que Carlos Sainz (sexto) embistiera al Force India de Nico Hulkenberg (octavo) al intentar evitar al Red Bull del holandés. El asturiano, así, se colocaba en un pis-pas en la quinta plaza por detrás de los Mercedes de Rosberg y Hamilton, del Red Bull de Ricciardo y del Ferrari de Raikkonen. Casi nada.

Empezaba entonces para Alonso una aventura de 60 giros y dos horas de duración en la que intentar sacar el máximo con lo mínimo. Le ayudó en su defensa el revirado circuito de Singapur, en el que fue el primer ganador en 2008 y donde repetiría triunfo en 2010, aunque poco pudo hacer cuando a su rebufo se colocaron el Ferrari de Vettel o el Red Bull de Verstappen.

Pero ya se sabe que Mercedes, Red Bull y Ferrari juegan en otra categoría. En la suya, en la batalla con los Toro Rosso, los Williams o los Force India, el ganador fue el asturiano, que lograba ese séptimo puesto que es el primero "entre los mortales".

"El equipo ha hecho una buena estrategia y ha salido bien porque el séptimo puesto está por encima de las expectativas", comentaba tras la carrera un Fernando Alonso que en Marina Bay finalizaba por quinta ocasión esta tempaorada en los puntos (quinto en en GP de Montecarlo, sexto en Rusia y séptimo en Hungría, Bélgica y Singapur) y que ya suma dos tercios justos de los puntos totales logrados por McLaren-Honda: 36 el asturiano por los 17 de Jenson Button y el sumado en Australia por el alemán Pascal Wehrlein, quien será su compañero el próximo año cuando sustituya al piloto británico.