Fernando Santos está a un paso de llevar al Olimpo del fútbol europeo a la selección de Portugal con la misma afabilidad y sencillez con la que se relaciona con sus jugadores.

Santos (Lisboa, 1954) es un entrenador contracorriente en muchos aspectos. No se da mucha importancia, ni atosiga a sus jugadores con soflamas incendiarias, ni tampoco se considera un visionario táctico. Es realista y pragmático, y también ambicioso. "Portugal no es favorito, pero tiene todas las condiciones y la obligación de luchar por el título", comenta.

Su forma campechana ha cautivado a los portugueses, empezando por los jugadores. A pesar de que su currículum no es el de Mourinho, se ha ganado el respeto de las estrellas millonarias del combinado de "las quinas" empezando por su capitán Cristiano Ronaldo. "Es fundamental llegar a tus jugadores mentalmente, ser un conductor del grupo", defiende.

En su larga carrera entrenó a los tres grandes de Portugal (Benfica, Oporto y Sporting), además del Estoril y el Estrela de Amadora. En Grecia, su segunda casa, dirigió al AEK Atenas, Panathinaikos y PAOK de Salónica, y estuvo al frente de la selección helena entre 2011 y 2014, a la que clasificó para la Eurocopa de 2012 -cayó en los cuartos ante Alemania- y el Mundial de 2014 (derrotada en octavos en los penaltis por Costa Rica).

El mayor trofeo que ha cosechado como entrenador fue la Liga de Portugal que ganó en 1999 con el Oporto. Ahora, a los 61 años y sin hacer ruido, está a las puertas de vencer un gran torneo internacional.

La visión pragmática de su fútbol no encaja con los puristas del juego de posesión de la época de Luis Figo y Rui Costa. Para él, lo importante es "adaptarte a los jugadores que tienes. Ni queremos ni podemos jugar como España", incide. Por elo no le importa ceder el balón, ni atrincherarse en el área si es necesario. Pero siempre atentos a enviar un balón largo para Cristiano Ronaldo o Nani.

Ingeniero eléctrico de profesión, casado y con dos hijos, Santos se dedicó al fútbol profesional, pero se retiró muy pronto, a los 21 años. "No es necesario haber sido un gran jugador para ser un gran entrenador. Dime cuántos futbolistas top han sido entrenadores top. Son la excepción", se defiende.

Hoy regresa a Saint Denis, el mismo estadio en el que debutó como seleccionador el 11 de octubre de 2014 ante la propia Francia. Esta vez no se trata de un amistoso, sino de la final continental. "En la charla que les di hace casi dos años les dije que nuestro objetivo era regresar a este estadio el 10 de julio. Y así ha sido. Y vamos a pelar por ganar".