A sus 29 años, Dimitri Payet sintió lo que es tener todo un país a su espalda. Sufría Francia un estreno descorazonador cuando Payet, que había jugado un partido espléndido, lo cambió todo con un zurdazo colosal, que se coló por toda la escuadra derecha de la portería rumana. Dos minutos después, con Saint Denis a sus pies, apenas pudo contener las lágrimas camino del banquillo. Apagado Griezmann, discreto Pogba, intermitente Matuidi, los primeros focos de la Eurocopa fueron para este mediapunta del West Ham. Su golazo frustró a una brava Rumanía, que desmintió su condición de telonera. Fue un gran rival, que no se limitó a esperar las cargas locales. Ni siquiera se conformó con el empate. Pero, evidentemente, le falta un Payet.

Como suele ocurrir con los partidos inaugurales, los pronósticos sirvieron para bien poco. Rumanía se ganó fama de hueso en la fase de clasificación y no se sintió extraño en la fiesta francesa. Planteó batalla en el centro del campo y se atrevió a buscar el área de Lloris, aunque Florin Andone se vio demasiado desasistido. Una prolongación del delantero del Córdoba en un córner puso a Stancu mano a mano con Lloris, pero el "19" rumano remató al muñeco. Repuestos del sustos, los aficionados "bleus" entendieron que sus jugadores necesitaban apoyo.

Gracias a Pogba y, sobre todo, a Payet, a partir del cuarto de hora el partido giró hacia donde se suponía. El físico de los centrocampistas franceses empezó a erosionar el orden y la solidez de sus rivales. Griezmann, con escasa incidencia en el juego cuando arrancaba por la derecha, se buscó la vida en el área. Y así alcanzó dos balones de gol: el primero acabó en el palo, tras un cabezazo cercarno, y el segundo se perdió junto al poste, por un palmo, tras rozar en la bota de Sapunaru, de forma tan imperceptible que el árbitro no señaló el córner.

Payet, que había justificado la confianza de Deschamps, se adueñó del partido en el segundo tiempo. Su talento, salpicado de velocidad y atrevimiento, abrió brecha en la defensa rumana.

La ansiedad de los jugadores franceses se palpaba según avanzaba el reloj hacia el minuto 90. Ni siquiera el empate parecía garantizado porque Rumanía no renunciaba a nada. Deschamps apostó por dos de sus jóvenes estrellas, Coman y Martial, como revulsivos. Pero el gran acierto del técnico fue dejar en el campo a Payet, con menos nombre que Pogba o Griezmann, pero destinado a dejar huella. Y vaya si lo consiguió. Su chupinazo le eleva entre los grandes.