Venía el Madrid de Malmö, ciudad eurovisiva, de jugar a "modo pachanga". Son esos viajes de otoño que se montan en la Liga de Campeones que, dependiendo dónde toque, pueden convertirse en auténticas excursiones de invierno. No jugó fino ese día, pero se consiguió el "objetivo Benítez", que es que no "mojen" los contrarios. El gol a favor vendrá por su propia naturaleza, debe pensar el técnico. Y ya vimos lo ocurrido ayer en el Calderón.

También está siendo fundamental en esto del "cero de Benítez" el sistema defensivo, aunque, al final, estas cosas de los sistemas no dejan de ser asuntos teóricos. Y, en fútbol, la teoría es como si un trapecista circense sale a hacer sus números con unas cuantas lecciones tomadas en un libro de texto: "¿Cómo mantener el equilibrio?, ¿cómo quedarse boca abajo enganchado de la barra con las piernas?". No. Esto tiene que ver con la práctica absoluta; y el fútbol, con el día que tenga cada jugador. Así pues, lo del sistema defensivo es cuestión, entre otros motivos, de que el portero pare los cuatro tiros claves que le llegan (si le llegan) en cada partido. Y ya vimos lo de ayer. El caso es que el derbi llegó tras perder el equipo guay, aunque los cardenales del análisis le pusieron paños calientes a tal derrota, algo inédito en este Madrid con todo quisqui en contra (incluidos aire y moneda), al que los paños que le sirven son fríos y cargados de mala baba. Así pues, cuando palman los guays, resulta que también son los mejores palmando, y, si se ponen manos a la obra para hacer contraataque, en su caso no es de equipo menor, son "resoluciones tácticas momentáneas adquiridas desde la base, puro ADN". Bueno, vale. Si lo dicen los gurús, nada que objetar. Por lo tanto, la conclusión es que el Madrid siempre es un desastre, gane o pierda, juegue al futbolín del toque, a la contra o "al patadón pa'lante". Ya se vio, también, tras lo de ayer en el Manzanares.

Al final, lo mejor será hacer un curso de "guaysmo" (mundo guay). La matrícula es cara, pero hay becas. De todos modos es posible que los merengues nunca acabaran tal graduación. No le va al club, no le cuadra la hipocresía, ni fina ni en grandes dosis. Así pues, habrá que seguir tirando millas una vez pasado este derbi de tensiones.