Mientras el plantel de la Roja gozaba ayer en Lille de una especialmente merecida jornada de descanso, la España baloncestística (5,7 millones vieron la prórroga por televisión) seguía relamiéndose de la victoria lograda la víspera ante una Francia incapaz de digerir la derrota y que en lugar de reconocer los errores de su bancada optaba por culpar a los árbitros de su fracaso.

España ganó porque, empujada por Pau Gasol, nunca se dio por vencida, y Francia perdió porque, lastrada por Toni Parker, nunca se creyó derrotada. Gasol, sí, tuvo una influencia enorme en la victoria de los de un Sergio Scariolo que supo administrar con tino sus recursos desde el banquillo, pero no mayor que la que tuvo Parker en la derrota de Francia.

Gasol no ganó él solo a Francia, pero sí lideró al grupo con una actuación difícilmente calificable: 40 puntos (la mitad de los 80 de España), 11 rebotes (uno de cada cuatro fueron suyos), !52 de valoración!, tantos como los galos en total, y, sobre todo, una lección de madurez en los momentos importantes como pocas veces antes se había visto en el parqué. Aquel mate brutal tras romper la cintura de Pietrus arrancando desde el lateral derecho de la zona francesa, o el gancho siguiente de seda ante la envergadura descomunal (2,36) de Gobert que significaba el 62-61 y cerraba un parcial de 10-0 para España podrían ser elegidos para las mejores canastas de la historia de la selección, pero al margen momentos puntuales habría que destacara su dominio de la tensión: 16 de 18 tiros libres convertidos, un espectacular 89%.

Parker no perdió el solo el partido, pero ayudó y mucho a ello: se le encogió el brazo en la prórroga. El influjo de los 26.922 aficionados que abarrotaron las gradas del estadio Pierre Mauroy de Lille (récord de asistencia en un partido de baloncesto disputado en Europa) tuvo un efecto negativo. Los jugadores franceses acusaron la presión como les había pasado a los españoles un año antes en Madrid cuando caían ante los galos en los cuartos de final del Mundial. Parker se arrugó ante Gasol, pero no fue el único al que le tembló el pulso: entre el base de San Antonio, Batum y Diaw fallaron seis de los nueve tiros libres que lanzaron en la prórroga, España acertó con los cuatro suyos (dos de Rudy y otros dos de Pau).

Un tiempo muerto en el que Gasol cerró por todo lo alto una (sino la mejor) de sus actuaciones con España. El pivot demostró que, hoy por hoy, ningún otro jugador tiene tanta importancia en el viejo continente, como demuestran que ya sea el máximo anotador y taponador del Eurobasket, estando también cerca de convertirse en el MVP del torneo.Ningún otro jugador de las 24 selecciones del campeonato tiene tanta trascendencia en su equipo, en el juego, en el partido.

Los 25.6 puntos por encuentro que ha anotado le hacen ser, de lejos, el jugador más determinante de entre la constelación de estrellas que se han dado cita en Francia, donde también figura en el "top 5" en apartados como rebotes o lanzamientos anotados. Aunque sea en los intangibles, donde Pau adquiere una dimensión sideral.

Liderazgo, personalidad, compromiso, esfuerzo, motivación, entrega, generosidad. Cualidades que a sus 35 años le han convertido en rey de Europa, en el líder de un equipo que pese a tener menos calidad que otros años cree y juega para su estrella. Una España aguerrida e incansable que ha cumplido con casi todos sus objetivos, aunque les queda la medalla de oro. Un éxito que con Pau Gasol I de Europa es posible.