"No está bailando, pero tampoco está preocupado. Está analizando tranquilamente lo sucedido". Así definía ayer Walter De Gregorio, responsable de comunicación de la FIFA, el estado de Joseph Blatter, el presidente del máximo organismo del fútbol, tras conocerse los nuevos escándalos de corrupción que llevaron a la detención de varios de los que fueron sus íntimos colaboradores en Centro y Sudamérica.

"Ni se va a posponer el Congreso ni la elección de presidente", aseguraba ayer De Gregorio pese a las voces que piden el aplazamiento de un proceso en el que la FIFA se juega lo último de su credibilidad.