A Ancelotti le ha acabado de matar su talante. Su virtud se ha convertido en su peor enemigo. Repasemos los hechos. El huracán post-Mourinho exigía un cambio de rumbo, un tipo con un carácter muy diferente al del portugués. La calma que sucede a la tempestad. Florentino Pérez percibió en Ancelotti más virtudes políticas que las meramente deportivas. De él se valoraba su facilidad para gestionar egos, juntar estrellas y, sobre todo, lidiar con los mandamases. Abramovich y Berlusconi como puntos fuertes de su currículum. La capacidad de tratar con Florentino le abrió las puertas del Madrid y ha terminado por cerrarle el éxito en su segunda temporada.

Porque al Madrid le ha faltado, sobre todo, el centro del campo que Florentino le ha negado. Di María salió en verano camino de la libra y Ancelotti no se quejó. Se fue Alonso en el último tramo de la pretemporada y el italiano mantuvo la sonrisa. Se quedaron Illarra y Khedira y nadie protestó. Tampoco tras el fichaje de Lucas Silva. Ancelotti cedió a los deseos de Florentino. Había funcionado el primer año, Décima como símbolo, ¿por qué cambiar?

Y parte de la temporada también ha funcionado, hay que ser justos. El Madrid de este año ha brillado por momentos, récord histórico de victorias (22) y un par de títulos menores (Supercopa de Europa y Mundialito) incluidos. Ancelotti repitió fórmula y se quedó a un par de meses de encadenar otro triunfo. Para el Madrid, el límite que separa el éxito del fracaso es extremadamente fino.

La plantilla más cara del mundo se quedó sin Modric y se desmoronó el castillo de naipes. La falta de planificación es evidente. La lesión del croata sirvió para acelerar los síntomas. Entre los méritos de Ancelotti figura el haber recompuesto un centro del campo asolado con mediaspuntas reconvertidos. Y concienciados. Entre los defectos, ceder a las decisiones empresariales y un defectuoso reparto de minutos entre sus gregarios.

Ahora Florentino se enfrenta a la duda que llega tras un fracaso. ¿Seguirá Ancelotti? No parece que el presidente tenga una hoja de ruta coherente en su historial de decisiones: se apoyó en Valdano para después contratar a Mourinho. El impulso es su forma de actuar. Dependerá en gran medida de la opinión de los socios en las última semanas, un aspecto que siempre ha tenido especialmente preocupado al presidente. Famosas son las encuestas del club a sus abonados.

La eliminación y la recta final de la temporada dejan otros sospechosos. Lo es Casillas, tras el escarnio público ante el Valencia. Empieza a estarlo Bale, indolente en Turín y desafinado en el Bernabeu. Al galés empiezan a pesarle más sus ausencias que su precio. A Pérez se le amontonan los asuntos sobre la mesa.

De la intervención de ayer de Florentino pocas cosas pueden sacarse en claro. En su discurso ambiguo hay espacio para cualquier interpretación. Pero viendo los precedentes, que nadie descarte que la primera decisión sea la vuelta de Morata. Y después, el media punta del momento. El Madrid necesita pivotes pero el presidente prefiere el fervor popular.