Entre los numerosos méritos atribuidos a Diego Simeone desde su llegada al banquillo del Atlético de Madrid se encuentra, y en un lugar preferente, la recuperación de la autoestima frente al poderoso vecino blanco. "Se busca rival digno para derbi decente", rezaba la pancarta que los Ultra Sur desplegaron en el Bernabeu al final del partido que disputaron los dos grandes madrileños en noviembre de 2011. En aquel momento se cumplían doce años sin victorias "colchoneras" y aún habría que esperar otros dos para que Simeone y su tropa cambiaran la tendencia.

El punto de inflexión llegó en el momento más inesperado. Después de tres derrotas más del Atlético en el inicio de la "era Simeone", el 17 de mayo de 2013 los rojiblancos dieron el golpe en la final de la Copa del Rey, disputada además en el campo del rival. Un gol de Miranda en la prórroga ponía fin a la etapa de Mourinho con un chasco tremendo y convencía a los rojiblancos de que se abría una nueva era. Y no sólo por las sensaciones, ya que desde entonces, en los once derbis disputados, el Atlético ha ganado cinco partidos, empatado tres y perdido otros tres.

Una de esas derrotas, de todas formas, pesa en el ánimo de los atléticos como una losa. El 24 de mayo de 2014 pudo haber sido una fecha gloriosa para el Atlético, que rozó en Lisboa la primera Copa de Europa de su historia. Pero, como había ocurrido cuarenta años antes en el estadio Heysel de Bruselas, en el descuento llegó el empate de Sergio Ramos, que dio paso a una prórroga que el Atlético afrontó con varios jugadores con problemas físicos.

Simeone y sus jugadores se rehicieron de forma admirable de aquel golpe, hasta el punto de que en los seis partidos siguientes ha ganado cuatro y empatado dos, lo que permitió al Atlético adjudicarse la Supercopa y seguir adelante en la Copa del Rey. Pero no habría revancha más dulce para los "colchoneros" que eliminar al eterno rival de la competición en la que encabezan el palmarés, con diez títulos. La oportunidad llega a partir de mañana con la eliminatoria de cuartos de final de la Liga de Campeones.

La afición madridista ha pasado del desprecio por el rival a la admiración por alguna de sus evidentes virtudes. Al final del Madrid-Éibar, desde el mismo fondo que exhibió la hiriente pancarta hace cuatro años surgió un grito pidiendo a sus jugadores la máxima entrega en el partido de mañana del Calderón. Ya nadie se toma los partidos contra el Atlético como un trámite en la casa blanca. Arbeloa reconoce los méritos del rival, pero advierte: "Sabemos por qué no hemos podido ganarles en los últimos seis partidos".

Como destacó el propio Arbeloa, el Madrid llega a la cita en mejores condiciones que en la última visita al Calderón, en Liga, que se saldó con un sonoro 4-0. Aquel día Ancelotti echó en falta a sus dos centrales, Pepe y Sergio Ramos, además del deficiente estado físico de algunos jugadores como Cristiano Ronaldo. Ahora el técnico tiene a toda la plantilla a su dispoción para encarrilar el pase a las semifinales, aunque con mayor carga de minutos que los hombres de Simeone. Siete madridistas llevan más de tres mil minutos en el campo, entre ellos jugadores tan importantes como Ronaldo, Kroos, Bale, Benzema y Marcelo.