A Miguel Ángel Violán (Barcelona, 18 de enero de 1959) le parece bien que le definan como guardiólogo, pero no como guardiolista, en el sentido de admiración ciega por el entrenador. Porque tanto en su primer libro, "El método Guardiola", como en el que presentó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, "Herr Guardiola", también explora en las zonas oscuras del personaje. Violán, que ayer impartió un seminario en la Facultad de Turismo de la Universidad de Oviedo, es formador de comunicadores, conferenciante y escritor sobre fútbol y valores de empresa.

-¿Por qué guardiólogo?

-En su etapa final en el Barça me llamaban vieron que solía acertar en los juicios que emitía sobre él. Lo conseguía tanto por el conocimiento que tenía de Guardiola como por el lenguaje gestual. Muchas veces no analizaba lo que decía Pep, sino cómo lo decía. Lo más sonoro fue acertar que no renovaría cuando todo el mundo aseguraba que lo haría. Por eso me tildaron como el guardiólogo de guardia. Soy partidario de Guardiola, lo aplaudo, pero en mis libros no ejerzo de guardiolista, sino de guardiólogo. Analizo y si algo no me gusta, lo cuento.

-¿Cuando empieza este seguimiento?

-En su primera rueda de prensa, sus mensajes me generaron unas vibraciones muy positivas. Me dije que era más que un entrenador, un dirigente de personas. De ahí "El método Guardiola", que tuvo mucha resonancia. No hablo sólo del fútbol como deporte, sino de aspectos relacionables con el mundo de la empresa. Me interesa mucho la psicología de la motivación en la alta competición, por qué unos ganan y otros no. Además ejerzo como "coach", lo fui de Jorge Lorenzo y lo soy ahora de alumnos de master. Me interesa mucho cómo hacer que una persona trabaje más a gusto y mejor.

-¿En qué se basa el método de Guardiola?

-Destaca por su gran sentido común. Invierte mucho tiempo en ilusionar a la persona. Llega, entre comillas, al enamoramiento. Y esto lo ha conseguido ahora en el Bayern. Hace que gente que ya es buena sea buenísima. El problema es que te lleva siempre al límite. Por saturación la gente se acaba cansando. Cuando se gestiona gente de mucho talento hay unos egos difícilmente gobernables. Es lo que ha pasado con Messi y Luis Enrique. No es que Messi sea despótico o una mala persona, pero tiene un gran ego. Es el número uno del mundo y si algo no le gusta tiene su manera de plantear la reivindicación. Gestionar los egos es dificilísimo y Guardiola lo hizo muy bien.

-¿Qué pasó en 2012?

-Una serie de cosas. Guardiola tuvo varios capítulos de incidencias con Messi, pero consiguió blindar muy bien el vestuario y salió poca información. Llegó un momento en que Guardiola no se vio capaz de enderezar el nuevo rumbo de Messi, que se había vuelto más quisquilloso y exigente. Guardiola vio que no iba a funcionar en el futuro. Así que prefirió irse, también por cansancio personal.

-¿Cómo surge la idea del segundo libro?

-Hablo alemán, estudié en el Instituto alemán de Barcelona y como universitario estudié en Munich. Era un reencuentro con la cultura alemana. Hice un blog en Mundo Deportivo y sobre eso, retocado y ampliado, salió el libro. Estuve en las ruedas de prensa, pero no tuve encuentros personales ni acceso al vestuario. Me fue denegado por su adjunto de comunicación, Manuel Estiarte. Hablando con los colegas alemanes y con personas de su entorno tuve acceso a información.

-¿El de Munich es un Guardiola diferente?

-Es un Guardiola que evoluciona, que ha hecho un gran esfuerzo de integración cultural, hablando la lengua con gran soltura en poco tiempo. Vi su evolución, cómo la cultura alemana le iba influyendo, seguí todo lo que se publicaba sobre él y puse mi capacidad de análisis para hacer esta crónica de su primer año.

-¿La parte futbolística?

-Integro las dos cosas. Por ejemplo, describo cómo gestionó el fracaso del 0-4 contra el Madrid. En la crónica sociológica explicó cómo es la vida en Alemania y cómo Pep se adapta a ese mundo. Analicé, premonitoriamente, el papel de embajador sobre reivindicaciones nacionalistas catalanas que Pep tendría en Alemania. Mi libro va dirigido a un público generalista, muy especialmente a directivos que quiera ver en el fútbol cosas que pasan en el día a día de la empresa.

-¿Cómo ve su futuro en el Bayern?

-En el libro digo que triunfará y que cumplirá sus cuatro años pactados. La primera temporada fue buena, pero no perfecta porque el Bayern siempre quiere ganar la Liga de Campeones. Yo creo que este año lo puede conseguir. Quizá esté en Munich una quinta temporada, por la educación de sus hijos, y después se tomará un nuevo año sabático. Lo más probable es que intente desembarcar en la Premier, en un equipo de primera fila que no esté al albur de los caprichos de un jeque árabe. Luego, arriesgando un poco, yo creo que con 50 o 51 años hará un cambio radical: dejará de entrenar y accederá a una secretaría ejecutiva de una gran entidad deportiva. Podría ser el Ferran Adrià del fútbol: dedicarse a la investigación futbolística y, eventualmente, crear una Masía-2, un centro para formar formadores. Con la experiencia acumulada y lo que le gusta innovar sería un Ferran Adrià. Me lo imagino encerrado con sus vídeos e informes para encontrar sus momentos mágicos y lograr ventaja competitiva ante un determinado rival. Lo veo en el mundo de la academia, montando algo de investigación futbolística.

-¿Guardola es un genio?

-Es genial en algunas facetas, pero también algunos aspectos vulgares. Comete errores gordos por falta de autoconfianza. Es una sorpresa que me he llevado en Alemania. En audaz, por ejemplo en el estilo de juego, pero en otros aspectos es una persona muy dubitativa, muy sufridora y con un perfeccionismo obsesivo. Hay un Guardiola Premium, que deslumbra, y un Guardiola "low cost", que descubrí en Munich.

-¿Qué opina de su alejamiento de Tito Vilanova?

-No conozco todos los detalles, pero mi conclusión es que Guardiola no estuvo a la altura de las circunstancias. Si le das un valor grande a la palabra amistad y estás en Nueva York, a pocas manzanas de una persona con una enfermedad terrible, no puedes tener ego. Fue muy duro y, por lo que yo sé, no ejemplar.

-¿Y su defensa de Qatar?

-Opta por el dinero. También porque es muy de los suyos. Si entras en su círculo te lo da todo. Y Qatar, cuando dejó de ser jugador, se portó muy bien con él. Eso Guardiola no lo olvida. Guardiola es millonario. No lo digo como una crítica, pero cuando uno es millonario, la vida te cambia.