El lanzador de peso malagueño Borja Vivas, de físico rotundo (2,03 metros de estatura, 140 kilos de peso), llevaba diez años como gran promesa del atletismo español, durante mucho tiempo condenado a vivir a la sombra del plusmarquista nacional, Manuel Martínez.

Sólo un año después de que el leonés asumiera la responsabilidad del sector de lanzamientos en la Federación Española, Vivas se ha consagrado entre los realmente grandes de la especialidad con su primera medalla internacional: plata en los campeonatos de Europa.

El malagueño dio al equipo español la primera medalla en Zúrich y se dio el lujo de subir al podio entre los dos más grandes de la especialidad: el alemán David Storl, campeón mundial, y el polaco Tomasz Majewski, campeón olímpico.

El propio Borja, siempre modesto y ponderado en sus criterios, achaca los grandes progresos que ha hecho este año a la pura sucesión de años de entrenamiento, a la rutinaria concatenación de sesiones de trabajo pegándose con la técnica y la bola de siete kilos.

El éxito le ha llegado con 30 años, a punto de enfilar el último tramo de su carrera. "Ya me tocaba", ha dicho, como si las medallas llegaran por simple reiteración de gestos. "Bueno, también ha cambiado la mentalidad", advirtió después, tal vez poniendo el dedo en la llaga de la verdadera causa que ha retrasado tanto su explosión.

En sólo dos semanas su carrera deportiva ha experimentado un salto cualitativo. En los nacionales de Alcobendas irrumpió en el selecto club de los 21 metros con un lanzamiento de 21,07 metros que, asegura, ni él mismo se creía. Ahora, a la marca le ha sumado el resultado en alta competición internacional.

Por la mañana se le vio radiante. Soñaba con meterse en la final de un solo tiro y lo consiguió (20,53). "Por primera vez soy feliz después de una calificación. Me he quitado un gran peso de encima. Tengo 30 años, han sido muchas las competiciones que no me salieron bien y merecía esto".

Y eso que lo mejor estaba por llegar. Once horas después se consagró entre los mejores, que era su objetivo en estos campeonatos, más que la medalla, según dijo a EFE al llegar a Zúrich.

Los Europeos son la única gran competición en la que Borja se ha metido en la final, y por dos veces: décimo en Barcelona 2010, séptimo en Helsinki 2012. En Juegos Olímpicos y Mundiales nunca ha superado la ronda de clasificación. Sus únicas medallas proceden de competiciones menores como Iberoamericanos (oro en Iquique 2008, plata en Ponde 2006) y Mediterráneos (oro en Mersin 2013).

El discípulo de Tomás Fernández ha llegado al grupo de los grandes, y no solo por razón del físico, en el estadio emblemático de Letzigrund. ¿Será para quedarse?