Martín Ramos continúa engrandeciendo su leyenda como montañero tras protagonizar otra ascensión impecable a un "ocho mil", uno de los más difíciles en el que falló hace dos años por una avalancha de nieve que casi le cuesta la vida, pero ahora ha salido airoso junto a su inseparable Jorge Egocheaga. El asturiano cumplía con el Kangchen los catorce "ochomiles" lo que parece abrir una nueva etapa en la carrera de ambos como himalayistas aunque ninguno de los dos está dispuesto a separar la pareja que han formado en los últimos años.

-Todo comienza en el Kangchenjunga con un trekking bastante exigente.

-Nosotros ya lo conocíamos de hace dos años, pero esta vez íbamos muy bien acompañados de otros montañeros y amigos. Resultó muy divertido y disfrutamos mucho. Luego, cuando los amigos nos dejaron en el campo base, te pones un poco morriñoso el día que se van porque te quedas solo allí y más, teniendo en cuenta que este año Jorge y yo estábamos solos. Pero fue muy bonito compartirlo y, como me decía Marcelino Hernández, en un mensaje que me envió: "Me lo podía imaginar por lo que tú nos contabas pero ahora que lo conozco y lo he visto, me parece impresionante". Ves que un amigo ha vivido aquello y estamos muy contentos pero es verdad que es un trekking muy largo y muy exigente.

-Incluso hubo quien se lo "saltó" en helicóptero.

- Gente como Carlos Soria, que se lo puede permitir económicamente, lo evitó porque es un trayecto en el que te desgastas porque son muchos días y te expones a cualquier cosa: una lesión física o a coger cualquier enfermedad o infección. Soria prefirió irse a aclimatar a lugares menos complicados e ir directamente a la montaña en helicóptero.

- Llegáis al campo base y os encontráis con gente conocida preparando también la ascensión.

-La expedición de Carlos Soria llevaba ya unos días, pero había también un grupo de cinco italianos con Marco Confortola, que había sido compañero el año pasado de Jorge Egocheaga en el Lotse aunque ya se conocían anteriormente. Fue él quien ocupó mi plaza porque yo no pude ir el año pasado. Hicieron cumbre el mismo día y compartieron muchas cosas. Había también un expedición de una agencia internacional compuesta por indios, coreanos, etc. Nives Meroy y Romano Benet hicieron el "trekking" con nosotros aunque ellos iban con otra gente.

- ¿Cómo fueron las relaciones con el resto de las expediciones, os organizasteis de alguna forma para afrontar la ascensión?

- Este año no hubo reuniones entre todos, o al menos después de que llegásemos nosotros. No sé si antes se pudieron poner de acuerdo los de Soria y los de la agencia internacional, pero había colaboración entre ellas: la multinacional disponía de sherpas y oxígeno artificial, y la de Carlos Soria disponía de unos seis sherpas. Habían puesto toda la carne en el asador. Nosotros llegamos, pagamos la tasa que hay para compensar el utilizar las cuerdas que instalan los sherpas y nada más. De todas formas, las relaciones fueron muy buenas, cada uno gastando sus fuerzas pero, cualquier cosa que necesitabas, no había ningún problema.

-¿Cómo fue el proceso de equipación de los campos de altura?

-Ya podíamos haber subido al campo 1 el primer día, pero la gente nepalí siempre quiere hacer la tradicional "puja" y tuvimos que esperar, pero nosotros ya queríamos subir, sobre todo, para llegar a donde el año pasado nos pilló la avalancha. Por respeto a los nepalí esperamos un par de días más. El proceso fue el habitual, subimos al Campo 1, lo dejamos montado y bajamos de nuevo al base; volvimos a domir allí, y a continuación al Campo 2. El 10 de mayo ya habíamos dormido dos noches a 6.500 metros en el C2.

-¿Cuántos campos montásteis esta vez?

-Tres campos, el último a 7.300 lo instalamos según subíamos para atacar la cumbre. Habíamos llegado en dos ocasiones un poco más abajo, a 7.200, pero en el 3 tan sólo durmimos al ir hacia arriba y al bajar.

-¿Cómo resultó el ataque definitivo?

-Los primeros días de mayo estuvo nevando todos los días, los partes meteorológicos ya desde el día 10 u 11, apuntaban a una ventana de buen tiempo en torno al 17. El primer día que se barajó fue siempre el 17, nos parecía que estaba muy lejos porque faltaba una semana larga, y pensábamos que podría cambiar, pero no cambió. Paró de nevar pero comenzó a soplar muchísimo viento, cosa que nos frenaba pero nos venía bien porque el viento en altura limpia la nieve fresca que ha caído y el terreno queda mejor para subir.

- Y por fin os decidís a subir.

- Continuó el viento pero según pasaban los días se confirmaba que el 17 descendía y, por lo que se veía, era el día que todo el mundo tenía previsto. Y así fue. Todas las expediciones salieron el 13 con la intención de ir poco a poco y campo a campo. Incluso los de Carlos Soria durmieron dos noches en el Campo 1. Jorge y yo salimos los últimos y directamente al C2, todas las demás ya estaban por arriba pero nadie había hecho cumbre todavía.

- Y de repente decidís cambiar los planes.

-Cuando estábamos en el Campo 2, el día 16, a todo el mundo le llega información de que el día 18 va a ser incluso mejor que el 17, con menos viento. Los que van con oxígeno también les importa, pero para los que no lo llevamos, todavía era más obligado esperar. Se decidió que subíamos el 18 porque también el 19 las previsiones eran buenas y era la jornada que teníamos que emplear en bajar. Todos nos pusimos de acuerdo aunque nos tocaba estar un día entero esperando en el Campo 2, con lo incómodo que es. Nives y Romano fueron los únicos que tiraron el día 17 hacia la cumbre porque habían montado el campamento un poco más arriba que el resto, y no se enteraron del cambio de previsiones. Jorge y yo , con los italianos estuvimos a punto de continuar con lo previsto pero a última hora, decidimos esperar porque, yendo sin oxígeno, no es muy beneficioso un día entero a esa altura. Nives y Romano no tuvieron tan buen tiempo como nosotros, pero también pudieron coronar el 17.

-¿Esa última jornada es muy complicada técnicamente?

-Los primeros 600 metros no, pero los segundos 600, donde se dio la vuelta Castlos Soria el año pasado, son exigentes. No es que sea muy pendiente, es una trepada que tienes que utilizar las manos, con mucha roca, pero es exigente porque estás muy alto y, sobre todo, yendo sin oxígeno. Sí es exigente. La primera parte es un corredor de nieve en muy buenas condiciones y fuimos cómodos, pero la última es exigente más que complicada.

- Una parada mínima en la cumbre para hacer las fotos de rigor y de nuevo, bajada hasta el Campo 3 (7.300).

-Llegamos con las últimas luces del día, pero bien porque además había luna llena y se veía perfectamente. Fue muy largo, al final fueron casi 20 horas.

- Una larguísima jornada.

- Ha sido la vez que más pronto salimos en un 8.000, a las 10.30 horas de la noche, porque la experiencia que teníamos de cuando Jorge estuvo en el equipo de "Al filo de lo imposible" con Edurne Pasabán, era que la subida era muy dura y la bajada también, porque ellos llegaron muy tarde al campamento. Era la experiencia que teníamos de varios montañeros, que el Kangchen el último día se hacía muy duro. Nosotros vamos sin oxígeno, no sabes el frío que vas a tener, y sales pronto para tener muchas horas de margen por delante. Y nos salió muy bien.

- ¿Qué tal has visto esta vez a Jorge Egocheaga, estaba ilusionado con los catorce?.

-Jorge es muy frío en el sentido de que los "ochomiles" le traen al pairo pero estaba un poco nervioso, como yo, por la preocupación de que estábamos en el Kangchen que no es el Cho Oyu, ni el Shisha Pangma, ni el Manaslu? Son 8.586 metros, es muy alto, la parte de arriba era muy larga, y teníamos miedo también por lo que nos había ocurrido hace dos años aunque fuera mucho más abajo. La ilusión por los "catorce", Jorge la tiene por los demás porque era lo que querían Iñaki Sainz de Oiza y Joel, su mujer. Lo hizo por ellos y después me reconoció que "vayas a donde vayas, a donde pueda, te voy a seguir acompañando". Jorge no ha terminado ni los "ochomiles", ni la montaña. Seguirá, tenemos proyectos de volver a los ocho miles a hacer otras cosas.

-¿Hubo algún momento difícil en el que tuviérais miedo, como hace dos años con la avalancha?

- No he hablado con Jorge de ello pero yo he tenido mis momentos de duda, miedo o no sé qué, sobre todo cada vez que pasábamos por donde nos arrolló la avalancha, y cada vez que nevaba mucho te viene el recuerdo Estás en la misma montaña, pasas por donde ocurrió, aunque este año aquel glaciar cambió completamente, ya tenía otra fisionomía y montamos el Campo 1 pasado ese sitio.

- Todo esto no hubiera sido posible sin ayudas y en ese sentido, tendrás algo más que decir.

- Sí, por supuesto, dar las gracias a mis patrocinadores: el Ayuntamiento de Zamora, Caja Rural y Panaderías El Viso por su apoyo y también quiero añadir que se lo dedico a toda mi familia.