Jorge Egocheaga y Martín Ramos partían el 8 de abril con ocho "trekkers" (Pau, Aurora, Víctor, Pirri, Roberto, Krzysztof, Marcelino y yo) hacia Katmandú. Después de un día y medio de preparativos salimos hacia el primer destino, un pueblo cualquiera en medio de la nada. Fueron dos días de autobús a razón de 13 horas diarias. De este modo se aprecian los pueblos y sus gentes, pero sufres los avatares de un viaje por carreteras que te muelen los huesos. Fue un "bus-trekking" de dos días intensos, un recorrido que en avión se hace en apenas una hora.

La primera jornada del "trekking" acabó en Khandingbe, apenas cuatro horas caminando entre arrozales y verdes colinas. La gente saluda a nuestro paso, "namaste" te dicen, colocando las palmas en posición de rezo por debajo de la barbilla. La parada para comer la hacemos en Panchami. Seguimos con la alimentación típica de arroz con pollo y dal bhat. La llegada a Khandingbe no trae buenas noticias. Los bidones con todo el material técnico de escalada no habían llegado. Hubo un problema con la asociación nepalí de porteadores, ya que no encontraban gente para portear.

A pesar de todo la marcha hacia arriba continúa. Tras una jornada de cinco horas subiendo, las piernas se van haciendo al terreno. La tercera jornada finaliza, tras cinco o seis horas, en Yamphudin. Es el comienzo de la que llamamos "etapa reina".

En la cuarta jornada subimos hasta Tortong (2.995 metros), una etapa de entre 8 y 10 horas, donde el desnivel es acusado y los porteadores sufren lo indecible. De hecho, no les da tiempo a todos a llegar con los petates hasta la mañana siguiente.

La siguiente jornada es la subida a Cheram (3.870 metros), donde nos encontramos con los alpinistas Nives Meroi y su marido Romano Benet, buenos amigos de Jorge Egocheaga. Son una pareja extraordinaria y conociendo el carácter de Jorge es normal que se lleven tan bien. Nives hubiera sido la primera mujer en la historia en hacer los catorce ochomiles si Romano no hubiese caído muy enfermo cuando ella llevaba once. En Cheram podemos invitarles a comer jamón ibérico que llevé yo, chorizo ibérico que aportó Aurora y un buen café que aportaron los zamoranos Martín y Marcelino Hernández. Algunos como Jorge aprovechaban para leer, hacer la colada o mirar las montañas nevadas, hacer excursiones por los alrededores o simplemente descansar. El siguiente día desde Cheram a Ramche (4.580 metros) se empiezan a ver los primeros resquicios del glaciar, hoy sin hielo. Es como una inmensa pradería que finaliza en el campo de Ramche. Esperamos otro día para aclimatar y dar tiempo a los porteadores que traen los bidones desde Khandingbe. Aprovechamos para hacer una excursión a Okhordung, un mirador a 4.730 metros que nos brinda unas preciosas vistas del Kangchenjunga.

Martín estaba muy ilusionado por tener la oportunidad de compartir con Jorge su último ochomil, máxime después del intento frustrado de hace dos años, cuando una avalancha casi se los lleva por delante. Jorge, sin embargo, estaba como si fuera a subir un día más a las capillas del Monsacro, donde se entrena habitualmente. Siempre de buen humor, pendiente de quienes les acompañábamos y de todos los porteadores. Al fin y al cabo es más médico que montañero.

Una vez logrado el objetivo de coronar su decimocuarto ochomil, el regreso se hará esperar unos días, Jorge y Martín visitarán las escuelas que la ONG SOS Himalaya tiene en Nepal y aprovechará para repartir los plumas que Grifone donó y la empresa asturiana Mylideas serigrafió gratuitamente.