El que fuera «gran capitán» del Zamora CF, Agustín Villar falleció a medio día de ayer a consecuencia del cáncer que se le detectó hace año y medio y que finalmente no ha podido superar pese a la encomiable lucha que mantuvo contra la enfermedad siempre arropado por la afición rojiblanca. Villar se ha convertido en un ejemplo de superación y de actitud positiva ante el cáncer y quedará como recuerdo imborrable y ejemplo para las futuras generaciones de jugadores y aficionados del Zamora CF.

No por temido, el fallecimiento del jugador de Peleagonzalo, fue acogido mejor por la familia del Zamora CF que ayer mostró su pesar de todas las formas posibles: desde las redes sociales, hasta la propia presencia en el estadio Ruta de la Plata, donde en la Puerta 4 se creó de forma espontánea una capilla ardiente en la que los aficionados comenzaron desde primera hora de la tarde a depositar velas encendidas y todo tipo de recuerdos del futbolista, en torno a la camiseta número 4 que el propio club colocó allí.

El fallecimiento se produjo a mediodía de ayer en el Hospital Universitario de Salamanca, desde donde el cuerpo sin vida del jugador se trasladó al Tanatorio San Carlos de la ciudad del Tormes. Hasta allí se desplazaron a lo largo de la tarde de ayer el resto de componentes de la plantilla, encabezados por Roberto Aguirre y una larga lista de exdirectivos, ex jugadores, y aficionados en general dispuestos a dar el pésame a su mujer y a su familia.

La junta directiva del Zamora CF se puso a la disposición de la familia del jugador e incluso planteó la posibilidad de celebrar algún acto sencillo de homenaje hoy mismo aunque finalmente se desestimó esa posibilidad para preservar la intimidad de la familia.

El entierro será hoy a las 20.00 horas en Peleagonzalo, donde se oficiará una misa por su eterno descanso para trasladar el cadáver al cementerio de la localidad a continuación.

Agustín Villar Hernando acababa de cumplir 31 años y luchaba contra la enfermedad desde que a finales de 2011 se le detectase un tumor testicular que le obligó a abandonar el equipo durante un tiempo en el que fue sometido a un duro tratamiento. El jugador inició la pasada temporada con el equipo pero pronto optó por volver a centrarse en la lucha contra la enfermedad que se había extendido a otras partes del cuerpo. Durante todos estos meses, Agustín recibió en muchas ocasiones muestras de apoyo por parte de la afición rojiblanca y especialmente emotivos fueron los homenajes en el partido contra el Guijuelo, su anterior equipo, o en el que se celebró a beneficio de la Asociación Española de Lucha contra el Cáncer. Agustín vivió momentos inolvidables y de gran alegría en estos últimos meses con motivo de la permanencia en Segunda División B que consiguió el Zamora tanto en la temporada que acaba de terminar como en la anterior, momentos que vivió directamente junto a sus compañeros.

Sus inicios en el fútbol se produjeron en el CD Pinilla de Zamora donde jugó en las categorías inferiores y desde donde dio el salto a la cantera del Real Valladolid. Su trayectoria en el club pucelano fue impecable y tras ser uno de los mejores jugadores en el filial llegó a debutar con el primer equipo en Primera División en 2002-03 contra el Alavés en Mendizorrotza. Sin embargo un cambio en el equipo técnico le cerró las puertas del primer equipo y Agustín decidió probar suerte en el Mensajero de Las Palmas donde jugó una temporada.

Su regreso a la Península se produjo en 2005-6 para fichar por el Guijuelo con el que consiguió el ascenso a Segunda División B.

De la mano del presidente José María Casas llegó al Zamora CF en 2007-08 protagonizando en primera persona dos de las temporadas más brillantes en la historia del club rojiblanco que terminaron con sendos play offs de ascenso a Segunda División, el primer con eliminación ante el Rayo Vallecano, y el segundo frente al Villarreal B. Agustín se convirtió pronto en el líder del vestuario zamorano y fue siempre el canalizador de las inquietudes de la plantilla, especialmente en las negociaciones en las últimas temporadas en las que los jugadores han arrastrado muchos problemas de cobros de sus sueldos.

El presidente del Zamora, Segis Ferrero, que no se encontraba ayer en Zamora, reconoció que ha tenido poco contacto con Agustín pero mostró ante este periódico la disposición del Club para todo aquello que necesite su familia: «Agustín ha sido una persona muy del Club a lo largo de estos seis años y la noticia de su muerte ha tenido una enorme trascendencia desde todos los sitios. Nos han llamado desde innumerables lugares de España, mostrándonos el apoyo a la familia y a la entidad». Ferrero insistió en que «estamos dispuestos a hacer lo que esté en nuestra mano, por todo lo que se merece Agustín, y pondremos todo de nuestra parte para darle el último adiós y estar con la familia».

Roberto Aguirre se mostró ayer muy afectado por el fallecimiento del que fue su jugador y reconocía que «la relación con Agustín siempre resultó fácil y cercana, por la calidad humana que siempre tuvo. Era una gran persona, un gran futbolista, un gran capitán y, sobre todo, un gran luchador. Es una pena pero nos quedamos con que, a los que estábamos cerca de él, nos contagió esa lucha ejemplar hasta el final, siempre con optimismo. Y a nosotros nos contagió ese optimismo. Así lo vamos a recordar siempre, como un gran luchador. Cada vez que el Zamora salte al campo, va a estar Agustín ahí presente. Dejará una huella imborrable por la calidad humana que tenía», declaró el entrenador del Zamora ayer a este periódico desde Salamanca a donde acudió al tanatorio.

Otro personaje muy importante en la trayectoria deportiva de Agustín Villar fue el expresidente José María Casas quien mantuvo una relación muy directa con él, hasta hace escasos días. «Fue el capitán del equipo en los últimos años que estuve en el Zamora y siempre estaba al pie del cañón para lo que fuera necesario o en cualquier problema que se produjera en el vestuario. Siempre estaba pendiente de sus compañeros y nunca pedía nada a cambio. Siempre actuaba por el bien del club sin pedir nada a cambio para él, siempre para los compañeros». José María Casas reconocía que «ha sido un golpe muy duro porque yo le firmé, junto a Manu Arias, su último contrato, por tres años. Era un símbolo, era el buque insignia del Zamora y se notaba cuándo estaba dentro y fuera del campo». Casas recordaba ayer que le conoció «cuando jugaba con el CD Pinilla y ya despuntaba. Yo entrenaba al Sporting Zamora infantil y él nos marcó el gol del empate», dijo el expresidente del Zamora.