El apresurado adiós a la Liga que acaba de entonar el Real Madrid no es tanto un fracaso de José Mourinho, que también, como del modelo de gestión deportiva implantado por Florentino Pérez desde que se aposentó en el butacón más prominente del estadio Bernabéu. Ya en su primer mandato se marcó unos ambiciosos objetivos financieros y comerciales: convertir el club en el más rico del mundo, para poder fichar a las megaestrellas del fútbol y, de esta forma, ganar todos los títulos. Pese a no salirle bien, no escarmentó. En este su segundo mandato ha vuelto a desenfundar la chequera y conformar una multimillonaria plantilla con la que escalar hasta la cumbre. Todo ello con el beneplácito casi unánime del periodismo que lo rodea, inmensamente feliz con sus grandilocuentes fichajes, con los que no ha alcanzado sus metas deportivas ni por aproximación. Es decir, ese esquema de gestión tan simplista no funciona. Al contrario, es un planteamiento perverso, porque marca objetivos economicistas por delante de los deportivos como medio para lograr los triunfos. Y en fútbol son los resultados los que sostienen los proyectos y a sus autores. Así que Florentino está sentenciado si su equipo no rectifica con rapidez y sobre la marcha acaba ganando la Liga de Campeones. Ese será el único parche que tapone la pérdida de credibilidad del presidente madridista, al que, sin embargo, pocos analistas señalan con el dedo acusador.

Muy al contrario: la cátedra madrileña fija en su mayoría su mirada en la yema del dedo índice cuando este apunta a la Luna. Ellos sabrán los motivos de esa sospechosa miopía. Es cierto que en su tercera temporada al frente del Madrid a Mourinho no solamente le correspondía consolidar el proyecto, sino elevarlo al nivel de máxima excelencia mundial que todavía no ha alcanzado. Pero no está siendo así. De modo que uno de los alicientes que le quedan a la Liga es el de contemplar hasta dónde es capaz de deslizarse este orgulloso Madrid en su caída. Porque como empiece a coger pendiente, a ver dónde para... Un tema muy preocupante para la estabilidad del Estado.