El director deportivo del Barcelona, Andoni Zubizarreta, volvió a articular el miércoles un relato con constantes apelaciones a la normalidad ante la recaída en la enfermedad del primer entrenador. «No estará Tito (Vilanova), pero tendremos a Jordi (Roura), seguiremos trabajando con la misma idea y filosofía...». El vasco calcó la línea del discurso de cuando, ahora hace menos de medio año, se anunciaba el nombre del técnico de Bellcaire como relevo de Pep Guardiola. Así que Jordi Roura, amigo íntimo de Guardiola y Vilanova y el siguiente en la línea de sucesión, se sentará mañana en el banquillo de Zorrilla.

El agobiante dominio azulgrana en la Liga, con nueve puntos por encima del Atlético de Madrid y trece ante el proyecto que lidera Jose Mourinho, da la razón a los que entonces apostaron por Vilanova. Los mismos que, ante la reproducción de un cáncer que apartará al gerundense del Camp Nou un puñado de semanas, han apostado al parecer por un relevo natural. Un Jordi Roura (Llagostera, 1967) que como Vilanova llega al cargo con muy poca experiencia como entrenador -de primer técnico solo dirigió 18 partidos con el Hospitalet en Segunda B, donde fue destituido-, pero impregnado de la misma filosofía futbolística que sus viejos amigos Vilanova y Guardiola.

En la primera mitad de la década de los ochenta, un grupo de adolescentes, todos catalanes y llegados de pueblos pequeños, compartían amistad y sueños futbolísticos en La Masía. Pep Guardiola, Tito Vilanova, Aureli Altimira, Jordi Roura, Francesc Xavier Sánchez Jara y Jaume Torras eran conocidos en la antigua residencia de la cantera azulgrana como los «glotones». El motivo, muy sencillo: cada lunes, los seis integrantes del grupo llegaban cargados de comida desde Santpedor, Bellcaire, Cardedeu, Llagostera o Almacelles, que compartían con el resto de integrantes de un grupo que no ha dejado nunca de lado su amistad. El sueño común de jugar en el primer equipo no fue compartido por todos. La exitosa carrera de Guardiola es sobradamente conocida, pero el infortunio de Jordi Roura ha llenado, de momento, menos páginas. Johan Cruyff lo hizo debutar la temporada 1988-89, jugando ocho partidos (tres veces titular), en una temporada donde Tito Vilanova no se movió del filial y Guardiola, dos años más joven, no se había hecho todavía con un puesto en el entonces Barça Atlético.

Cruyff confiaba en la facilidad para llegar por banda de Roura, hasta que una grave lesión de rodilla truncó su carrera. En los dos años siguientes, teóricamente con ficha del primer equipo del Barça, solo pudo jugar un par de partidos. Se intentó rehabilitar para el fútbol en Segunda División, primero en el Murcia y después en el Figueres. En este último club jugó justo la temporada después de que lo hiciese Tito Vilanova, pero los problemas físicos no le dejaron rendir ni a La Condomina ni en un Vilatenim donde no pudo evitar el descenso del equipo, dirigido por Pichi Alonso a Segunda B.

Roura solo pudo jugar 13 partidos, en la mayoría solo algunos minutos de la segunda parte. Aquel verano se acabaría retirando del fútbol con solo 25 años. Su trayectoria como entrenador no es mucho más larga, pero, de momento, con más fortuna sobre todo desde que hace dos años su viejo amigo Pep Guardiola lo llamó para que se integrara en su equipo de analistas de partidos.

Antes de aquello, sin contar la etapa en el Hospitalet, había sido ayudante de Carles Rexach en Japón y de Jordi Vinyals en el Terrassa, con Tito Vilanova de secretario técnico. Hasta que Guardiola lo llamó para analizar partidos y, solo un año más tarde, otro amigo suyo, Tito Vilanova, lo sentó a su derecha cuando el de Santpedor se marchó.