Desde hace un mes, todo el mundo daba por seguro que Leo Messi superaría los 85 goles que Gerd Müller marcó en 1972. Incluso, al hilo de la racha del argentino, se había puesto fecha, escenario y rival: miércoles 5 de diciembre, Camp Nou y Benfica. Pero en el minuto 84 de esa desapacible noche barcelonesa, todos los cálculos se pudieron ir al traste. En la jugada en la que pudo igualar los 85 goles, Messi acabó en el suelo, doliéndose de la rodilla izquierda. En los minutos siguientes, hasta que empezaron a llegar noticias tranquilizadoras, nadie se preocupó por el récord de Müller, sino por la rodilla de Messi. Se trataba de saber cómo estaba. Por lo visto en el Villamarín, Messi está bien.

A los 25 años, Leo Messi ha ganado casi todo lo que se puede ganar en el fútbol, tanto individual como colectivamente. Por lo menos con su club, el Barcelona, con el que ha conquistado tres veces la Liga de Campeones, dos el Mundial de clubes, cinco ligas, dos copas del Rey y varias supercopas españolas y europeas. Con Argentina sólo se ha colgado la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Pekín, pero se le resiste tanto el Mundial como la Copa América.

Así que el domingo, antes de abandonar el terreno de juego donde había certificado el nuevo récord, declaró que su objetivo es volver a ganar. Por ejemplo, la Liga, la Liga de Campeones o la Copa del Rey. Pone siempre al equipo por encima del interés individual, aunque reconoció que el último es un récord especial: «Es lindo por lo que significa. Intentaré marcar alguno más para dejarlo un poco más difícil al que llegue». Mañana, en el campo de El Arcangel, tendrá la primera oportunidad, en un partido para el que pareció apuntarse con esta declaración. «Por suerte ya rompí el récord, para que podamos pensar en Córdoba».

Por muchos goles que marque, copas que levante o récords que bata, a Messi apenas se le escucha. Otros, sin embargo, no se cansan de hablar de él. Y coinciden tanto los que lo disfrutan como los que lo sufren. Entre los primeros, Andoni Zubizarreta, que en el mismo Villamarín pronosticó: «Los récords de Messi los valoraremos más con el tiempo. Para cualquiera a quien le guste el fútbol es un gusto verle en el campo».

Al presidente de la Fundación del Betis, Rafa Gordillo, no se le veía tan contento tras el partido, pero concedió: «Leo va a superar todos los récords. Es el mejor del mundo. Había dudas de si venía, pero ha llegado y la primera que toca te la hace». Saizar, que se perfila como el portero del Córdoba en el partido de mañana, afronta el riesgo de acabar como la mayoría de sus colegas. «Si no viniera Messi sería una pena, no un alivio», declaró ayer.

Los más aliviados, en cualquier caso, por la buena salud de Messi son sus compañeros del Barcelona, que le homenajearon con una cerrada ovación al llegar al vestuario del Benito Villamarín. Luego, Carles Puyol colgó una foto en su Twitter con el argentino y un escueto comentario: «Increíble. Enhorabuena, crack». Gerard Piqué, con el que coincidió ya en su etapa de cadetes, se extendió un poco más: «Es el mejor de la historia. Es sobrenatural y no tiene límites. Cuando tenga algún partido malo hay que acordarse de lo muchísimo que nos aporta».