Nacho Azparren

El modelo, un éxito rotundo, ya tiene secuelas. La ampliación de capital del Oviedo, el movimiento que su presidente, Toni Fidalgo, instó a que fuera estudiado por los sociólogos del país, se ha convertido en el último rayo de luz para muchos equipos en una situación similar. El caso más notable en los últimos días ha sido el del Albacete. Todo por su hombre-mensaje. Si en el caso azul, Mata, Cazorla, Michu y Adrián se orquestaron para ampliar la difusión del grito de auxilio, Andrés Iniesta hace ahora lo mismo con el conjunto manchego.

«El país está pasando por una situación económica muy difícil y solo sacaremos esta situación adelante si todos aquellos que podemos, hacemos un esfuerzo», explicó el futbolista del Barcelona, canterano de los manchegos y tercer máximo accionista del club, en una carta abierta que ha terminado de dar peso a una ampliación de capital que pasa por momentos de apuro. El club tiene que cubrir los 3,7 millones de euros cuando solo recaudó 17.000 euros en las dos primeras fases.

La llamada de desesperación de Iniesta se une a la de su presidente, Aurelio Milla, al comienzo de semana. «El Albacete se muere. Es ahora o nunca», pronunció ante los medios. La escena recuerda a la protagonizada por Toni Fidalgo junto al alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, en la sala de prensa del Ayuntamiento el pasado 31 de octubre. Es una de las grandes diferencias entre ambos procesos. El Consistorio ovetense jugó un papel decisivo mientras que los manchegos reclaman a su Alcalde 800.000 euros por convenios sobre la ciudad deportiva.

El Albacete busca ahora un desarrollo de acontecimientos similar en un proceso que tiene diferencias evidentes con el caso azul. «El aficionado del Albacete es pasional como el del Oviedo, pero la masa social, la que se moviliza, es mucho menor», asegura Pablo López, hijo del consejero azul Sabino López, que trabajó en la secretaría técnica del Albacete hace un par de temporadas.

El ovetense ve ahora con preocupación el desarrollo de acontecimientos en el club manchego. «La afición se está moviendo. Iniesta es un buen altavoz para que se conozca el caso en los medios, pero hay factores que sí tuvo el Oviedo y al Albacete le fallan», expresa. El precio de las acciones es uno de ellos. Adquirir una participación en el Oviedo costó solo 10,75 euros. «La campaña no se dirige a pedir ayuda, sino a ofrecer la posibilidad de ser copropietario de un club», se hartó de repetir el periodista Sid Lowe en las jornadas de ampliación de capital. Las acciones del Albacete se suscriben por un precio de 60 euros, aunque con una sola se concede derecho a acudir a la asamblea, el coste es alto, prohibido incluso, para muchos bolsillos. Algo similar a lo que ocurrió con el Salamanca, que cerró su ampliación de capital el 30 de septiembre con un saldo de 50.000 euros de los 5 millones a cubrir. Muchos señalaron al precio de las acciones -100 euros- como una de las causas del fracaso.

«También echo en falta un altavoz, el equivalente de Sid Lowe para los oviedistas», señala Pablo López. O el de canteranos de peso al margen de Iniesta. La crisis ha sido tan dura en los últimos años que en 2007 el Albacete traspasó al Villarreal a 16 chavales de su cantera a cambio de 1,8 millones de euros.

Pero el caso del Albacete no es una excepción. En las categorías más humildes, los ejemplos se multiplican. No es ni mucho menos holgada la situación del Tenerife, rival hoy de los azules. El conjunto insular debe 21,9 millones de euros según un informe hecho público por el propio club esta semana. Y eso que acaba de vender los terrenos adyacentes a la ciudad deportiva, reduciendo así drásticamente su deuda, que antes era de 38 millones. Más de 9 millones de los 21,9 corresponden a deudas a largo plazo.

El club tinerfeño asume la situación con normalidad, a pesar de los ingresos han disminuido de 10,4 millones a 3,58 por competir en Segunda B. El presupuesto también se ha visto afectado. De los 3,91 millones invertidos en la plantilla en Segunda se pasó a los 1,74 de la temporada pasada, ya en la categoría de bronce.

La crisis también hace tambalearse a otro clásico de la Segunda B como el Zamora, como es sabido, pero se extiende a prácticamente todos los clubes de las capitales de provincias de Castilla y León, comenzando por los más grandes como son el Real Valladolid y la UD Salamanca a cuya ayuda ha tenido que salir el expresidente Hidalgo que parece dispuesto a aportar el dinero que necesite la Unión para no desaparecer como ha estado a punto hace tan solo unos días. Y los ejemplos se multiplican por la geografía española. Algunos con muestras de que la situación es desesperada. La plantilla del Palencia, este año en Tercera, comenzó ayer su encierro en el vestuario como medida de protesta ante la negativa del Ayuntamiento y la Diputación Provincial a abonar las subvenciones comprometidas. La deuda, de 1,7 millones de euros, amenaza con llevar a la disolución inmediata al club morado.