«Ferrari y McLaren estarán en la Fórmula 1 dentro de veinte años. Apuesto a que CVC, no». CVC es el fondo de inversión al que representa Bernie Ecclestone como dueño de los derechos comerciales del campeonato. Vamos, los jefes del espectáculo. Y las palabras son de Martin Whitmarsh, el director de McLaren, como una parte más de la lucha de poderes entre la propiedad actual, los equipos y el empuje soterrado de una alianza entre la familia Agnelli, el magnate de las comunicaciones Rupert Murdoch y Carlos Slim, el hombre más rico de la Tierra.

Dicen los que pisan los despachos de la Fórmula 1 que Ecclestone (80 años) está en la cuerda floja y que tarde o temprano se rendirá. No lo parece, desde luego, por cómo se toma todo lo que afecta a su cortijo. Basta el ejemplo del embrollo que se ha formado en torno al Gran Premio de Bahrein, con la suspensión inicial por las protestas políticas en el país, su reubicación posterior en el calendario y, finalmente, la renuncia pactada por parte de los organizadores.

Había dicho Ecclestone que no era una cuestión de dinero, pero su empeño por viajar a Bahrein a toda costa obliga, como poco, a sospechar.

El pasado 3 de junio, la FIA recolocó el Gran Premio el 30 de octubre y alargó el Mundial hasta el 11 de diciembre, adonde mandaban la cita de India. El español Carlos Gracia, vicepresidente de la Federación Internacional, había elaborado in situ un informe favorable.

Saltaron las voces de discordia en el paddock, más por miedo que por solidaridad con el pueblo bahreiní. A las escuderías tampoco les hacía gracia estirar tanto el chicle, con todo el gasto de logística que les supone.

Hasta en la propia FIA tenían dudas, como bien expresó su presidente, Jean Todt: «Solamente tendremos 20 carreras», dijo, a pesar de que acababa de aprobar un calendario con 21.

Con el ambiente tan caldeado, Ecclestone se sacó un as de la manga. «Pues que Bahrein cierre el campeonato el día 4 de diciembre», propuso a la asociación de equipos (FOTA). Sin tiempo para la respuesta, los organizadores del Gran Premio ponían el viernes de madrugada el punto y final. Renunciaban a estar este año en el calendario.

La familia real de Bahrein, propietaria de la empresa promotora de la carrera y muy cercana a Ecclestone, cerraba el debate con una medida de consenso. Ni la FIA ni Bernie daban el brazo a torcer y el problema quedaba aparcado.

Pero la actitud de Ecclestone, hábil para tener parte en todos los bandos, es el síntoma de que no se rinde. Hay Bernie para rato.