Noche de contrastes en Ferrari ante la visión de una parrilla capicúa. Delante, Fernando Alonso, imperial en un sábado perfecto; y detrás, el último de la fila, Felipe Massa, que pretendía sostener el debate en la escudería pero que se ha quedado fuera de juego. El asturiano reventó las apuestas que dibujaban una madrugada con dominio de Red Bull. Convirtió en realidad el sueño de cada sábado, que es encontrar la vuelta perfecta. Sacó todo lo que le podía dar el Ferrari y no tuvo más que esperar a ver qué hacía el resto. Había cumplido su labor. Pasaron sus rivales por la línea de meta y nadie mejoró su tiempo. Vettel, Hamilton, Button, Webber... Ninguno fue más rápido que él en su primer intento de la Q3, aunque también en su última vuelta el asturiano fue mejor que todos sus rivales.

La resistencia de Ferrari a la ofensiva de Red Bull pronto quedó reducida a lo que Fernando Alonso podía ofrecer. No iban ni diez minutos de la Q1 cuando a Massa lo dejaba tirado el Ferrari. Quedó frenado en medio de la pista por un fallo en la caja de cambios. Saldrá último, así que aprovecha para colocar un motor nuevo (el noveno del año) y dejar en nada la sanción de diez puestos en la parrilla que acarrea todo cambio.

Cabizbajo, Massa caminó por la pista en dirección al garaje mientras el resto de pilotos se retiraba a boxes al sacarse la bandera roja. Una grúa se llevó el F10. El brasileño, contrariado, negaba una y otra vez con la cabeza. «Me duele, no por no poder ayudar a Fernando sino por mí, que tenía muchas ganas de hacer una buena carrera», dijo cuando le comentaron que desde tan atrás poco podría restar a los rivales de Alonso.

Red Bull venía de las pruebas del viernes con el cartel de favorito, pero Alonso confiaba en el F10 y tomaba como referencia la ya lejana carrera de Mónaco. No aquel error que le dejó fuera de la sesión clasificatoria del sábado, sino lo bien que se defendía el Ferrari en una pista lenta y con mucha exigencia de carga aerodinámica.

Con Massa dimitido, Alonso tomó la bandera de Ferrari decidido a luchar por ella hasta el último momento. Le toca a él tirar de la ilusión de mil empleados en la fábrica de Maranello que sueñan con recuperar el título para su vitrina.

Ya pasó el asturiano en cabeza la Q1 y después, en con un juego nuevo de gomas blandas, lideró unos minutos la Q2 antes de ceder el liderato momentáneo a Vettel.

El incidente de Massa creó incertidumbre y a Alonso le reiniciaron el motor para evitar sustos, como darle aire al ordenador cuando lleva horas encendido.

Ya en la Q3, Alonso volaba en una vuelta perfecta mientras Vettel sufría el tráfico en su intento inicial. El crono del español ya era definitivo, le iba dar la vigésima pole de su carrera y la 204.ª para Ferrari. Le llega al asturiano la segunda consecutiva cuando más lo necesitaba. Ganó en Monza con el Mundial cuesta arriba y se pone en un lugar inmejorable para dar un golpe de autoridad en Singapur.

Alonso mete presión a los otros cuatro rivales. Cada escudería juega sus cartas. En Red Bull confían en su buen ritmo en carrera para mantener el tipo, y en McLaren, con Hamilton en la segunda línea, creen que ese fenomenal sistema de salida les puede entregar réditos en las curvas iniciales.

Alonso y Vettel se colocan en la primera línea para ponerle un poco más de pimienta al campeonato, a la vez que el líder Webber sufrirá desde la quinta plaza, atrasada hasta la tercera fila.

Sólo el agua puede convertir el orden de salida en papel mojado. No parece probable el chaparrón tropical, pero sí muy probable que la pista esté húmeda en algunas zonas, con el peligro que supone para la estabilidad de los monoplazas.