Madrugada en Singapur. Humedad asfixiante en la calle y revuelo en el hotel Conrad. Animación en el lobby cuando afuera los semáforos funcionan para unos pocos coches despistados. Ya ha corrido la voz de su (buena) cocina abierta veinticuatro horas, siete días a la semana. La única alternativa al imperio de la «M» amarilla cuando el reloj sobrepasa la medianoche. Se mezclan pilotos y periodistas, jefes de equipo y encargados de prensa, ingenieros y comisarios de la FIA? Es como comer en la plaza del pueblo, donde todo son caras conocidas y siempre aparece algún amigo con el que poder charlar.

Conversaciones cruzadas sobre el cambio horario, las técnicas propias y ajenas para adaptar el cuerpo o para mantenerlo al ritmo europeo. Parece sencillo, pero cae la noche y cuesta mantenerse ocupado, alejado de la tentación de la cama. «La primera noche cené a la una de la madrugada y me acosté a las tres», explica Fernando Alonso. «La idea es hacer lo mismo todos los días, para estar a tope el domingo, pero la oscuridad entra por los ojos y el cerebro dice que toca descansar, por mucho que intentes acostumbrar el cuerpo».

Hace un año, el asturiano le ganaba horas a la noche enganchado a «Lost», la serie que le tenía en vilo. El ordenador sigue siendo el compañero para las últimas horas, cuando ya busca la tranquilidad de su habitación.

Por eso el abanico de entretenimientos es amplio. Robert Kubica organiza timbas de póquer en las que Alonso ha participado algún año. Anoche tenía pensado salir a correr un poco «para estar acostumbrado a hacer ejercicio por la noche». Todo con el objetivo de que el domingo, a las ocho de la tarde (14.00 horas en España), los sentidos estén alerta para la carrera.

En McLaren se lo toman como una operación de guerrilla. Órdenes estrictas en el hotel Hilton. Todos en la misma planta, vetada para otros huéspedes. Prohibido pasar llamadas y que la brigada de limpieza no aparezca hasta las dos de la tarde. En los cuartos de los pilotos, ventanas selladas con paneles negros para que no se cuele el sol de la mañana. Herencia de la meticulosidad de Ron Dennis.

En la agenda del fin de semana, la lluvia es la otra preocupación. El chaparrón de media tarde es un fijo. Corre peligro la primera sesión libre de hoy, seis de la tarde en Singapur, mediodía en España. Para la clasificación y la carrera no tendría que haber mayores contratiempos, pero en el paddock nadie las tiene todas consigo. «Será como en cualquier circuito. Si llueve a mares no podremos correr, da igual que sea de día o de noche. Y si cae algo de agua, se tratará de intentar mantenerse en la pista como sea», apunta el líder Mark Webber subido al carro del pragmatismo.

El australiano es la referencia, el hombre a batir, el que todos señalan de momento como primer candidato. Fernando Alonso también lo cree. «Salvo en Monza y Spa, el Red Bull ha ido bien en todas las pistas. Es un líder sólido y no debemos engañarnos, ganarle será difícil».

Es la tercera presencia de la Fórmula 1 en Singapur, suficiente para hacerse un hueco como un lugar propicio al sobresalto. Alonso ganó en 2008 y puso al R29 en el podio al año siguiente. El accidente de Nelsinho Piquet y toda la polémica posterior, con acusaciones de amaño, pusieron la duda sobre aquella victoria. «No sé cómo se ve desde fuera, pero a mí ésta es una pista que me trae muy buenos recuerdos. El podio del año pasado tiene mucho mérito, con un coche que casi nunca podía meter en la Q3».