Barcelona: Valdés; Alves, Piqué (Gabi Milito, min.75), Puyol, Abidal, Sergio Busquets, Xavi (Mascherano, min.77), Iniesta, Pedro, Messi y Villa (Bojan, min.69).

Panathinaikos: Tzorvas; Marinos, Kanté, Boumsong, Vyntra, Gilberto Silva, Simao, Govou (Luis García, min.70), Katsouranis (Karagounis, min.64), Leto (Ninis, min.80) y Cissé.

Goles: 1-0: Govou, min.20. 1-1: Messi, min.22. 2-1: Villa, min.33. 3-1: Messi, min.45. 4-1: Pedro, min.78. 5-1: Alves, min.93.

Árbitro: Nicola Rizzoli (ITA), Mostró cartulina amarilla a Karagounis (min.84).

Incidencias: Primera jornada del Grupo D de la Liga de Campeones disputado en el Camp Nou ante 69.738 espectadores.

Lo del sábado en la Liga fue un accidente. Una de esas extrañas «pájaras» que suceden a los deportistas de vez en cuando. Cosas del fútbol, una deporte en ocasiones demasiado azaroso. Pero un equipo de la calidad del Barcelon es raro que tenga dos días tontos tan seguidos, dos tropiezos inexplicables en 72 horas.

Ayer noche, el conjunto azulgrana recuperó la esencia de su fútbol de velocidad y toque en su estreno europeo. La víctima, el Panathinaikos, que intentó copiar lo que hizo el Hércules, pero sin mostrar su agresividad, y acabó llevándose una «manita» (5-1), aunque pudieron ser más, en su visita al Camp Nou.

Pero no le echen la culpa al conjunto heleno. Hagan responsable al Barcelona, que cuando tiene el día no hay quién lo pare. Tampoco lo habría logrado el Hércules si los de Guardiola hubieran jugado el pasado sábado como ayer noche.

El técnico barcelonista sacó esta vez su once de gala. Y el Barça, con Puyol recuperado como jefe de la defensa, Alves y Pedro entrando como un puñal por banda, Xavi al mando de las operaciones y un pletórico Busquets en el pivote defensivo, fabricó tres clarísimas ocasiones de gol en el primer cuarto de hora.

Fue toda una declaración de intenciones. Atento, intenso, veloz, con la zaga muy adelantada y recuperando el balón en el campo rival, merodeaba el primer tanto el equipo local, cuando Gavou trajo la psicosis a los veinte minutos de juego.

Un saque de puerta de Tzorvas, bajado de tacón por Cissé cayó en Govou, que le ganó la partida a Abidal y cruzó sobre la salida de Valdés. Hasta ese momento los griegos ni siquiera habían pisado el área rival.

Pero no hubo tiempo para que la sombra del partido del Hércules se cerniera sobre el equipo azulgrana. Porque la sombra del Barcelona cuando juega como sabe, es más alargada que ninguna otra.

Xavi y Messi exortizaron todos los fantasmas dos minutos después del tanto de Panathinaikos con una jugada marca de la casa que culminó el argentino. Luego llegaría un gol de oportunismo de Villa y, al filo del descanso, una obra de arte de Messi, capaz de conducir, tirar una pared con Xavi, luego otra con Pedro y convertir a Tzorvas en estatua de sal.

Nada cambió tras la reanudación. Pedro y Alves redonderaron una cuenta que pudo ser máyor, apartando cualquier atisbo de duda sobre un equipo que, el otro día, solo tropezó.