Hércules es el nombre latino del gran héroe griego Heracles, y también el nombre del equipo alicantino que el sábado destrozó en el «Camp Nou» millones de quinielas, miles de verdades inmutables, cientos de estadísticas, docenas de digestiones y una cabeza (la de Piqué). El Barça mantuvo la posesión de la pelota de la misma manera que el Tío Gilito posee sus monedas: sobándola, acariciándola, llevándola de acá para allá, no dejando que los jugadores herculanos mantuvieran la bola más de tres pases seguidos. Pero algo hizo «crack» en el sistema financiero del Tío Gilito. Algo falló en el Barça, que no puso en demasiados apuros al portero del Hércules y permitió que un descomunal Valdez dejara a los aficionados del Barça inmóviles, flácidos y con la boca abierta, como una muñeca hinchable. Gloria al Hércules, que demostró que acumular minutos de posesión no siempre conduce al gol y jodió a los fanáticos de las estadísticas.

Hércules, el héroe, llevó a cabo doce famosos trabajos que le impuso el rey Euristeo: mató al león de Nemea y a la hidra de Lerna, capturó al jabalí de Erimanto y a la cierva de Cerinia, abatió a los pájaros del lago Estinfalo, limpió los establos de Augias, domó al toro de Creta, se apoderó de las yeguas de Diomedes, del cinturón de Hipólita y de los bueyes del gigante Gerión, y robó las manzanas de oro de las Hespérides. Poca cosa. Hércules, el equipo de fútbol, mató, capturó, abatió, limpió, domó, se apoderó y robó al Barça en el mismísimo «Camp Nou», en las narices de los dioses azulgranas, en el mismo centro del Olimpo futbolístico. A diferencia del Hércules griego, que era hijo de Alcmena, una mujer mortal, y de Zeus, que lo engendró en ausencia de Anfitrión, esposo de Alcmena, el Hércules alicantino no puede presumir de ser hijo de un dios. De lo que sí puede presumir el Hércules de Alicante es de haber ganado 0-2 en el «Camp Nou» sin dar patadas ni perder tiempo miserablemente. Chúpate ésa, hijo de Zeus.

No pasa nada. Aunque los culés somos ahora como muñecas hinchables al servicio de los seguidores de Los Otros, que hace tiempo que no se comen una rosca, pronto nos levantaremos de la cama, nos daremos una ducha y disfrutaremos de un Barça tan grande que hasta permite que Hércules sea fiel a su leyenda.