Apenas fueron unos ejemplos aislados pero lo suficientemente relevantes como para no ignorarlos. Las aficiones de Madrid y Barça no estaban satisfechas con lo que estaban viendo sobre el terreno de juego y aparecieron los primeros silbidos de la temporada. Y sólo se han cumplido dos jornadas. La afición madridista, tradicionalmente pragmática, pedía al equipo apostar por un fútbol más atractivo. La barcelonista, más comprometida con un estilo definido, exigía a los suyos ese punto de garra necesario para derrotar a un recién ascendido. Las insatisfacciones de los seguidores de los dos principales candidatos al título se tradujeron en pitos. El nerviosismo aflora a las primeras de cambio y los protagonistas, claro, piden paciencia.

La jornada de resaca se desarrolló en un intento de justificación. En el caso madridista la coartada es evidente, a todo entrenador que emprende un nuevo proyecto hay que darle tiempo para que todo funcione correctamente. Algunas voces piden para Mourinho la misma paciencia que a Pellegrini se le negó. El chileno salió victorioso de sus cinco primeros desafíos ligueros mientras convivía día a día con críticas devastadoras. Los jugadores lo tienen claro. Mantuvieron el mismo discurso el año pasado y no lo cambiarán en éste. Por si había alguna duda el capitán se encargó de recordarlo. «Si algo tengo que pedir al público es más paciencia», expresó Casillas ante los medios consciente de que sus palabras funcionan como altavoz del vestuario. «El aficionado del Bernabéu es soberano y puede mostrar su parecer con el equipo. Es un equipo nuevo y joven, vamos a ir haciéndonos más fuertes. A lo que a otros equipos se le pide en dos temporadas al Real Madrid se le pide en dos meses», añadió el guardameta. El tropiezo culé puede servir como bálsamo en un comienzo tan exigente, pero Casillas sabe que aún es pronto para sacar pecho. «Mal haríamos en pensar que tenemos que estar por encima del Barcelona y siempre en competencia con ellos. Todo lo contrario, cada partido lo planteamos como el más importante. Es nuestra realidad», apuntó el meta.

Lo del Barça fue más sorprendente. Los síntomas aparecidos en el partido ante el Hércules cogieron desprevenida a una afición acomodada en los triunfos recientes. Quizás por eso, Alves se encargó de pedir calma citando el recuerdo más prestigioso. «El año más exitoso del club tuvimos muchas críticas y terminó muy bien», señaló el brasileño. En la memoria barcelonista aún colea el estreno de Guardiola hace dos años cuando el equipo perdió en Soria y empató con el Racing en el Camp Nou. Entonces imperó la calma y Alves aboga por la misma fórmula: «Ante el Hércules tuvimos un mal día, y cuando esto ocurre no se gana. Pero es mejor perder ahora que no en la recta final. Ojalá que los puntos que hemos perdido ahora, no nos hagan falta».