GCE ARCEBANSA 2

HORCONA P. 5

En los prolegómenos del partido entre el GCE Arcebansa y el Horcona Pinseque se recogían en la entrada multitud de regalos que los aficionados quisieron donar a los más necesitados de la provincia. Coches de juguete, balones, muñecas, etc. Cualquier juguete era válido para ayudar a los niños que menos recursos tienen. La iniciativa, impulsada por la directiva del equipo rojiblanco, es más que loable, pero el problema surge cuando nadie se acuerda de decirle a los jugadores del GCE Arcebansa que ellos no deben participar en la iniciativa, que para dar regalos ya están los solidarios aficionados del equipo.

Los futbolistas, en un alarde de generosidad sin precedentes, no quisieron ser menos y ayudar a la iniciativa de dar presentes a los más necesitados. El problemas es que sus regalos no fueron a parar a los niños de la parroquia de la Villarina, donde van a ir el resto, sino que se marchan a Zaragoza, en la maleta de un equipo que llegaba a Zamora también necesitado, sin haber conseguido ninguna victoria fuera de casa.

LLegaba el Horcona Pinseque como el segundo equipo más goleado de todo el grupo, sólo superado por el Caspe, lo que hacía prever un partido con goles favorables al bando zamorano. Esta era la idea del aficionado, pero lo peor es que también era la idea de los jugadores del GCE Arcebansa, que nada más salir del vestuario comenzó muy fuerte, con la posesión del balón en su poder y poniendo cerco a la meta de Garrido. El gol era cosa de esperar y de macerar las jugadas, pero entonces comenzó el festival de buenos samaritanos de los jugadores zamoranos.

Un despiste de Vevé en una jugada de ataque propició un contragolpe que no perdonó el máximo artillero del Pinseque, Bartolo. Una llegada y un gol. Otra vez a remar contra la corriente. Poco después Javi Serrano anotó el empate.

Pero con las tablas en el marcador, de nuevo llegó otro regalo. Otra pérdida de balón en el centro y otra contra bien definida. Segunda llegada y segundo gol. Efectividad plena y las cartas sobre la mesa. El Pinseque, como se preveía, llegaba a Zamora a defender fuerte y atrás y a salir a la contra para sentenciar. Otra vez Javi Serrano, que lleva 22 tantos, marcaba el empate en un buen pase de Vevé.

Después de este intercambio de goles el partido se equilibraba. La posesión era íntegramente para el GCE Arcebansa pero el dominio no generaba peligro, ni siquiera sensación de daño. El Pinseque se cerraba perfectamente atrás y no dejaba ni un solo resquicio a los jugadores rojiblancos, que ante la desesperación de no poder percutir en la meta visitante siempre redundaban en la búsqueda del disparo a media distancia con Vevé como exponente.

Pero los dos últimos minutos antes del descanso fueron la sentencia. El Pinseque aprovechó otros dos regalos monumentales del equipo rojiblanco para sentenciar el partido.

La vuelta de vestuarios fue un querer y no poder de los zamoranos. La posesión seguía siendo en unos porcentajes altísimos para el equipo de Miguel Angel Hernández, pero no había ideas para llegar a disparar. Tampoco con portero jugador tuvo opciones de marcar el GCE Arcebansa.

En la segunda mitad hubo tan sólo dos jugadas peligrosas a favor del equipo zamorano, el resto mucho toque y poca movilidad. En fútbol sala no sólo tiene que moverse rápido el balón, que es lo que hizo ayer el Aspi, sino que también tienen que correr los jugadores, para buscar espacios, hacer huecos, dinamitar las defensas cerradas...

El partido acabó con un quinto gol para el Pinseque anecdótico y que era la puntilla para un GCE Arcebansa que empieza el año como terminó al anterior, con una derrota y con una imagen regular, tirando más para el lado malo.

Por cierto, debutó la nueva incorporación del equipo rojiblanco, Leo, que no pudo demostrar mucho, en parte porque aún está fuera de forma y sin adaptación, y segundo porque la actuación general del equipo tampoco acompañó.

Hay que plantearse muchas cosas a partir de esta derrota. La implicación defensiva sigue siendo casi nula. El GCE arcebansa se está convirtiendo en un equipo que hace regalos por doquier y es lógico que los rivales lo aprovechen. Los jugadores se muestran insolentes en defensa y cualquier diagonal, balón largo, pared o cualquier otro recurso del equipo rival, siempre hace mucho daño a los de Miguel Angel Hernández que son incapaces de cerrar la retaguardia.

Hacer regalos en Navidad está muy bien, pero hay que darse cuenta de que los Reyes Magos ya han pasado.