Entrevista

Javier Cámara ('Rapa'): "No me querían en 'Torrente'"

El año pasado cumplió uno de sus sueños, protagonizar un 'thriller', y ahora tiene la oportunidad de profundizar en nuevas intrigas con la segunda temporada de la serie 'Rapa'

Javier Cámara.

Javier Cámara. / Juanlu Real

Marisa de Dios

Confiesa Javier Cámara (Albelda de Iregua, La Rioja, 1967) que nunca se le han dado bien los 'castings' por culpa de los nervios. Cuesta imaginárselo viniendo de uno de los actores más asentados del audiovisual español, que ha trabajado con Almodóvar y en producciones internacionales como 'Narcos' y 'The young Pope'. El año pasado cumplió uno de sus sueños, protagonizar un 'thriller', y ahora tiene la oportunidad de profundizar en nuevas intrigas con la segunda temporada de la serie 'Rapa', disponible en Movistar Plus+.

En los nuevos episodios su personaje, Tomás, está más deteriorado por la ELA. ¿Cómo lo preparó? 

Tuvimos varias charlas con dos doctoras que llevan casos en A Coruña. Fue durísimo porque es una enfermedad terrible. Me da pudor hablar de ello porque uno intenta hacerlo bien sabiendo que hay muchas familias que están sufriendo este problema.

Tomás ya no da clases en el instituto y ahora parece que la investigación de los casos es lo único que da sentido a su vida.

Su realidad es su enfermedad y, a través del humor cáustico que tiene y de su mala leche, sigue tocándole las pelotas a Maite [Mónica López]. Ahora más profundamente porque tiene mucho tiempo libre y, sobre todo, quiere olvidarse de su realidad y vivir otras fantasías. Fantasías que son terribles para otras personas, porque se trata de asesinatos, pero que él las vive como si fueran historias para escribir el libro que nunca escribió. 

La relación de Tomás y Maite (Mónica López), la guardia civil, sigue siendo de lo más curiosa. Son amigos, se pelean constantemente y al principio te preguntabas si acabarían juntos o no. 

Mónica y yo estamos muy felices con esta relación. Son una pareja de más de 50 años que no tiene ningún interés en liarse ni en vivir una historia de amor. Él, desde su mala hostia y su humor especial, ayuda a Maite a ver las cosas desde fuera. Ella se implica más emocionalmente. A Tomás le viene bien tener a alguien como Maite, con ese cariño y esa empatía, aunque no se lo diga. Están construyendo una relación de amistad muy especial que normalmente no vemos en las series.

En esta temporada, Tomás y Maite investigan dos casos por separado.

Sí, en la primera temporada solo había un caso pero en esta hay dos y eso le da mucho dinamismo. Los casos van en paralelo y ellos tienen reuniones en casa donde ponen cosas en común, aunque Maite se esconde información. Y con esa prioridad que le da Tomás al tiempo, que parece que es una espada de Damocles y por eso quiere solucionarlo todo cuanto antes. Lo que más me gustó de esta temporada fue la parte castrense del arsenal, esa zona de Ferrol desconocida incluso para los ferrolanos. ¡Precisamente donde yo no rodé!

"No soy muy bueno en los 'castings'"

¿Le cuesta verse en pantalla?

Me cuesta mucho, pero veo los capítulos por las entrevistas y porque no he visto el punto de vista del director. Esta temporada, toda la parte del caso de Maite yo no la rodé, así que ahora veo una serie que rodando no había visto. Mis escenas las paso un poco más rápidas, con ese señor tan insoportable.

¿Le cae mal Tomás?

No. Me caigo un poco mal yo que me he visto tantas veces... (ríe) Después de tantos años te acostumbras y eres menos crítico contigo mismo.

¿Se pone nervioso en los 'castings'?

Todo el mundo se pone nervioso en los 'castings'. Pero como ahora no son presenciales y mandas una cinta, ya no me pasa. No soy muy bueno en los 'castings'.

Cuesta creerlo con su currículum.

El primer 'casting' que hice ni me enteré que era un 'casting'. Fue para la serie 'Ay señor, señor'. Empezaron a hacerme preguntas mientras me maquillaban y yo comencé a inventarme el personaje allí mismo. Imagino que estaban un poco desesperados y que me vieron con cara de cura, el papel que tenía que hacer.

Su padre era agricultor y usted debía seguir la saga. Pero se fue a Madrid para ser actor.

Yo no tenía claro que quería ser actor. Lo que tenía claro es que quería irme de mi pueblo porque me veía constreñido allí. Aprobé las pruebas para entrar en la Escuela de Arte Dramático pero los primeros meses no sabía qué hacía allí. Luego sí vi que era lo que me gustaba. Pero tampoco sabía si quería ser actor, el chico de los recados o acomodador, algo en lo que estuve trabajando.

Hasta que 'Ay señor, señor' y 'Siete vidas' lo cambiaron todo.

En 'Ay señor, señor' fue la primera vez que vi una cámara. Pajares me llevaba del brazo, me colocaba donde debía ponerme y me decía dónde tenía que mirar. Me dio un 'master'. También lo cambió 'Torrente' un año antes. Me dio la seguridad de haber estado en una película que había tenido un éxito enorme. Santiago Segura tuvo muchos problemas para convencer al productor para que yo estuviera en 'Torrente'. No me querían porque me consideraban un actor de teatro. Lo de 'Siete vidas' fue un éxito más personal porque fueron 90 capítulos. Era hacer teatro en un plató de televisión y a todos los que estuvimos allí nos dio mucha confianza.