Un incombustible Iggy Pop ha irrumpido este sábado en el Festival de Jazz de San Sebastián con su rock salvaje y visceral para demostrar que sigue siendo "la Iguana", capaz de desafiar al tiempo, sobrevivir a los excesos y seguir entusiasmando a sus incondicionales a pesar de la bronca monumental que el retraso de su concierto ha provocado en el público.

Cuando ya no quedaba una butaca por ocupar en el Auditorio Kursaal y a punto de comenzar la actuación, una voz por megafonía ha anunciado que primeramente se proyectaría una película de unos quince minutos y después habría un descanso.

La proyección sobre los avatares de un fan de Iggy Pop no parece haber interesado demasiado a la concurrencia, que ha pitado con fuerza por una tardanza que finalmente se ha alargado más de tres cuartos de hora.

Iggy Pop ha salido por fin al escenario pasadas las 19.15 horas y no ha dicho una palabra sobre la incidencia, un detalle que, sin embargo, no parece haber importado mucho ya que en cuanto "la Iguana" ha agarrado el micrófono, el enfado ha quedado olvidado y los asistentes solo han querido escuchar e incluso, los de las primeras filas, tocar a su ídolo.

El sonido oscuro de un tema instrumental ha servido de aperitivo para lo que iba a venir en este primer concierto de Iggy Pop en España, incluido en la gira que esta leyenda del pop, que en abril cumplió 75 años, realiza por 13 países.

Leron Thomas (trompa), Sara Lipstate (guitarra),Corey King (trombón), Florian Pellissier (teclados), Gregorie Fauque (Guitarra) , Sylvian Ruby (bajo), Thibaur Brandalise (batería) han acompañado a James Newell Osterberg, verdadero nombre de Iggy Pop, que ha aparecido vestido con chaqueta y sin camisa.

A los pocos minutos, ha bebido agua que inmediatamente después ha escupido sobre el escenario en una leve reminiscencia tal vez de aquellas apariciones más peligrosas de hace décadas.

Desde el primer momento, "la Iguana" ha hecho alarde de su característico contorneo, aunque menos intenso que en tiempos pasados, y que incluso le ha ocasionado una pequeña caída por la que ha requerido la ayuda de personal del Auditorio para levantarse.

Durante casi dos horas, el veterano roquero, que para el tercer tema se ha quitado la chaqueta, ha desplegado su arsenal de hitos musicales, desde sus inicios con The Stooges el grupo que con sus tres discos editados entre 1969 y 1973 se anticipó al punk.

"TV Eyes"", "Death Trip" y "Gimme Danger" han sido algunas de las canciones de los primeros setenta que han provocado el delirio del público, que ha subido de grados con "Lust for Life", una canción fruto de la colaboración con David Bowie en su etapa berlinesa y que se utilizó en la banda sonora de Trasporting.

"The Passenger", otro de sus grandes éxitos, ha formado también parte del repertorio junto con canciones de su último disco "Free" (2019), con el que decidió dar un volantazo a su trayectoria para adentrarse en canciones más intimistas, con un toque jazzero.

"I wanna Be Your Dog" lo ha reservado para los bises, que se han sucedido uno tras otro al mismo ritmo que se incrementaba el nivel de decibelios y de saludos y abrazos a quienes ocupaban las primeras filas.

La jornada que marca el ecuador del Jazzaldia ha continuado en la Plaza de la Trinidad con las actuaciones de Steve Coleman, que visita por sexta vez el festival donostiarra, y el inclasificable Louis Cole.

Coleman ha ofrecido una manifestación del jazz más hermético con Five Elements, la banda que le acompaña desde 1981 y que en la actualidad está integrada por Jonathan Finlayson (trompeta), Anthony Tidd (bajo), Sean Rickman (batería), además del rapero Kokayi, que se sumó en 2018.

Kokayi ha rapeado a una velocidad vertiginosa los temas que sugerían aires cubanos o africanos que surgían del saxo, la trompeta o el bajo en un recital marcado por las repeticiones y las improvisaciones.

Le ha sucedido en el escenario el cantante, compositor y multiinstrumentista Luis Cole, uno de los fundadores del grupo Knower, que ha protagonizado un actuación cercana a la "performance", acompañado de teclados, batería y las voces de Genevieve Artadi y Fuensanta Mendez.

Con una curiosa puesta en escena la música de Cole es un crisol musical en el que todo parece tener cabida, desde las baladas, al funky bailable, el rap y el jazz.