-¿Cuál es su visión de la España actual? ¿Qué futuro tiene nuestro país?

-Pues una visión inicialmente algo sombría, aunque, eso sí, esperanzada.  Hoy vivimos en un país que, habiendo perdido un poco el norte, necesita curiosamente encontrar el sur para reformularse bajo el sol de la lucidez y el calor de la ilusión. Nos encontramos con una España crispada en lo político, con discursos de confrontación sin apenas diálogo. Un país atribulado en lo social, con un alta tasa de desempleo y una situación laboral compleja. Algo que ha acentuado de manera extraordinaria la pandemia. Y como consecuencia de ello, un país desorientado en un presente lleno de contradicciones. Pero, a pesar de todo esto, también creo firmemente en un futuro distinto para nuestro país. El pasado es inamovible, pero también pedagógico, y somos un pueblo con capacidad de aprendizaje y superación, con una demostrada solidaridad y una férrea voluntad para alcanzar crecimiento y desarrollo. Sabemos que es un error no enmendar otro error, y estoy seguro de que los españoles son conscientes de que sería un gran acierto enmendar los errores actuales.

-Tres virtudes que aprecia en los españoles.

-A mi juicio, tres son pocas. Nos reconozco muchas virtudes como pueblo. Pero, resumiendo, le diría que, en primer lugar, valoro la creatividad, esa mezcla de ingenio y talento que nos permite construir una cultura tan ejemplar como, en muchas ocasiones, no valorada. En segundo lugar, la tenacidad, la capacidad para superarnos, para continuar con empeño e ilusión sin desistir de nuestros objetivos. Y en tercer lugar, la solidaridad, aquella que nos impulsa a la construcción social, a la justicia y el encuentro para el progreso.

-¿Cómo podríamos hacer más fuerte a nuestro país?

-Sin duda mediante el ejercicio de las virtudes que acabo de indicar, aquellas que nos conducirán al mejor futuro posible unidas al trabajo y el diálogo. Hoy vivimos instalados confortablemente en el griterío de las opiniones y el gris de las verdades absolutas. La fortaleza vendrá tras borrar todo esto tan negativo como superfluo para escribir lo esencial, llegará desde la convicción de que la meta es el propio camino y que, como bien decía José Luis Cuerda, cada día amanece, que no es poco. Y añadiría que en estos días no nos sobra ni un minuto para hacer de cada segundo el principio de nuestro cambio a mejor.

-El cine, la cultura en general, que papel tiene en España? Es suficientemente apreciada o mimada

-La cultura es el mejor camino para el desarrollo intelectual y emocional de las personas y, por lo tanto, para la construcción de sociedades más libres y conscientes. Y ojalá, también más felices.  Por estas razones, la cultura debería gozar de consideración y respeto en cualquier lugar y en todo momento. Pero bien decía Jardiel que “lo vulgar es el ronquido, y lo inverosímil, el sueño. La humanidad ronca, pero el artista está en la obligación de hacerla soñar”. Y para eso ha estado siempre la cultura mientras nuestro país roncaba a pierna suelta durante mucho tiempo. España ha querido siempre a sus artistas como sustento emocional de nuestra sociedad, especialmente durante el confinamiento, pero olvidando su triste realidad laboral y su incierto futuro. La cultura en nuestro país es trascendental para la construcción social, pero nunca ha sido considerada actividad esencial, no ha sido cuidada ni, por supuesto, considerada tan estratégica como otros sectores. Eso ha producido daño y frustración. Ya he dicho que confío en el futuro y, en un porvenir donde la cultura sea la primera necesidad y la última desterrada.