La escritora Julia Navarro plantea la brecha cada vez mayor entre Oriente y Occidente en su nueva novela'De ninguna parte', a través de la historia de un adolescente que quería un futuro mejor y las circunstancias le convierten en un "monstruo", ya que presencia el asesinato de su familia durante una misión del ejército israelí en el sur de Líbano. Ante los cadáveres de su madre y su hermana, jura que perseguirá a los culpables durante el resto de su vida. Un relato en el que Navarro habla de inmigración y desarraigo utilizando la acción para la reflexión.

En esta novela se mete en la piel un monstruo que siembra el terror allá donde va. Supongo que habrá sido duro. ¿Ha llegado a comprenderlo?

Yo escribo porque intento entender la condición humana, los porqués llenos de claroscuros que todos llevamos dentro. No siempre obtengo respuesta, pero me obsesiona por qué hacemos lo que hacemos. Esta es una novela de acción para la reflexión sobre asuntos que me importan como la distancia cada vez mayor entre Oriente y Occidente, qué pasa con el terrorismo de raíz islámica que ha azotado a Europa en las últimas décadas o con las personas que llegan a vivir entre nosotros de otros lugares con unos códigos de vida, costumbres y creencias muy distintas.

‘De ninguna parte’ suena a desarraigo, a falta de integración. ¿Quién la sufre más, los jóvenes o los mayores?

Los jóvenes. Se ven entre dos mundos, el de sus padres y sus costumbres y el de nuestros códigos de valores. Gestionar esto es muy complicado y, a veces, se sienten de ninguna parte. No son del mundo de sus padres, pero tampoco terminan de verse aceptados por la nueva sociedad en la que viven. Terminan siendo extranjeros de sí mismos. Eso provoca rabia, ira, frustración y desarraigo.

¿Dónde están los límites de la tradición y las costumbres cuando se trata de adaptarse a nuevos códigos y costumbres?

No es un problema de límites, viven esa dualidad. Y cada uno tiene que gestionarla como pueda. Estamos viendo los actos violentos de París, donde los jóvenes tienen explosiones de ira. Y lo que les pasa a esos jóvenes es que se sienten de ninguna parte. La sociedad los mira con recelo y no terminan de integrase. También planteo en la novela cómo gestionar ese desarraigo, y el tercer elemento de esta obra es el papel de los medios de comunicación y qué hay detrás de ellos. Hay una parte importante de la novela que sucede en un plató de televisión.

Usted misma ha dicho que su novela, que empezó hace casi tres años, parece sacada de las páginas de un periódico. ¿Qué sintió cuando vio los últimos acontecimientos en Afganistán?

Me impresionó mucho. Sentí una enorme rabia por la manera en que EEUU y Occidente han dejado Afganistán. Los talibanes han llegado a Kabul sin pegar un tiro, les han permitido que llegaran. Occidente no ha hecho las cosas bien en ese país, pero se había abierto una puerta a la esperanza, sobre todo en el terreno de las mujeres. Y ahora las hemos dejado en manos de unos auténticos verdugos de la libertad.

Nadie entiende cómo la Unión Europea no consigue impedir barbaridades como esta. ¿Encontramos la respuesta en su novela?

Yo no doy respuestas, yo planteo porqués, y cada lector debe darse sus propias respuestas.

La inmigración ha sido una constante en nuestra historia. ¿Por qué no sabemos gestionar los actuales éxodos?

Porque ahora son mucho más masivos y continuos que antes. En la UE, que debería ser una tierra de asilo, que tratara con la dignidad que merecen todos los inmigrantes, a veces no se hace. Es vergonzoso que en el seno de la UE haya campos de refugiados.

¿Cree que tampoco se nos ha educado para convivir con otras culturas y costumbres?

Es un problema de doble dirección, de los que llegan y de los que están. Es algo que tenemos que hacer en común, encontrar esos puntos que nos permitan esa convivencia normal y pacifica.

Asegura que viajaría hacia al futuro si tuviera una máquina del tiempo. ¿No le da miedo lo que está por llegar a juzgar por lo que hay?

Viajaría al futuro por curiosidad, el pasado ya lo conocemos. Yo no veo un futuro espantoso y creo que la sociedad de hoy es mucho mejor que hace un siglo.

¿Cuál es su personaje favorito de esta novela?

El de Nora, la prima de Abir, que es un terrorista. Ella decide dar el paso a la libertad , aunque paga el tremendo precio de ser excluida de su comunidad.