El romance entre Pedro Almodóvar y la Mostra de Venecia ya es oficial. Después de todo, ‘Madres paralelas’ es la primera película que el cineasta -que compite por el León de Oro- estrena aquí tras ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ en 1988, con la que consiguió un premio al Mejor Guion que le supo a derrota; con el tiempo Almodóvar convirtió Cannes en su festival predilecto. En los últimos tiempos, sin embargo, ha habido intercambio de coqueteos. Hace dos años, la Mostra concedió al manchego un premio honorífico que sirvió para limar asperezas, y 12 meses después él vino a Venecia en plena pandemia para presentar el corto ‘La voz humana’ y dar lustre así a una alfombra roja desierta de estrellas. Este miércoles, la presentación de ‘Madres paralelas’ ha proporcionado a la 78ª edición del certamen una inauguración por todo lo alto, y a Almodóvar una enorme ventana al mundo para una película que, precisamente, parece haber sido diseñada para internacionalizar un trauma profundamente nacional.

"La memoria histórica es un asunto que nuestro país tiene pendiente porque, hasta que no se pague la enorme deuda moral que tenemos con las familias de los desaparecidos, que permanecen enterrados en fosas y otros lugares indignos, no podremos cerrar la herida causada por la Guerra Civil", afirma Almodóvar acerca del tema que más fundamentalmente aborda la película. Y lo aborda de forma absolutamente explícita, y con clara voluntad pedagógica. En algunos momentos los personajes se expresan como si estuvieran leyendo párrafos de un libro de Historia, y en otros pronuncian frases del tipo "quien no resuelve el pasado es incapaz de mirar al futuro". Ese didactismo nada sutil resultará chirriante para cualquier espectador español dotado de las nociones básicas acerca de la materia, pero para el público de allende nuestras fronteras puede suponer una perturbadora revelación. Es probable que hasta hoy el coreano Bong Joon-ho, director de ‘Parásitos’ (2019) y presidente del jurado que este año decidirá el palmarés de la Mostra, no supiera que en un país democrático y socialmente avanzado como España hay restos de cadáveres en las cunetas.

Eso basta para considerar ‘Madres paralelas’ como la obra más abiertamente política de su director a pesar de que ese apelativo se antoja exagerado para describir una película que durante la mayor parte de su metraje funciona como un melodrama de manual. El relato arranca cuando dos mujeres de generaciones distintas, Janis (Penélope Cruz) y la adolescente Ana (Milena Smit), coinciden como pacientes en una habitación de hospital. Ambas están embarazadas de forma accidental, pero solo una de ellas se siente entusiasmada con la idea de tener un bebé. "Yo crecí entre figuras maternas omnipotentes y ellas, sobre todo mi madre, inspiraron las madres que he retratado a lo largo de mi carrera, pero ahora me interesan más las madres imperfectas o aquellas que atraviesan periodos difíciles", explica Almodóvar acerca de una premisa argumental que en su desarrollo va envolviéndose de revelaciones y giros relacionados con negligencias médicas, enfermedades terminales y muertes repentinas, atormentados episodios de homosexualidad y violaciones en grupo.

Es un territorio en el que el director se siente seguro; visto lo visto, quizá demasiado. En buena medida, al fin y al cabo, la película es el tipo de retrato de sororidad que ya ha trazado varias veces antes a lo largo de su filmografía, y con mayor sofisticación formal y narrativa. Por supuesto, aquí las vivencias tanto de Janis y Ana como de Teresa (Aitana Sánchez-Gijón) en buena medida tratan de funcionar como elementos de reflexión acerca de la división entre una España que necesita recuperar la memoria histórica, otra que se niega a saldar cuentas con el ayer y una tercera, los ‘centennials’, que ni siquiera saben quién fue el tal Franco. Sin embargo, lo personal y lo social no llegan a interactuar de forma tan fluida como debieran.

Sea como sea, la recepción de ‘Madres paralelas’ en nuestro país -se estrena el 8 de octubre- posiblemente estará menos determinada por sus méritos artísticos que por los prejuicios ideológicos. "Respecto a la posible reacción de la ultraderecha frente a la película, prefiero no pensar en ello, y he decidido que no me daré por aludido", afirma Almodóvar, antes de lamentar que haya "un partido que reacciona contra todo de un modo delirante" y que "dice cosas que rayan en lo inconstitucional". Entre los momentos de la película que más prometen dar de qué hablar hay una alusión a Mariano Rajoy, que en 2015 se jactó de que su gobierno asignaba "cero euros" de presupuesto a la memoria histórica. "Me pareció un insulto superlativo", recuerda el manchego. "El cine tiene la facultad de sobrevivirnos y, gracias a la película, Rajoy quedará eternamente vinculado a esa frase de tan mal gusto y tan dañina".

Contra la pandemia, películas

"El Covid pasará y el cine, en cambio, continuará", ha asegurado este miércoles Bong Joon-ho en Venecia, y ha añadido que la pandemia "ha sido un test que ha servido para demostrar la fuerza vital que poseen las películas". Aunque la pandemia a hecho mucho daño a quienes trabajan en la industria, que han visto cómo las salas se veían obligadas a cerrar en toda partes del mundo, "yo nunca me creí que el cine y quienes lo hacen fueran a rendirse fácilmente", ha añadido el cineasta coreano, que este año encabeza el jurado de la Competición Oficial -entre el resto de jueces se encuentra la directora Chloé Zhao, que el año pasado ganó el León de Oro gracias a ‘Nomadland’ y no pudo viajar a la Mostra para recoger el premio-. Asimismo, Bong ha admitido que entre ellos no existirá un método concreto para juzgar las películas. "Lo importante será respetar los gustos de todos nosotros, que probablemente serán distintos los unos de los otros. Estamos listos para pelear, tal vez hasta el último día".