El actor Daniel Grao (Sabadell, Barcelona, 1976) será el ingeniero británico Alan Turing, el creador del ordenador, en el espectáculo 'La máquina de Turing', una de las funciones más esperadas del XXXVIII Festival de Teatro de Málaga (19 de enero).

Manchester. Invierno de 1952. Tras haber sufrido un robo en su casa, el profesor Turing presenta una denuncia en la comisaría. Este hombre no escapa a los servicios secretos, pues Alan Turing es quien descifró el código nazi Enigma, que los alemanes utilizaron durante la guerra para cifrar sus mensajes. El sargento Ross, encargado de la investigación, poco a poco va descubriendo a un hombre atípico y entrañable del que se hace amigo. Daniel Grao incorpora a Turing y Carlos Serrano a Ross en La máquina de Turing, el intento del autor Benoit Solès de rescatar la figura de un hombre que cambió el destino de todos y que terminó sus días condenado por homosexual, aplastado por la biempensante maquinaria de la Inglaterra de los años cincuenta.

- ¿Qué es lo mejor de La máquina de Turing?

- Que me dirija Claudio Tolcachir. Eso lo primero. Lo segundo, el personaje. Prefiero los personajes que me dan miedo, los que no sé cómo componer. Y eso le pasa a Turing. Fue un reto: me acojoné un poco. Y eso fue buena señal.

- Turing era un tipo difícil.

- Imagínese: quien descifró la máquina Enigma, el que creó el ordenador, un héroe que hizo que la Segunda Guerra Mundial terminase antes y que vencieran los aliados. Un visionario de gran inteligencia, pero con todas las dificultades en el tú a tú: tartamudo, Asperger que termina siendo castrado y abandonado por su país. Turing tuvo la mente más maravillosa del mundo.

- ¿Un biopic?

- Hemos huido de ello. Carlos Serrano, que hace más de un papel, y yo nos dirigimos al público directamente. Vamos adelante y atrás en la vida del ingeniero con el fin de que, al final, se pueda organizar su paso por el mundo.

- Su relación con el teatro es un tanto tardía.

Es que empecé en la tele y luego llegó el teatro. Me estrené con la Portillo, a la que había conocido cuando trabajamos en 'Acusados'. Vivo el teatro como una delicatessen: me han dirigido Del Arco, Messiez, Tolcachir, la Portillo. Y no me considero encasillado: he hecho buenos y malos, feos y guapos. Lo que quiero es que el siguiente personaje no tenga que ver con el anterior.

- Pensaba que vivíamos tiempos salvajes para hacer teatro.

- Y si encima participas un poco en la producción... El teatro es un trabajo vocacional que saca de ti todas las pasiones. El teatro sigue siendo seguro: lo digo como espectador y como actor.

- Fueron los primeros en cerrar.

- Vivimos órdenes absurdas: en los aeropuertos no dejan de decir por la megafonía que guardemos la distancia y cuando subes al avión estamos los unos pegados a los otros. El teatro siempre ha estado en el abismo, pero hemos aprendido muy pronto a hacerlo todo bien.