Eugenio Fuentes (Cáceres, 1958) ha sabido conformarse como una excepción en el mundo de la novela negra. El escritor ha llegado hasta el momento con siete tomos sobre su famoso detective Ricardo Cupido -y otros muchos fuera del 'thriller'- para dejar beber a todos esos fans sedientos de nuevos misterios que resolver. Ahora regresa con 'Piedras negras', ambientada en Toledo y cargada de problemática social y sentimental.

Porque lo de Fuentes se sale de lo habitual se mire por donde se mire. El extremeño ha sabido ubicarse en el podio de aquellos que dejan de lado lo convencional para presentar sus novelas policíacas muy alejadas de lo que ya está contado y analizado. Son los sentimientos los que transportan al literato hasta el año 2004, en esta ocasión a Toledo, para inmiscuirse de lleno en una historia de familia a través de tres generaciones distintas.

- ¿Cómo nace Ricardo Cupido?

- El personaje había nacido, no como detective privado, sino como un chico más de una pandilla de adolescentes que despiertan a la vida en mi primera novela, 'Las batallas de Breda'. Ni él como personaje ni yo como autor sospechábamos que algún día iba a ser detective porque era un chico que iba descubriendo los tormentos que le esperaban entre los adultos. Llevamos juntos 20 años y 7 novelas y todavía hay alguna más pendiente para escribir.

- ¿El escritor y el personaje maduran a la vez? ¿Cómo se llega a la séptima novela con el mismo personaje?

- Creo que hemos llegado hasta aquí porque no lo conozco bien. Lo más importante ha sido lo que Cupido investiga, no él, el personaje como tal nunca me ha interesado demasiado."Estaba fatigado como lector de ese tópico del detective alcohólico y mujeriego"

Lo que me interesaba era lo que veía. Cuando vemos un accidente o percance en la tele nunca nos fijamos en el guardia o en el médico que está asistiendo a una persona, los ojos se nos van al cadáver, eso es lo que nos interesa, la sangre y la tragedia. Cupido es el que ve, el que mira y se pregunta, pero no lo que se pregunta y tampoco lo que se mira. Precisamente porque no sé mucho de él es por lo que sigo escribiendo sobre él.

-¿Alguna vez se ha cansado de él?

-No me he cansado porque he ido alternando. He hecho estas novelas sobre Cupido, que ha sido más mediático, pero tengo otra escritura al margen, más numerosa que estas novelas, y así no he sentido sensación de fatiga. Por primera vez me han preguntado que si voy a matar a Cupido y la verdad es que lo veo muy vivo. Solo se que cuando muera lo hará haciendo honor a su nombre, de un flechazo.

- ¿Por qué Cupido es distinto?

- Estaba fatigado como lector de ese tópico del detective alcohólico, mujeriego, hecho polvo estaba exhausto ese modelo, al igual que el detective típico de la novela anglosajona. La novela negra está viviendo una revolución. Yo como lector esperaba algo nuevo y los lectores tienen que decir si les gusta.

- ¿Cuándo hizo la primera novela sobre Cupido imaginó llegar a la séptima?"Yo no soy quién para decir en mis libros cómo tiene que pensar la gente"

- No. Hice 'El interior del bosque' creyendo que sería la única. Escribí otras dos y tuve que parar. Preguntarse por los motivos por los que la gente mata, está dolida y hecha polvo... es muy fatigoso, incluso emocionalmente,

- ¿Para meterse en esos mundos oscuros ha investigado mucho?

- No, ha fluido la imaginación.

- Se desarrolla en el año 2004, el de los atentados del 11M...

- Este año es muy especial, es el epicentro del 'boom' inmobiliario, es el año en el que se anuncia Facebook al mundo sin saber lo que vendría, es el año de los GPS. Además suceden los atentados de Atotxa. Estamos en un mundo que ya mostraba indicios de alguna pesadla que se avecinaba y no supimos ver. Me venía muy bien este año para hurgar en este poderío y la porción que generaba tanto dinero público en manos de algunos indeseables.

- ¿La elección de estos temas fue algo personal o social?

- Discrepo de ese tópico que dice que la novela negra es el género que denuncia los males de la sociedad. Hay poemas que pueden hacerlo también. No creo que la novela negra tenga que ser el 'speaker' de la crisis económica ni cargar con la responsabilidad de denunciar los males. Me gusta decir que sería una limitación, una mutilación a la propia novela negra, como un cocinero que solo hiciera pescado. Yo no soy quién para decir cómo tiene que pensar la gente.

Aparecen estos temas porque los da la propia dinámica de la novela. Mis novelas son como moluscos que se oponen y se acorazan contra el mundo, pero cuando lo abrimos es tierno y nacarado. Mis novelos no se limitan a lo externo, hurgan en las heridas que provoca en el interior del molusco. La gente no muere por mafias, la gente muere por conflictos emocionales, historias familiares, despechos cuestiones más cercanas.