Gabriel García Márquez cumpliría este martes, 6 de marzo, 91 años de edad, si una neumonía no nos lo hubiera arrebatado el 17 de abril del año 2014.

Del escritor colombiano, a quien todo el mundo le llamó cariñosamente Gabo, colegas y amigos, escritores y periodistas, han dicho que lo que más extrañan no sólo es su talento para escribir novela, cuento y artículos periodísticos, sino también su "actitud política valiente y coherente".

Nacido en Aracataca (Colombia) el 6 de marzo de 1927 a las nueve de la mañana, como el mismo autor refiere en sus memorias, tristemente este es un martes más 'sin Gabo', escritor cuya trayectoria literaria arrancó con 'La hojarasca' en 1955 y concluyó con 'Memorias de mis putas tristes' de 2004, pasando por su obra cumbre, 'Cien años de soledad', la misma en la que nos ha dejado a muchos.

Si 'Cien Años de Soledad' fue una de las obras más reconocidas y queridas de la producción literaria de García Márquez, tal vez el destino quiso que el escritor falleciera un Jueves Santo, igual que Úrsula Iguarán, uno de los personajes de ficción de esa novela.

Gabriel José de la Concordia García Márquez pasó sus primeros años al cuidado de sus abuelos maternos, quienes lo marcaron: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil Días, quien fue su cordón umbilical con la historia y con la realidad, mientras que Tranquilina Iguarán, con sus fábulas y leyendas familiares, fue la fuente de la visión mágica, supersticiosa y sobrenatural de la realidad.

Aunque inició estudios de derecho, los dejó inconclusos, pues su verdadero interés era el periodismo. El mismo Gabo señalaba en una entrevista concedida a Radio Habana en julio de 1976 que su primera y única vocación era el periodismo. "Yo nunca empecé siendo periodista por casualidad --como muchas generaciones-- o por necesidad, o por azar. Yo empecé siendo periodista, porque lo que quería era ser periodista", dijo entonces.

'Cien años de Soledad'

El escritor estadounidense William Faulkner también ejerció una gran influencia en el Premio Nobel de Literatura 1982 y en su forma de contar historias que detonó en lo que se conoció como realismo mágico, corriente en la cual 'Cien años de soledad', es una de las obras más emblemáticas. Desarrollada en el pueblo mítico de Macondo, territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico.

De ese libro, el poeta chileno Pablo Neruda, señaló que "es la mejor novela que se ha escrito en castellano después del Quijote". Muestra de ello, es que es uno de los libros latinoamericanos que más traducciones tiene, a 30 idiomas por lo menos, y que mayores ventas ha logrado, convirtiéndose en un bestseller mundial.

El poeta Hugo Gutiérrez Vega destacó que "la novela emblemática de Gabriel García Márquez y su aportación fundamental a la literatura, no sólo latinoamericana sino universal, es 'Cien años de soledad', una novela que se puede colocar al lado de las grandes novelas escritas en la historia de la literatura".

Dentro de la corriente del realismo mágico, indicó que en el caso de México, la novela por excelencia es 'Pedro Páramo' de Juan Rulfo, y en el caso de Gabriel García Márquez, 'Cien años de soledad', aunque reconoció "yo soy más aficionado a otras novelas como El amor en los tiempos del cólera".

Cordon Press

Hugo Gutiérrez Vega, Premio Nacional de Ciencias y Artes, consideró que Gabo es un novelista, claro, transparente, que escribe con sencillez y naturalidad, pero advirtió que también tuvo incursión en la novela experimental con 'Crónica de una muerte anunciada', "yo creo que ahí la estructura novelística es novedosa y es otra la actitud frente a la naturalidad narrativa que es la que caracteriza el trabajo de García Márquez".

Por otro lado, el poeta, académico y diplomático recordó la actitud política de García Márquez que fue valiente y coherente, además de poseer una bondad humana, todo lo cual es "suficiente para mantener viva y presente su memoria".

Y es que, como señaló el escritor y director de la Fundación para las Letras Mexicanas, Eduardo Langagne, "en una época de cinismo exacerbado, algunas dosis de compromiso que abanderaron los miembros de la generación latinoamericana de García Márquez es una característica muy resaltada"

Ver el mundo de forma diferente

En el marco del natalicio del autor colombiano que se cumple este viernes 6 de marzo, el primero sin su presencia, el periodista en temas culturales Javier Aranda aseguró que lo que más se extraña de Gabo es su prosa, con la cual siempre nos dejó ver el mundo y las cosas, de una manera diferente.

"El conocido mundo de los dictadores por ejemplo, nos lo hizo ver de otra manera, en donde los dictadores viejos, con poder o ya sin él, o no con todo de su lado, pues padecen enfermedades y lo único que esperan es tener un cheque a la mano para sobrellevar la vejez, la vejez que todos enfrentamos".

Su gran aportación a la literatura es que Gabo nos presenta "un mundo realmente que no habíamos visto a pesar de tenerlo tan cerca y también estructuras diferentes de escribir, con una gran capacidad, con una gran calidad, como para atrapar con algunas líneas a los lectores, la prosa de Gabriel García Márquez tiene imágenes realmente que se te quedan en los oídos, porque son muy fuertes y eso es parte del entramado de su prosa, que siempre provoca una lectura gozosa e invita a seguir metiéndote en el mundo que te está presentando".

Se trata de un efecto que el colombiano logra en textos periodísticos como 'Relato de un náufrago', pero también en libros tan elaborados como 'Cien años de soledad', en el cual "si uno revisa el primer párrafo se puede dar cuenta de que ahí está toda la novela, en ese párrafo inicial y el desarrollarlo, el mantener esa estructura o convertir a la novela en las ondas expansivas de ese primer párrafo, no cualquier escritor lo puede hacer".

El también escritor y periodista René Avilés Fabila aseguró que lo que más se extraña de García Márquez es "su talento, que generosamente nos entregó a todos los lectores del mundo a través de libros extraordinarios, novelas y cuentos y desde luego también, su periodismo, que fue excepcional".

Y es que la vasta obra de García Márquez incluye títulos como 'El coronel no tiene quien le escriba' (1961), 'Relato de un náufrago' (1970), 'Crónica de una muerte anunciada' (1981), 'El amor en los tiempos del cólera' (1985), 'Doce cuentos peregrinos' (1996), 'Del amor y otros demonios' (1994) y 'Noticia de un secuestro' (1996), entre otros.

Generosidad y rigor

Como un hombre de amplia generosidad y simpatía sin duda, definió al autor del que, dijo, todas sus obras son impecables, rigurosas, espléndidas. Sin embargo, René Avilés Fabila recordó que sus primeros cuentos, son los antecedentes de la gran obra maestra que es Cien años de soledad.

"Yo los leí en orden y cuando me correspondió leer 'Cien años de soledad', la emoción fue mucha, había dividido a la literatura en antes y después, recuerdo la impresión que me produjo, yo tendría no muchos años, pero me acerqué, la compré, tengo la primera edición y me la firmó, con sencillez y con modestia".

Pese a la maestría lograda en 'Cien años de soledad', Javier Aranda advirtió que Gabo tiene otros libros espléndidos que son insuperables, como El amor en los tiempos del cólera que ya son clásicos, "son libros irrepetibles, ni siquiera son imitables, son únicos porque tienen ese magnetismo que solamente la poesía puede atrapar de los lectores".

Para Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, lo más asombroso de García Márquez "es el carácter, digamos, musical, redondo, rítmico de su prosa, es una prosa que yo creo que la adiestro en la poesía, era un gran lector de poesía".

Además de sus grandes novelas, un rasgo a resaltar es que Gabo era un cuentista extraordinario.

Aunque 'Cien años de soledad' es la obra emblemática de Gabo, el director de la Academia Mexicana de la Lengua advirtió que en lo personal no cree en el realismo mágico, pues al ser racionalista, es partidario de lo "real maravilloso" como decía Alejo Carpentier.

Como "la misma realidad es maravillosa, no hay transgresiones de las leyes de la naturaleza en los relatos, en la narrativa de Carpentier, mientras que si hay una transgresión de estas leyes en el realismo mágico de García Márquez, pero eso no le quita a ninguno de los dos la grandeza como escritores".

Sin embargo, lamentó que 'Cien años de soledad' haya eclipsado al resto de las obras del colombiano, pues dijo, "no es justo que eso suceda porque tiene obras también muy buenas, por ejemplo, El general en su laberinto es una obra muy buena, no me importa si es auténtica o no, desde el punto de vista histórico respecto de Bolívar, pero tal como escribe esa biografía, merece haber sido así".

Pliegues del alma humana

El gran logro de García Márquez, apuntó Eduardo Langagne, es que supo "encontrar epifanías en lo cotidiano. Conocer el hielo se vuelve algo milagroso en la prosa de García Márquez. Por otra parte, para cualquier escritor, lo que logró en los textos costeños, los años de su gestación como escritor en el Caribe (Cartagena y Barranquilla), es algo incalculablemente valioso".

Recordó que así como Jorge Luis Borges no salió de Buenos Aires por más de tres décadas y se formó en las librerías y bibliotecas de la capital argentina, "García Márquez hace lo propio observando y volviendo a observar la realidad del Caribe, pero traduciéndola a una prosa que no se permitía ningún tipo de autocomplacencia. Por eso Vivir para contarla es un libro que en algún momento de nuestras vidas sería saludable leer por quienes nos dedicamos a la literatura".

Las historias de Gabo, añadió, revelan pliegues del alma humana que sin sus historias no imaginaríamos que existen. "Fermina Daza, Florentino Ariza, los Buendía, Melquiades, Santiago Nasar, Eréndira son sólo algunos de los nombres que nos llevan al nudo macondiano o más allá de él. Nos acordamos de estos y otros personajes porque el volumen que adquieren gracias a la invención literaria de García Márquez ayuda a profundizar el conocimiento de nosotros mismos".

Como señalaba la escritora Isabel Allende, "él es el maestro de los maestros", pues cuando se dio el boom de la literatura latinoamericana con una novela de Mario Vargas Llosa, el mundo entero se dio cuenta que teníamos grandes escritores y aunque era un coro de muchas voces, la voz más importante fue García Márquez con Cien años de soledad.

"Y cada novela que escribió después no tan sólo fue aclamada por la crítica y traducida, y tuvo innumerables premios, sino que también eran novelas populares. Era como leer Dickens o Balzac. La gente en las calles lee a Gabriel García Márquez. Cada libro que escribió fue aclamado. Así que, en cierto modo, él conquistó lectores y conquistó el mundo y le habló al mundo acerca de nosotros, los latinoamericanos, y les hablo de quienes somos. En sus páginas, nos vimos en cierto modo reflejados en un espejo", expresó el poeta y promotor cultural Eduardo Langagne.

México, parte fundamental de su vida y su obra

Desde principios de los años sesenta, Gabriel García Márquez fijó su residencia en México, luego de ejercer como corresponsal de la agencia Prensa Latina en Estados Unidos, donde recibió amenazas y críticas.

Al país azteca también llegó como periodista, recordó Hugo Gutiérrez Vega, por lo que "conoció bien a México, porque siendo periodista entró a los distintos ámbitos y recodos y rincones del país, él se consideraba colombiano, seguía siendo colombiano, no sólo por nacionalidad sino por actitud ante el mundo, ante la realidad, pero al mismo tiempo era mexicano, sus dos residencias eran México y Colombia aunque llegó a ser un ciudadano del mundo".

Jaime Labastida destacó que lo fundamental de su obra, lo hizo en México, "él vivió aquí, no se olvidó de Colombia, mantenía una casa sobre todo en Cartagena de Indias, pero él se hizo finalmente en México, a México le debe, digamos, la mayor parte de su vida adulta y por lo tanto vida consciente y aquí murió además".

'Cien años de soledad' fue hecha en México. El mismo Gabriel García Márquez contaba que desde joven quería escribir una novela en la que sucediera todo, pero le faltaba experiencia vital y experiencia literaria.

Fue a finales de 1964, cuando se dirigía con su familia a Acapulco que, "como una revelación, encontré exactamente el tono que necesitaba. Y el tono era contarlo como contaba las cosas mi abuela. Porque yo recuerdo que mi abuela contaba las cosas más fantásticas, y lo contaba en un tono tan natural, tan sencillo, que era completamente convincente. Y entonces no llegué a Acapulco. Regresé y me senté a escribir Cien años de soledad", relata.

Aunque México lo recibió con los brazos abiertos, René Avilés Fabila advirtió que quizás su talento hubiera triunfado en Colombia, en Cuba o en Francia, lugares que él amaba, pero también se le puede ver, junto a otros, como "escritores mexicanos, muy formados entre nosotros y eso es también de agradecer con toda sinceridad".

Interés por el cine

En México también desarrolló su particular interés por el cine, que inició con su participación en el cortometraje surrealista La langosta azul de 1954 y continuó en este país con sus adaptaciones a El gallo de oro, cuento de Juan Rulfo, junto con Carlos Fuentes y Tiempo de morir.

Además entre 1965 y 1985 fue guionista de películas como En este pueblo no hay ladrones, Juego peligroso, Patsy, mi amor, Presagio, La viuda de Montiel, María de mi corazón, El año de la peste y Eréndira. Además dirigió la adaptación de las cintas Crónica de una muerte anunciada y Edipo Alcalde.

Sin embargo, fue su carrera literaria la que se vio coronada con el Premio Nobel de Literatura en 1982 que disputó con autores de la talla de Graham Greene y Günther Grass y del cual, Juan Rulfo señaló que "por primera vez después de muchos años se ha dado un premio de literatura justo".

Además fue reconocido con el Premio de la Novela ESSO por La mala hora (1961), el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Columbia en Nueva York (1971), el Premio Rómulo Gallegos por Cien años de soledad (1972), el Premio Jorge Dimitrov por la Paz (1979), la Medalla de la Legión de Honor de Francia en París (1981) y la Condecoración Águila Azteca en México (1982).

Su vocación periodística, de la cual Javier Aranda destacó trabajos como las crónicas "que escribió de muy joven cuando era corresponsal en Europa, que ya muchos escritores buenos, quisieran tener la facilidad, la visión, la prosa de García Márquez", lo llevó a crear en 1994 la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), con la finalidad de ayudar en la formación de jóvenes periodistas y estimular nuevas formas de hacer periodismo.

Y fue en la ciudad de México, el 17 de abril de 2014, que Gabo falleció, a quien se brindó un sentido homenaje en el Palacio de Bellas Artes, con la presencia de los presidentes de México, Enrique Peña Nieto y de Colombia, Juan Manuel Santos, del presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa así como de más de 50.000 personas que acudieron a despedirlo en medio de la lluvia de mariposas amarillas.