Tras el carácter sobrio y la meticulosidad con el que abordó su anterior álbum, Ariel Rot vuelve a sus fueros con "La manada", un nuevo disco de "emociones desbocadas" que rebosa rock expansivo y catarsis personal.

"La sensación que tengo es de que es el disco de una persona con una vida intensa y larga, que se desnuda y de forma honesta cuenta sus vivencias y emociones", condensó hoy su autor durante una charla con Efe, antes de que este viernes se ponga a la venta su decimocuarto disco en solitario.

Este "La manada" (Warner Music) llega tres años después de "La huesuda", un disco atípico y, según dijo entonces, "valiente, en el que rompía con los clichés stonianos y tequileros" que se esperaban de él.

"No estaba seguro de si sería un paréntesis estilístico o un nuevo camino a seguir, pero esta vez, para volver a inspirarme, necesité un revulsivo, que fue este disco más espontáneo y eléctrico", cuenta el argentino.

Tras "un momento caótico de mucha catarsis personal", decidió "no pensar demasiado y empezar a soltar y a escribir material".

"Vi que no eran emociones escondidas, sino desbocadas", afirma Rot, quien, a sus 56 años, destila en sus textos cierta nostalgia, que canta a las circunstancias de su oficio y también, como hiciera en "La huesuda", al inexorable avance del tiempo.

"A veces, en el proceso de tránsito a la madurez que uno rechaza y que puede pasar a los 40 o a los 50, llega un momento en que ya no puedes ocultar más determinados síntomas emocionales y físicos y empieza la crisis", confiesa el músico, extrañado de que "se hable tan poco de la muerte y del paso del tiempo en la música, sobre todo en artistas que ya tienen una edad considerable".

El álbum, producido de nuevo por José Nortes, arranca con el rock en mayúsculas de "Una semana encerrado" y, sin perder coherencia narrativa o musical, se pasea por otros estilos del género más cercanos al jazz ("Vagabundo"), el swing ("Me voy de viaje"), el formato casi acústico ("En el borde de la orilla") o la balada.

Precisamente, en este terreno se descubre con un gran segundo corte titulado "Solamente adiós", el "más producido" en un álbum que pasa por haberse grabado "prácticamente a pelo", a la antigua usanza, "con una misma banda encerrada en el estudio hasta que salieran las canciones".

"De todos ellos, 'Solamente adiós' fue el único tema compuesto con piano, y eso que esa fue la única regla que me puse para este disco: no componer con el piano, pero las reglas están para romperlas, y el resultado tiene algo clásico, a pesar de que la producción no lo sea, algo de canción melódica o bolerística", explica.

También destaca la presencia en "Espero que me disculpen" de la joven banda española Los Zigarros en la canción "más roquera y frenética" del disco.

"Sentí que tenía que grabarlo con una banda que tocase y girase junta, engrasada y efectiva. Me sentaron muy bien esas sesiones con ellos, volver a sentir el espíritu fraternal de una banda", dice.

El 15 de octubre inicia en Toledo (centro) su nueva gira, que realizará en un formato nuevo para él, el de cuarteto musical, y que le llevará por toda España hasta finales de diciembre.