Enhorabuena a todos. Si el año pasado Alpha Decay oficiaba el bautizo en castellano del galés Iain Sinclair con esa antología que tituló La ciudad de las desapariciones, ahora da un paso más y, de su mano, lleva al lector a cruzar el Atlántico. Quienes se sumieron con Sinclair en su mordaz viaje crítico por las mutaciones de Londres en las cuatro últimas décadas adivinan bien que saltar con él a Estados Unidos es zambullirse en una fascinante prospección sin límites previsibles.

Sinclair tiene allí a muchos de sus maestros espirituales -empieza rastreando la huella del poeta Charles Olson o los bandazos de la "beat generation" y ya no para- pero también tiene una facilidad especial para enlazar asuntos con velocidad de áspera centrifugadora y una curiosidad psicogeográfica muy bien adiestrada en descubrir huellas humanas en cualquier paisaje. Si el resultado fuera una delicia, sería suficiente. Pero es que, además, el lector aún no se imagina lo mucho que American Smoke va a iluminar sus visiones de Estados Unidos.