La llegada a España del Rock or Bust World Tour de AC/DC es ya inminente: Angus Young y los suyos se presentarán este viernes en el Estadio Olímpico Lluis Companys de Barcelona, en una primera toma de contacto que tendrá todavía dos calambrazos más el domingo 31 de mayo y el martes 2 de junio en el Estadio Vicente Calderón de Madrid. Sumando el público de los tres conciertos, AC/DC volverá a darse su enésimo baño de masas y congregará en nuestro país a más de 160.000 personas (aunque efectivamente, muchas harán dobletes y tripletes de asistencia). Una cifra en cualquier caso musculosa que demuestra que el poder de convocatoria de la banda sigue intacto. Y eso que las entradas cuestan entre 85 y 90 euros.

Pero AC/DC son uno de los nombres esenciales en la historia del rock, y a esta gira que celebra su 40 aniversario le acompañan desde su gestación los rumores de despedida final, sobre todo teniendo en cuenta la retirada forzosa por enfermedad de su guitarrista fundador, Malcolm Young. Lógicamente, el paso de los años y el camino recorrido desde 1973 también pesan. En cualquier caso, la parroquia rockera patria está de celebración, sacando brillo a sus armas, desempolvando sus descoloridas camisetas, repasando viejas canciones que en realidad siempre estuvieron más que presentes en sus vidas. La ceremonia de la electricidad y el cortocircuito sónico se acerca a tu ciudad y AC/DC siguen arrasando. ¿Por qué?

Electricidad

Efectivamente, AC/DC son electricidad primitiva sin canalizar. Sin electricidad el rock no tiene razón de ser, de la misma manera que el rock no tiene sentido sin AC/DC, una banda capaz de recargar las pilas de cualquiera que se cruce en su camino. Un chute de energía desbordante que, desde sus amplificadores, podría iluminar todo tu barrio. Y el de al lado.

Cortocircuito

Claro que, si nos pasamos de recarga, si nos pasamos de vatios, si nos pasamos de intensidad, podemos llegar al cortocircuito. AC/DC juega con ese límite de lo que resulta soportable cargando sus recitales de una corriente constante que va pasando de uno a otro de los asistentes, desde la primera fila a la última. Es la enajenación total, el éxtasis, el cortocircuito de las almas. ¡Hágase el rock!

Carisma

A pesar de los cambios en su alineación a lo largo de los lustros, AC/DC no solo desprende electricidad, sino que también transmite toneladas de carisma. Este apartado se centra en el vocalista Brian Johnson y, sobre todo, en ese Angus Young que, a pesar de haber cumplido ya sesenta años, sigue siendo aquel demente escolar que se revuelca por el suelo aferrado a su guitarra Gibson SG para jolgorio y alboroto del gentío.

Ceremonia

Cuando el rock es trascendente se convierte en un ritual. Los conciertos de AC/DC son una de esas ceremonias que aúnan a miles de personas de procedencias diversas, pero que durante dos horas sienten como sus corazones trotan al mismo ritmo. Todavía hay misticismo y leyenda en algunas bandas. Y ese ambiente de culto religioso casi se puede palpar con los dedos con AC/DC.

Canciones

Se les acusa de hacer siempre la misma canción y puede ser cierto. Pero en su monolítica trayectoria han facturado himnos como Highway to Hell, Back in Black, Hells Bells, For those about to rock (we salute you), Thunderstruck, Whole lotta Rosie, Shot to Thrill, Touch too much, ... y Rock or Bust, la que da título a su último trabajo y que es toda una declaración de intenciones: ¡Rockea o revienta!