Un cielo gris, plomizo, y un viento frío, típico de la Castilla delibeana en esta época del año, anunciaron a los cuatro rincones de Valladolid que uno de sus hijos predilectos, el escritor vivo más traducido de España, había muerto. La Plaza Mayor de la localidad se convirtió en el escenario por donde discurriría, atestado de curiosos, el último capítulo de la vida pública de Miguel Delibes.

Banderas a media asta y crespones negros, aplausos y gritos de «Maestro, maestro». Siete nietos del escritor levantaron a pulso el ataúd y lo llevaron por las escaleras de la Casa Consistorial, ante la mirada de su gran familia -estaban presentes seis de sus siete hijos-, la corporación municipal, autoridades provinciales y regionales y el pueblo, protagonista y destino último de sus obras.

A lo largo de todo el día, miles de personas (alrededor de 18.000) admiradores de la obra o simplemente vecinos del escritor, se acercaron al Ayuntamiento para despedirse de Miguel Delibes en su capilla ardiente, instalada en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Valladolid.

Por la capilla ardiente pasaron gentes de todas las edades y condiciones, ante todo lectores y admiradores del literato, además de personalidades de la política y la cultura. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde; el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera; la consejera de Cultura, María José Salgueiro; el presidente de las Cortes, José Manuel Fernández Santiago; y la corporación municipal del Ayuntamiento de Valladolid en pleno, entre otros, presentaron sus respetos ante la familia y los restos del autor de «Las ratas» y «Los santos inocentes».

Primeras figuras del mundo de la interpretación, y convecinas, como Lola Herrera, la eterna intérprete de Menchu en «Cinco horas con Mario», y Concha Velasco tampoco quisieron dejar pasar la oportunidad de despedir a un escritor y amigo, así como compañeros del oficio, como Gustavo Martín Garzo, Joaquín Díaz, Elena Santiago y Esperanza Ortega.

El alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, destacó el respeto y «reconocimiento» manifestado por los vallisoletanos en la capilla ardiente, lo que en su opinión demuestra el sentimiento que sentían por su paisano, un hombre «serio» pero «cercano» y «próximo».

Castilla y León vivirá hasta mañana domingo tres días de luto oficial ante el sentimiento de «orfandad» que deja un escritor «inmortal», según avanzó ayer el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera. El presidente confirmó que entre los actos de homenaje que se sucederán en los próximos días figura la colocación en el parlamento autonómico de un retrato del literato, obra del pintor Álvaro Delgado, que ha sido adquirido por las Cortes de Castilla y León.