Seguramente, el fallecimiento del maestro de las letras castellanas y leonesas impulse ahora la lectura de su legado. Pero la muerte de Delibes no deja de ser un motivo de tristeza para la Comunidad, su Valladolid natal y, sobre todo, sus lectores, amén de sus familiares. El luto se escenifica en Zamora en los edificios de la Junta de Castilla y León, cuyas banderas ondean a media asta, tal y como apuntó ayer el delegado de la Administración regional, Alberto Castro. Además, la Delegación provincial de Cazadores guardó ayer un minuto de silencio antes de celebrar sus elecciones. Ayer mismo, más de 11.000 personas pasaban por la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento de Valladolid.

Las reacciones se han ido sucediendo. «Con la muerte de Delibes se para un poco una parte del corazón de Valladolid, la más inteligente y melancólica» aseguraba el músico, escritor y etnógrafo zamorano Joaquín Díaz, quien añadió que «convendría recordar que sus personajes son universales y eternos, tan humanos y con ese lenguaje exquisito y ajustado que él les daba», según recoge Ical.

El primer presidente de la Autonomía, el zamorano Demetrio Madrid ha destacado que «se marcha uno de los personajes más importantes de la época para Castilla y León, España y las letras europeas y mundiales». Madrid también afirmó que «siempre fue y será un referente para aquéllos que con él fueron amantes de su tierra y expresaron el sentimiento de Castilla».

Cargos políticos locales se han sumado al pésame y al reconocimiento de la figura de Delibes como uno de los grandes exponentes españoles de las letras. «Ante todo, se ha ido un gran humanista», decía ayer en Zamora el delegado estatal en Castilla y León, Miguel Alejo.