La primera reacción tras citar el nombre del maestro Delibes no es para describir su obra, sino al ser humano. Al Delibes hombre que ha dejado una huella eterna a través de sus libros, sí, pero también del respeto que imponía, de la cercanía que ofrecía, de su conversación o de sus cartas. Destinatario de algunas de ellas era el periodista zamorano Julio César Iglesias, a quien el maestro llamaba simplemente «Iglesias». «Yo le escuchaba siempre como un alumno lo hace a un profesor. Por eso, cuando recuerdo a los profesores del Claudio Moyano, particularmente a Ramón Luelmo, siento que tengo delante a Delibes».

La relación entre el periodista y el entrevistado siempre fue distinta con el autor de «Los santos inocentes» delante. «En el quehacer diario de la radio, nada me ponía más nervioso que entrevistarle. Siempre terminaba encantado y toda conversación me sabía a poco, porque siempre creaba una atmósfera familiar que a mí me reconciliaba con la vida y me permitía reconocer el escenario que yo he vivido desde niño», se sincera Iglesias.

El fermosellano confiesa que «he tenido muchas conversaciones con él sobre naturaleza, porque era un naturalista profundo. Tengo la impresión de que empezó cazando perdices y acabó siendo amigo de ellas», añade el periodista.

Quien también recibió sus cartas fue el escritor Jesús Ferrero. En la última de sus misivas «hace ya varios meses», Delibes le transmitió que se encontraba «mal físicamente, con muchos dolores» e «insistía en abandonar la vida», «que Dios se lo llevara, en el sentido más castellano». El zamorano sostiene que el autor de «El Camino» consideraba que ya había concluido su obra con «El Hereje». Ferrero lamenta la pérdida de Delibes al que califica de «un hombre admirable que se ha ido con los deberes hechos» a la par que sostiene que «encarnaba una bondad personal y la excelencia de su obra y estas dos facetas están tremendamente vinculadas con su sentido de la Justicia». «Si algo he aprendido del Delibes narrador es lo ecuánime que es con todos sus personajes, que hace justicia poética» y ahonda: «La Justicia flota en sus obras como idea fundamental».

El premio Anagrama 2009 defiende que la correspondencia que mantuvo con el vallisoletano le ha permitido profundizar en «cómo construir un relato, cómo mantener la tensión en una obra y cómo ser justo con los personajes, sin caer en el maniqueísmo».