El georradar detecta "anomalías" vinculadas a estructuras en el subsuelo El Viso
Las primeras prospecciones arrojan "noticias esperanzadoras" sobre la hipótesis de que en el castro vacceo se asentara una población importante
Investigadores de la Universidad Pedro Olavide de Sevilla y la Universidad de Valladolid colaboran en el proyecto arqueológico

Mónica Moreno Falcón manejando el georradar en el castro de El Viso | I. G.
Los resultados iniciales de las primeras prospecciones realizadas con el georradar de la Universidad Pedro Olavide de Sevilla en El Viso arrojan "noticias esperanzadoras" en la medida que detectan "anomalías" vinculadas a posibles estructuras que podrían estar asociadas a los silos y dependencias descubiertas en las excavaciones realizadas la semana pasada. A la espera de los resultados y la interpretación técnica completa, los datos iniciales sí detectan "anomalías en el subsuelo que nos pueden indicar que estamos ante un yacimiento de mucha más perspectiva" apunta Aitor Labajo, arqueólogo del equipo que realiza la campaña en el yacimiento vacceo de El Viso, datado en torno al siglo V a. de C.
Ayer comenzaba una nueva fase en la campaña que dirige un equipo de cinco arqueólogos en el yacimiento prerromano situado en Bamba del Vino, en el término de Madridanos (Zamora). Esta vez se trata de identificar y delimitar posibles estructuras subyacentes que, de confirmarse, constituirían la base para futuras campañas en el poblado vacceo situado en el castro que domina la comarca del Vino. El georradar es una herramienta nada intrusiva porque no requiere de excavaciones y a través de ultrasonidos trata de identificar cambios en los materiales enterrados.

Paso del georradar cerca de la zona excavada la pasada semana | CEDIDA
El equipo madrugaba para llevar a cabo el trabajo de campo. Tras realizar un trazado del terreno a prospectar, Mónica Moreno Falcón, conservadora e investigadora de la Universidad Pablo Olavide, se ponía a los mandos del georradar en una superficie previamente desbrozada. Junto a ella trabaja un arqueólogo del grupo de investigación Implicaciones Tecnológicas en Procesos Arqueológicos, Museológicos y de Gestión Patrimonial de la Universidad Pablo Olavide que dirige Rafael Hidalgo Prieto.
"Si hay un silo que se ha excavado en la roca madre del terreno, deberíamos identificar ciertas diferencias que luego tocará interpretar y ver de qué se trata. Porque el equipo indica dónde hay cambios en el suelo y qué tipo de materiales para que luego los arqueólogos puedan interpretar los datos" explicaba Mónica Moreno.
Tras una prueba para comprobar el funcionamiento del georradar sobre el terreno, se escaneó el área con una malla más densa que permita obtener "un mapa de colores con las zonas don hay más cambios; si es alargada puede tratarse de una zanja o una estructura de muro. O si hay perturbaciones con formas circulares puede estar identificando una vivienda o un silo, depende de las dimensiones. Según lo que vaya saliendo en el subsuelo haremos mallas más densas en una parte o en otra" precisaba Mónica Moreno sobre el trabajo con el georradar que puede aportar información a una profundidad de 4 ó 5 metros. Un GPS va marcando la posición y a medida que se va desplazando toma información del terreno.

Mónica Moreno con Aitor Labajo y Javier Pinto observan la pantalla | I. G.
Entre los expertos desplazados esta semana a El Viso está también Javier Pinto, físico y director del Grupo de Investigación AHMAT de la Universidad de Valladolid, un equipo multidisciplinar que trabaja en el ámbito de la arqueometría y otras líneas de investigación asociadas. "Nuestra contribución en este proyecto es la parte del tratamiento de datos, hacemos un poco de nexo entre el lenguaje físico-químico y el lenguaje arqueológico" explica el experto.
"El radar de suelo es una técnica geofísica y la interpretación de los datos, con mapas tridimensionales de las estructuras, aporta una información accesible para que las autoridades o los habitantes de la zona puedan entender lo que hay por debajo de la tierra".
La precisión de esa interpretación "depende mucho del tipo de materiales. En este caso, visto lo que ha salido de la excavación, esperamos que haya un suelo de tierra y debajo, sobre la roca madre del sustrato, que estén talladas las estructuras, bases de cimientos, silos u hogares" indica Javier Pinto.

Javier PInto y Mónica Moreno durante la prospección con el georradar en El Viso / I. G.
"Siempre puede haber sorpresas, pero en este caso podemos tener un buen contraste al tratarse de tierra más o menos compacta y roca. Cosa muy distinta sería el adobe y la tierra, donde no hay tanta distinción a nivel de comportamiento físico de radar. Pero aquí sí que tenemos esperanza de poder seguir las estructuras que se han visto en la excavación y obtener idealmente un pequeño trazado de lo que podría ser esta población" precisa este físico de la Universidad de Valladolid.
"El georradar es muy útil para prospección porque te aporta datos que ayudan a tomar decisiones científicas de una manera más coherente e informada" explica Mónica Moreno, investigadora del Equipo de Patrimonio, Tecnología y Medio Ambiente de la Universidad Pablo Olavide que dirige María Pilar Ortiz Calderón. En el caso del yacimiento El Viso esto es importante para determinar qué zonas de excavación pueden ser más interesantes de cara al próximo año para dar continuidad a los trabajos iniciados por los arqueólogos Carlos Sanz, Aitor Labajo, Mónica Salvador, Raúl Martín y Elvira Rodríguez.

Mapa de calor con datos obtenidos por el georradar en El Viso donde los colores indican la intensidad de las señales / Cedida
Tras una semana sobre el terreno, con la ayuda de voluntarios de Bamba, Madridanos, Sanzoles, Morales del Vino o Zamora, los trabajos continúan con la limpieza del abundante material recuperado. "Terminaremos el proceso como mínimo después del verano porque ha salido bastante material, el limpiado lleva un tiempo, luego clasificar, dibujar o fotografiar".
Las expectativas son máximas a juzgar por los resultados del trabajo de campo y el gran despliegue tecnológico, con el georradar y la colaboración del Seprona de la Comandancia de la Guardia Civil de Zamora que aportará al equipo material obtenido de los vuelos con dron. Un esfuerzo conjunto, sin olvidar a los voluntarios locales muy bienvenidos por el equipo, que merece la pena en la medida que "todo nos indica" de que estamos hablando de un lugar donde pudo haber "una población importante" hace 2.500 años.
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