Sanabria-La Carballeda

El bar de Porto busca relevo para evitar su cierre

Es el último de los cinco establecimientos que llegó a tener la villa en el último medio siglo

Soledad Bruña, en el interior del único establecimiento hostelero que pervive en Porto y que busca relevo. | ARACELI  SAAVEDRA

Soledad Bruña, en el interior del único establecimiento hostelero que pervive en Porto y que busca relevo. | ARACELI SAAVEDRA

Porto

Soledad Bruña Martínez apura los últimos días al frente del histórico bar El Rabel de Porto, el único bar que aún permanece abierto, en un pueblo que llegó a tener hasta cinco establecimientos, y que prácticamente todos han cerrado.

Su padre, Amador Bruña Granja, abrió el negocio hace medio siglo. Amador, toda una institución en la música por ser el último constructor de rabeles –nombre que lleva el bar- oficio al que sumó el de ganadero, encofrador, carpintero y hostelero hasta que dejó el negocio en manos de su hija "Sole".

"Cuando iba a la escuela mis padres ya tenían el bar y después de clase yo venía al bar a servir". Lleva "48 años –contando esa infancia- detrás del mostrador". Con pocos años "yo no llegaba a la barra y mi padre me ponía unas cajas detrás del mostrador porque no llegaba. Me subía y a poner vino o lo que pidieran".

El negocio ha ido cambiando a medida que cambiaba la población de Porto. "Ahora es un negocio estacional, en el verano y sobre todo la segunda quincena de agosto" cuando coincide con las fiestas patronales del 15 y la feria y concurso de ganado del 26 de agosto. Es en esa quincena cuando se necesitan cuatro o cinco personas detrás de la barra. El turismo de fin de semana y de rutas al parque Natural del Lago de Sanabria y Sierras Segundera y de Porto.

La propietaria del negocio con su perro junto a  la fachada del local. | A. S.

La propietaria del negocio con su perro junto a la fachada del local. | A. S.

El resto del año "se lleva bien. Es cómodo para una persona sola, dos personas, si hay tapas y pinchos" con los vecinos del pueblo que no perdonan el rato de la partida después de comer. Fechas como Semana Santa, fiestas y puentes es "cuando se mueve gente".

El cierre del bar "es lo mismo que acabar con el pueblo para el que es de aquí" reconoce Sole Bruña. A esta veterana hostelera le gustaría que este verano el establecimiento siguiera abierto en manos de una familia que sacaría para mantener el negocio todo el año.

El local lleva además aparejada una vivienda que facilita la instalación de una familia.

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