Los pueblos de Zamora como esperanza
San Marcial, pueblo tendido mansamente en el valle recorrido por la rivera de Campeán
Una localidad con nombre de obispo en la Tierra del Vino

Vista panorámica de la localidad de San Marcial. / J. S.
La biografía del santo obispo Marcial que cedió su nombre a la localidad zamorana de Tierra del Vino, está muy impregnada por la leyenda. Sobre él señalan que había nacido en Palestina, siendo pariente lejano del San Pedro. Asimismo aseguran que era aquel joven que portaba 5 panes y 2 peces en el milagro en el que Cristo multiplicó esos alimentos hasta saciar el hambre de miles de personas. Fue el propio San Pedro el que lo bautizó y se lo llevó con él a predicar primero a Antioquía y después a Roma. Estando en la Ciudad Eterna lo consagró obispo y lo envió a la ciudad francesa de Limoges, donde murió y fue enterrado. Sobre su venerada tumba se fundó un monasterio que fue muy frecuentado por los peregrinos que se encaminaban hacia Santiago de Compostela. Es muy posible que alguno de aquellos romeros trajera a nuestras tierras la devoción hacia ese bienaventurado, prendiendo aquí con tanta intensidad como para tomar su nombre como topónimo local, además de dedicarle la parroquia.
El propio pueblo de San Marcial se asienta mansamente en el valle drenado por la rivera de Campeán, también llamada arroyo de los Barrios. En nuestros tiempos forma parte del ayuntamiento de El Perdigón, del que dista escasamente tres kilómetros en línea recta. A su vez, la ciudad de Zamora queda a unos 14 kilómetros, con una buena carretera como enlace, la que comunica la propia capital de la provincia con Peñausende y Ledesma.
El casco urbano local se tiende, sin obstáculos orográficos, por solares llanos, rodeados de tierras abiertas y fecundas. Al recorrer sus calles advertimos que se conservan numerosos ejemplares de la arquitectura tradicional de la zona. Aquí se utilizó mayormente la piedra, en unos casos trabajada como mampuesto y en otros en minuciosa sillería. Este material, sin duda proveniente de canteras inmediatas, es una arenisca bastante dura, denominada en la zona piedra jarreña. Se caracteriza por una intensa coloración distribuida desigualmente, con tonos amarillentos, ocres, rojizos, amoratados…, generando líneas y manchas muy contrastadas. Son numerosas las viviendas que exhiben esos caracteres en sus muros. Un grupo de ellas, bien noble, forma un lateral de la Plaza Mayor. No obstante, destaca una situada en la calle de Santo Domingo, marcada con el número 9. En ella toda su amplia fachada puede considerarse como un vistoso y admirable lienzo multicolor. Además, la rejería que exhibe en los vanos de la planta baja y en los tres balcones de su piso superior realza aún más su interés. Aparte de estas viejas casonas, casi todas magníficamente rehabilitadas, existen edificios de nueva hechura y notable calidad, con los que el pueblo entero ofrece una grata sensación de bienestar. Entre estos inmuebles modernos algunos descuellan por una arquitectura osada y rompedora, como el que ostenta las formas de una insólita pirámide blanca.

Casa de la calle Santo Domingo de San Marcial. / J. S.
En la mencionada Plaza Mayor o Plaza del Pueblo, muy amplia pero irregular en sus formas, encontramos diversos elementos de interés. En su centro se sitúa una fuente moderna, con una especie de arco de dovelas desiguales y, arriba, una sorprendente cabeza de cerdo en bronce. Se completa con pilas de granito rectangulares, dispuestas a modo de abrevaderos y otras redondas aprovechadas como jardineras. Esos cuencos son antiguos pesebres de ganado reutilizados. Perduran a su vez dos pozos en los extremos oriental y occidental de estos espacios, de los que se surtieron de agua los vecinos. Sus bocas están protegidas con hermosas rejas apoyadas en sus brocales pétreos. Uno de esos herrajes está formado por cuatro columnas abalaustradas que sujetan una especie de dosel del que cuelga la polea. En el otro encontramos una densa malla de arquillos entrecruzados que evocan las creaciones de estilo gótico. Son obras ideadas y donadas por el escultor José Luis Alonso Coomonte, artista especializado en creaciones metálicas, el cual tiene establecidos en el pueblo casa y taller.
Centrados en la arquitectura religiosa, la iglesia destaca por su envergadura de entre los demás edificios locales. Es templo relativamente moderno, construido posiblemente de la primera mitad del siglo XIX. En un principio contó con planta rectangular simple, pero más tarde agregaron dos capillas enfrentadas a modo de crucero, de las que queda constancia que fueron terminadas en el 1883. Por el exterior descuella su fachada del oeste, con una puerta de arco recto, tramado con grandes dovelas minuciosamente encajadas. Esa entrada se halla ahora tapiada, utilizándose otra situada en la fachada del mediodía, protegida por un tejadillo sujeto sobre una estructura de hierro provista de ciertas labores ornamentales. Corona el muro una espadaña de dos vanos, con estéticas volutas laterales, pináculos y un agudo frontón de lados curvos como remate. Carga sobre ella un voluminoso nido de cigüeñas.

Iglesia de San Marcial. / J. S.
El interior, restaurado y cuidado con esmero, presenta paredes enjalbegadas, dejando a la vista la piedra de los arcos. A su vez, excepto la bóveda de cañón con lunetos del presbiterio, las demás techumbres son armaduras funcionales de madera. Los retablos muestran sencillos diseños neoclásicos, con sobria policromía. Destaca el mayor, por sus dimensiones más holgadas. Ostenta columnas jaspeadas y un transparente central engalanado con una vidriera de colores. Realmente vistoso es el frontal del altar, embellecido con espejuelos. Tampoco las imágenes poseen demasiada antigüedad. Acaso sea la pila bautismal la pieza más vetusta de las aquí guardadas. Es un gran cuenco pétreo, animado con gallones helicoidales.
Un segundo edificio religioso local es la ermita de Santo Domingo de Guzmán, ubicada en el centro del pueblo, en una plazuela formada por la bifurcación de dos de las calles principales. Concisa en todos sus caracteres, cuenta con planta rectangular, muros en los que se combinan la mampostería y los sillares y una cubierta ordinaria a dos aguas. El único vano existente es una puerta adintelada. Este recinto se podría confundir con cualquier tenada o almacén de usos profanos si no fuera porque sobre el vértice de su fachada campea una cruz de hierro. Pese a su aspecto común, se aprecia un singular primor en su mantenimiento. No hace demasiado tiempo la han restaurado. Además de cambiar los tejados, sellaron las grietas que presentaba y dignificaron el aspecto general. En su interior, preside los espacios un pequeño retablo de estilo rococó, de un solo nicho, con un “rompimiento de Gloria” como remate. La imagen del santo muestra al fundador de la Orden de Predicadores portando un libro en su mano izquierda y el cayado rematado en la cruz dominicana en la otra. Le acompaña el fiel perro, con la simbólica antorcha encendida en su boca. La devoción hacia este santo, considerado como copatrono, es aquí muy intensa. Su fiesta tiene lugar el 4 de agosto.

Pozo en la plaza de San Marcial. / J. S.
El término local abarca amplios espacios. Incluye las históricas dehesas de Santa María del Castillo y de Los Barrios, además del desolado de Baíllo. La primera se situó a occidente del propio pueblo. Aunque figura como latifundio en el Catastro de Ensenada, en nuestros tiempos se halla parcelada, perdurando encinas dispersas, restos de la cubierta arbórea originaria. La otra, la de Los Barrios aún se mantiene íntegra, ocupando la esquina noroeste del término. En sus orígenes fue una aldea, pero quedó yerma entre 1660 y 1670. Al igual que en otros casos, en el 1738 la Real Hacienda vendió ese territorio a don Ambrosio Mayoral, hermano del arzobispo de Valencia don Andrés Mayoral. Ese mismo comprador adquirió también los terrenos del viejo despoblado de El Baíllo, cuyos dominios ocuparon la banda oriental.
El puente del Andaluz es una obra notable mandada construir por La Mesta
Dos estratégicos itinerarios ganaderos de la trashumancia cruzan los dominios locales por extremos opuestos. Por el oriente atraviesa, de norte a sur, la Cañada de la Vizana, importante ruta ganadera de la trashumancia que se sobrepone a la antigua Vía romana de la Plata. A su vez, hacia el oeste aún se mantiene el denominado Cordel de Peñausende, el cual es un retazo de la casi olvidada Vía Dalmacia, recorrida, según la leyenda por San Francisco de Asís. Al servicio de este último trayecto se construyó el denominado puente del Andaluz, con el cual se salva el curso de la rivera de Campeán. Dista del pueblo poco más de un kilómetro, en dirección oeste, accediéndose por el viejo camino de Pereruela. Es una sólida obra, alzada bajo el patrocinio del Concejo de la Mesta entre los siglos XVI y XVII. Consta de cuatro vanos formados por bóvedas de cañón, siendo algo mayores los dos centrales, con lo que adquiere un perfil levemente alomado. Sus pilas cuentan con tajamares triangulares aguas arriba y contrafuertes cuadrados al otro lado. A su vez, los pretiles están constituidos por sillares sujetos entre sí con grapas de hierro pegadas con plomo. La acumulación de aluviones arrastrados por la corriente y la abundante vegetación palustre que crece sobre el cauce menguan la natural gallardía de la obra, bien conservada y muy noble en todo caso.

Puente del Andaluz sobre la rivera de Campeán, en el término de San Marcial. / J. S.
A pocos pasos del puente hacia el mediodía se alza una solitaria casa, restaurada y bien mantenida en nuestros tiempos. Debió de ser una alquería relacionada con el tránsito de los ganados, conociéndose tradicionalmente como casa de los Capadores. Siguiendo adelante por el mismo camino, ya en el extremo suroeste del término, se ubicó la llamada Venta de los Pepelines, desaparecida ya hace bastantes décadas, bien conocida antaño.
Relacionados con el pueblo, oriundos de él aunque nacidos ya en la diáspora, preciso es destacar dos personajes que han conseguido notable renombre. Uno de ellos es el futbolista del Atleti Club de Bilbao Unai Simón Mendíbil, a su vez portero de la Selección Española. El otro, periodista y escritor, es Pedro Simón Esteban, el cual ha recibido el galardón Ortega y Gasset de periodismo, Entre otros diversos libros, es autor de la novela “Los ingratos”, distinguida con el premio Primavera de novela del año 2021.
El pueblo, beneficiado por la cercanía de la capital, mantiene una positiva vitalidad, con un censo de unos 150 habitantes. Además de una floreciente agricultura, destaca por la ganadería intensiva, bastante pujante, con alguna nave de considerables dimensiones.
Suscríbete para seguir leyendo
- Denuncias por 'liberación' de amianto en un tejado de uralita en Tábara
- Sanabria, de luto por la muerte de un conocidísimo hostelero
- A Gudiña propone coordinación con Sanabria y 'empapelar' a Renfe con reclamaciones
- Un varón, detenido en El Puente de Sanabria por tráfico de drogas
- Muere un camionero en un accidente de tráfico en Monfarracinos
- Movilización en Villardeciervos, tres años después de los incendios de La Culebra
- Un empresario de Puebla de Sanabria, condenado por acoso sexual a una trabajadora
- Los secretos de Ricobayo, al descubierto