"El Jilguerín de Casares" ofrece un concierto en Villadepera, este sábado, 3 de mayo

El músico deleitará al público con un concierto en el Museo Sacro

El concierto se inscribe en el Aula de Rabel que se imparte en el pueblo sayagués

Mario González, en el centro, en una clase de rabel en Villadepera. | CEDIDA

Mario González, en el centro, en una clase de rabel en Villadepera. | CEDIDA

Cuenta Mario González que hace años, tocando en un grupo de León, cuando era presentado por el narrador, éste le sugirió: "con ese nombre no vas a ningún sitio, hay que buscar un apodo". "Y como yo era de Casares se le ocurrió, el Jilguerín de Casares". Hasta hoy. El músico es uno de los colaboradores en el Aula de rabel de Villadepera, un proyecto tan valorado y hermoso para este tañedor autodidacta que no ha dudado en ofrecer un impagable regalo en forma de un concierto gratuito en el Museo Sacro del pueblo sayagués.

"Mi rabel y yo cruzaremos el Duero por el Puente Requejo, ¡Villadepera nos espera!". El anuncio destila un entusiasmo propio de quien gusta de escenarios recogidos, en pequeños pueblos donde público y artista se funden y sintonizan en el gusto por la música de raíz. Será este sábado, 3 de mayo, a las 18.30 horas, cuando el rabel y la zanfona suenen de la mano de Mario González Álvarez en un concierto con entrada libre hasta completar el aforo. "Es un gesto muy bonito, Mario siempre ha sido una persona muy generosa con nosotros" expresa agradecida Soco Corcho, alma mater del proyecto de Villadepera, apoyado por el Ayuntamiento, FraguArt y la Diputación.

Cartel del concierto en Villadepera

Cartel del concierto en Villadepera / LOZ

Gran broche de oro para el fin de curso con un rabelista hecho a sí mismo, a quien la prejubilación en la mina le permitió reencontrarse con un instrumento que ya estimaba "siendo un guaje". "Me apasiona", confiesa sobre aquellos incipientes años acompañando a las vacas y con el aparato de radio donde recuerda el sonido del rabel que nunca se le fue de la cabeza.

Fue jubilarse y sucederse un cúmulo de casualidades hasta comprar un rabel, ponerse a tocar de oído y construir sus propios instrumentos. "No tengo ni idea de música" confesó a dos pianistas intrigados con la formación del Jilguerín cuando le vieron en una actuación. Después estudiaría cuatro años de solfeo y tocaría como bajista en un grupo sin perder la ilusión por los tesorillos que marcaron su infancia. Instrumentos ligados a la tradición oral que Mario respeta, considera y pelea para que no se pierdan.

"Después de mucho tiempo casi en el olvido, hace unos veinte años que el rabel empezó a resurgir y ahora hay zonas muy activas, sobre todo en Cantabria donde se están metiendo niños y jóvenes. O varias escuelas en Galicia con la zanfona". Y desde luego luminosas iniciativas como la de Villadepera, que se ha ganado por méritos propios el reconocimiento de los amantes del rabel.

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