San Marcos en Otero de Sariegos: una fiesta contra el olvido
La fiesta de San Marcos reúne a cientos de personas en el pueblo despoblado situado en el corazón de la Reserva de Las Lagunas de Villafáfila

I. G.
La falta de servicios básicos y la emigración dieron la puntilla al pueblo zamorano de Otero de Sariegos. Hoy este excepcional enclave en el corazón de la Reserva de las Lagunas de Villafáfila perdura en la memoria de sus hijos y descendientes que se resisten al olvido. Por eso cada 25 de abril vuelven por San Marcos
Tradicionalmente se celebra por la mañana la misa y bendición de campos, pero este 2025 ha querido que sea por la tarde cuando se ha reabierto la iglesia de San Martín para acoger a los hijos de Otero de Sariegos en esta fiesta convertida en un homenaje al recuerdo. Una celebración especialmente concurrida y preparada con mimo al abrigo de la recién creada Asociación de Amigos de Otero de Sariegos, encargada de velar por el recuerdo de un pueblo hoy prácticamente reducido a escombros.
Solo la iglesia se mantiene en pie, y a duras penas. Tan vulnerable que varios carteles advierten: «las personas que accedan a este recinto lo hacen por voluntad propia y bajo su responsabilidad». Solo hay que mirar al techo, las paredes, el suelo.. . grietas, socavones, goteras describen un escenario de abandono para dolor de los vecinos que se han preocupado de adecentarla para que luciera con toda la dignidad.
El templo estaba lleno en esta fiesta de San Marcos que ayer reunía a cientos de personas, bastantes más que en otras ocasiones. «No ha desbordado esto de la asociación» cuentan sus promotores, hijos del pueblo, algunos de los últimos habitantes como Manuel Montero, presidente de la nueva asociación que aprovechaba el día festivo para recorrer, junto al secretario de la asociación Elías Rodríguez, las pocas calles que mantienen el trazado.

Fiesta anual de San Marcos en Otero de Sariegos / J. L. Fernández
Un itinerario doloroso, muy sentimental, entre lo que fueron las casas y edificios públicos, hoy reducidas a un montón de escombros. «Fueron los visitantes, aquí hubo un claro vandalismo, nosotros teníamos unas máquinas y nos las llevaron. Arrancaron puertas y ventanas de las casas, no nos quedó otra cosa que taparlas» cuenta Manuel Montero. «De la escuela quedaban las rejas y hace poco también las han arrancado. Allí estaba la hermandad (de agricultores y ganaderos)» señala Montero con su pueblo perfectamente en la memoria. Lo que era el Ayuntamiento, a la entrada del pueblo, está hoy ocupado por un palomar que da la bienvenida a quienes visitan este espacio mágico. Muchos son aficionados a la ornitología, observadores de aves que encuentran en este despoblado uno de los puntos privilegiados.
«Alguien dijo que nos habíamos marchado como de estampida, que habíamos dejado las cosas, hasta la ropa tendida. Pero no es verdad, aquí no dejamos nada tirado, lo que pasa es que hemos sufrido un vandalismo total. Y en el momento que desapareció la última persona esto fue ya el acabóse. Al final teníamos miedo de que la gente entrara en las casa, y se les cayera algo encima, por eso hubo que tirarlas» recuerda el presidente de la Asociación Amigos de Otero sobre el indeseado desenlace con el pueblo que les vio nacer.
Aunque en realidad nunca se fueron de Otero de Sariegos. El pueblo perdura en la memoria con toda la fortaleza, como lo demostraba la celebración de ayer, con la misa a cargo del sacerdote Fernando Ruiz y presidiendo la imagen de la Virgen de la Paloma cedida por el pueblo de Villafáfila que en su día fue el municipio de cabecera. «Hasta las imágenes nos robaron» se lamentaba otro hijo de Otero mientras recorría con su nieto el entorno de la iglesia. Abriendo la procesión, la agrupación «Gaitas y Más» y detrás de la Virgen numerosas personas participando en este acto de recuerdo.
En uno de los laterales exteriores del templo se montó una pequeña exposición de fotografías antiguas donde los hijos de Otero buscaban a los suyos mientras recordaban momentos inolvidables como la visita del obispo. También fotografías de la escuela, el Guardia Municipal de 1885, algún árbol genealógico o los veranos de la familia Ares, una de las más numerosas descendiente de Otero de Sariegos.
«¡Qué recuerdos!» evocaba una señora mientras, junto a otras dos, escrutaban con detalle las imágenes de aquel pueblo lleno de vida hasta mediados del siglo pasado cuando la emigración y la falta de servicios básicos fueron empujando a las familias en busca de un legítimo bienestar. Una partida que no significó olvido.
Suscríbete para seguir leyendo
- Otro pueblo de Zamora se ofrece como candidato para la gran fiesta de Amazon
- La tierra tiembla junto a Zamora: cuarto terremoto en una semana
- El 43.514 reparte parte del primer premio de la Lotería Nacional en un pueblo de Zamora
- El oso de Velilla, fotografiado por el apicultor 'Balín' en pleno asalto en La Carballeda
- El oso vuelve a la miel de Velilla en Carballeda
- El Gobierno estudia posibles medidas para proteger al lobo, entre ellas el reparto de 20 millones
- El papa León es un hombre que escucha y habla poco, pero muy respetado
- Accidente en Asturianos, Zamora: un coche da varias vueltas de campana