La explosión de las Lagunas de Villafáfila

La abundancia de precipitaciones ha inundado el complejo lagunar de la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila. Medio millar de hectáreas rebosantes de agua prometen una primavera espectacular en el gran humedal zamorano donde se espera la concentración de miles de aves. Un año excepcional para disfrutar de la naturaleza en plena estepa cerealista

Villafáfila

En el mes de septiembre de 2023 aparecía la primera pareja de flamencos en las lagunas de Villafáfila, y allí se pasó todo el invierno. Las temperaturas suaves no solo favorecieron la estancia de una de las más espectaculares aves acuáticas que pueblan los humedales, sino que, en octubre de 2024, a la pareja de zancudas se unieron otros once flamencos formando una concentración insólita en el complejo lagunar.

Fue así como 13 flamencos habitaron hasta mediados del pasado mes de enero en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila, migrando hacia temperaturas más suaves. "Volverán, seguro" apuntan desde la Casa del Parque, sobre el retorno de los habitantes más buscados este invierno en espacio natural situado en el corazón de la Tierra de Campos. Al igual que bandadas de las ruidosas y llamativas grullas, que han permanecido hasta mediados de febrero con un pico de unos dos mil ejemplares en la época clave del 15 de noviembre hasta el 15 de diciembre.

Algo está cambiando en uno de los humedales más importantes de Castilla y León para que encuentren acomodo especies tradicionalmente mediterráneas como el tarro blanco, hace 15 años rarísimo en la Reserva y ahora con una población invernante de más de 600 individuos que además están criando.

También es novedosa la presencia de especies de patos nunca vistas en el humedal terracampino, como tres ejemplares de porrón bola y otros tres porrones acollarados, cuya estancia en las lagunas parece más relacionada con temporales en la costa cantábrica que desplazan al interior a estas aves buceadoras nada frecuentes por estos lares.

Flamencos

Flamencos / J.M. San Román

Algo cambia cuando los gansos (ánsar común), que hace décadas se contaban por miles en las Lagunas de Villafáfila, han descendido dramáticamente en el escenario invernal. La que fuera una especie emblemática de la Reserva ha modificado sus hábitos. Se queda en el norte de Europa donde las heladas no duran tanto tiempo y muchos ejemplares no tienen necesidad de recorrer dos mil kilómetros hacia el sur.

"El cambio climático es evidente, aunque este año el tiempo es lo más parecido a lo que sucedía hace 20 años, con agua almacenada desde el otoño", apuntan fuentes de la Junta de Castilla y León. Y en la Reserva de las Lagunas de Villafáfila ha ocurrido un hecho tan excepcional como llenarse las lagunas en un solo día de octubre, cuando cayeron 100 litros de lluvia y cambió radicalmente el paisaje del Espacio Natural. "Llegaron las precipitaciones cuando tenían que llegar, a primeros de octubre, y luego ha seguido lloviendo sistemáticamente hasta ahora, con las lagunas al cien por cien". Unas 5050 hectáreas inundadas y rebosantes de vida. Un momento excepcional y prometedor para los amantes de la naturaleza y la cada vez más numerosa comunidad de "frikis" de los pájaros en busca de los mejores avistamientos.

Nada como el agua para atraer al mundo animal. Las aves del norte, gansos o grullas, ya se han ido, pero en esta transición del invierno a la primavera empiezan a recalar las del sur, las que van a criar y prometen regalar a la Reserva una primavera excepcional. "Ya empiezan a subir desde Doñana algunos patos que, aunque están durante todo el invierno, ahora llegan en cantidad" apuntan técnicos de la Casa del Parque.

El pato cuchara, el ánade rabudo, cercetas o cigüeñuelas que empiezan a llegar desde África, una de las especies que crían en más cantidad en las lagunas, unos 500 individuos. También se espera a una especie típicamente migradora como las pagazas piconegras, la popular golondrina de mar que cría en el interior y Villafáfila, "el sitio más importante del noroeste peninsular". Aves todas que "crían en el suelo y necesitan las islas en las lagunas y estar rodeadas de agua para protegerse de los depredadores" precisa José Miguel San Román. "Va a ser un año espectacular de cría en primavera y con la cantidad de agua que hay, las aves se quedan hasta que terminan de criar o hasta que se va el agua, que puede ser a mediados de julio o agosto".

Se dan las condiciones para un abril histórico. Para este biólogo del Parque "el mes más bonito de todo el año en la Reserva porque además coincide con la época de celo de la avutarda. Si el tiempo se queda estable, desde marzo se pueden ver los machos haciendo la rueda. Abril es excepcional, pero en general hasta mediados de junio se podrán ver grandes cantidades de aves" informan desde la Junta de Castilla y León.

La Administración autonómica gestiona este Espacio Natural, declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Lugar de Interés Comunitario (LIC) ante la Unión Europea, que forma parte de la Red Natura 2000 y está incluido en el "Convenio Mundial de Protección de Zonas Húmedas de Importancia Internacional" (Ramsar).

La insólita concentración invernante que colma Villafáfila

La insólita concentración invernante que colma Villafáfila / Miguel Ángel Lorenzo

Reconocimientos que acreditan el notable valor natural de un humedal que el año pasado atrajo a más de 16.000 visitantes (solo contabilizados los que pasan por la Casa del Parque) de todo el territorio nacional y de 30 países del mundo. De Europa, América, Australia. "Los más numerosos del extranjero vienen de Francia. El turismo ornitológico francés está muy consolidado en la Reserva, sobre todo de visitantes que vienen en primavera a ver aves esteparias, muy en especial la avutarda porque ellos no la tienen y se pueden pasar varios días en observación, son muy constantes" precisan desde el Servicio de Medio Ambiente.

Además de la avifauna, el gran atractivo de Villafáfila son las aves esteparias, aunque la sequía y los nuevos usos agrarios, impuestos por la PAC, están impactando muy negativamente en la reproducción. "Muchos cultivos se siegan antes de tiempo y las crías se quedan indefensas a expensas de los depredadores". La avutarda, el sisón o los paseriformes como alondras o calandrias están pagando las consecuencias, no solo en Villafáfila sino en toda la Península y en toda Europa.

Es destacable en la Reserva la comunidad de rapaces que mantienen a raya a los roedores. Destaca la presencia del águila imperial (una pareja crió por primera vez el año pasado) atraída por las altas densidades de conejo. También el águila real utiliza el humedal como lugar de alimentación. De la abundancia de comida se benefician cantidad de depredadores que colonizan en general la comarca de Campos.

En primavera llegan desde África rapaces como águilas calzadas, águilas culebreras o el aguilucho cenizo. El aguilucho pálido ha estado durante todo el invierno, al igual que el aguilucho lagunero, ratoneros, milanos reales que ahora se sustituyen por milanos negros procedentes de África. El cernícalo vulgar y el cernícalo primilla, que tras pasar el invierno en África ahora viene a criar a los palomares junto a lechuzas, mochuelos, búhos chicos o cárabos. Tal ejército de depredadores controlan a las presas, de las que también dan cuenta cigüeñas o garzas.

El espectáculo está asegurado con las grandes concentraciones de aves –en marzo de 2024 hubo más de 6.000 acuáticas, de 32 especies diferentes– que se esperan en el corazón de la estepa cerealista; un espacio de privilegiada situación geográfica para la ruta migratoria de norte y sur. La Reserva cuenta con varios observatorios situados en las principales lagunas y desde donde poder observar con facilidad esta abundancia y diversidad de fauna.

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