Los alistanos se encomiendan a los protectores contra la peste

La cofradía de Valer se fundó en 1559 y en 1802 consagró su tercera ermita que acogió la última celebración el día 20 de enero de 1962

El santuario de Carbajales acogió el 29 de marzo de 1574 a la aprobación de las ordenanzas de frutos y montes de los pueblos del Condado de Alba de Aliste

Tolilla y Lober tuvieron un santuario rayano compartido hasta 1963 en que se derrumbó: las imágenes robadas las recuperó la Guardia Civil en Madrid

El Papa Clemente VIII le concedió en 1603 las indulgencias a la hermandad fronteriza que había en Riomanzanas

Los mártires Fabián y Sebastián se convirtieron en los grandes protagonistas del fin de semana en un gran número de parroquias del Arciprestazgo de Aliste y Alba, una festividad propia del 20 de enero, trasladada al sábado y el domingo ante la escasez de curas, pero muy en particular para aprovechar la llegada de los hijos pródigos para poder sacarlos en procesión y cumplir con los responsos, ofrendas y subastas de los protectores contra la peste.

El sacerdote José Alberto Sutil Lorenzo ofició los ritos de San Fabián y San Sebastián en Valer, Tola y San Juan del Rebollar; Principius lo hizo en Rabanales, Grisuela y La Torre y Pedro García González en Matellanes. El fin de semana anterior lo hizo en Viñas Teo Nieto Vicente.

Ser Mayordomo de San Fabián y San Sebastián era y es un orgullo, portando su vara en la procesión, el responso y la subasta de las ofrendas. Un cargo al que antaño se presentaban por devoción los hombres (había años de espera) y al que ahora se han unido las mujeres y los niños para salvar la tradición. El Mayordomo invitaba a comer al cura y a toda la familia y la cofradía solía convidar a los hermanos a una pitanza a base chanfaina, garbanzos o bacalao con patatas.

En Valer de Aliste este año porto la Vara de mayordomo Carlos Jiménez Martín, único niño residente en el pueblo, arropado por sus abuelos Ninín Martín y María Lucía Rivera Calvo. Para el año 2026 llevarán la Mayordomía Agustín Serrano Casado e Inma.

 Valer de Aliste llegó a contar con una de las cofradías de “Los Mártires” más importantes y antiguas de las Vicarias de Aliste y Alba, cofrades de los pueblos de toda la contorna, al situarse su ermita justo en la Vereda Real de Galicia.

Sus primeras ordenanzas fueron aprobadas en 1559 aunque ya llevaba funcionado medio siglo, siendo remodeladas en 1805: para ser cofrade había que “Tener buenas costumbres, ser pacífico, cortes, templado en el vino y abstenido de palabras soeces y blasfemias”. La hermandad tenía entre sus fines “atender las necesidades de los pobres, huérfanos y necesitados sin remedio con una valoración justa que hacían “dos hombres buenos del Cabildo”. Cada cofrade dejaba en testamento 25 maravedíes para que los hermanos le encomendasen a Dios al fallecer.

La primera ermita se situó en “Las Eras” junto al río Frío que en época de grandes avenidas la rodeaba y la segunda se llevó a “Las Peñas” solar solitario más alto, junto a la “Casa del Pueblo”, que luego acogió la casa de los “Río Fernández: donde pasaron a vivir al casarse Francisco Ferreras y Valeriana Río con su hija María. La tercera y última fue santificada y abierta al culto en la “Pradera del Río” (Frío) el día 20 de enero de 1802 por el cura Vicente Zapatero, junto a Rafael Gallego (presbiterio natural del propio pueblo) y Lorenzo Mezquita (párroco de Bercianos). Construirla costó 6.504 reales. Fue derruida tras celebrar los Mártires del 20 de enero de 1962 y su solar fue ocupado por la nueva y actual iglesia.

Tola

Uno de los pueblos que mantiene en su esencia la celebración de “Los Mártires” es Tola que ayer revivió el ritual con José Pedro González Ramajo (Perriles) de Mayordomo. Para el próximo año la Mayordoma será una mujer, María Fuentes, junto a su marido Claudio Martín. Mientras a San Antonio antaño se le daban como ofrenda animales vivos a San Fabián y San Sebastián las ofrendas consistían en los productos de la matanza; hoy desde hornazos, a huevos, dulces, licores, tartas, bizcochos y puros. Fue fiesta grande con la Cruz Parroquial de Plata. En San Juan del Rebollar se celebraron conjuntamente San Antonio y los Mártires.

Santuarios y cofradías no eran elegidos ni mucho menos al azar y muestra de ellos son las tres que existían en Valer, La Torre y Pobladura a la vera de la “Vereda Real de Galicia” como ruta de peregrinos entre Castilla y la catedral de Santiago ya existentes allá por 1607, según delatan los manuscritos de las Memorias del Arzobispado de Compostela, cuyos límites territoriales llegaron hasta 1888 al río Esla (Alba) y Duero (Aliste).

Carbajales de Alba

En Carbajales de Alba, el día 29 de marzo del año 1574, los Procuradores Generales y los representantes de los pueblos del Condado de Alba de Aliste eligieron su ermita para aprobar las ordenanzas de la Villa y su tierra para el bien y provecho común, conservación y aumento de frutos y montes. Dicha ermita sirvió de parroquia mientras se construyó la actual iglesia de 1740 a 1751.

Tolilla y Lober

Tolilla y Lober (municipio de Gallegos del Río) fueron un caso excepcional al compartir la ermita de San Fabian y San Sebastián situada en el paraje “Fuente las Encinas”. La ermita se cerró al culto en 1963, al derrumbarse, comprando la piedra un vecino de Lober para cercar una cortina. Las imágenes fueron robadas en 1959 y tras ser recuperadas por la Guardia Civil en Madrid se conservan y veneran ahora en la iglesia de Santa Inés de Tolilla. De su cofradía se conserva el libro de cuentas de 1663 a 1820. Los pueblos celebraban allí conjuntamente sus ritos religiosos, aparte del 20 de enero, la misa y procesión del Domingo de Ramos, la “Carrera” de Jueves Santo (acogía también la hermandad de la Santa Vera Cruz) y el 3 de mayo (Santa Cruz).

Cuenta la historia que la “Fuente de las Encinas” era el acuífero donde los monaguillos acudían con las vinajeras a coger el agua para hacer la consagración. Hasta que el 20 de enero de 1917 al cura don Pedro no le gustó “semejante costumbre” reprimiendo severamente a los dos rapaces: “De esta fuente nunca más cogeréis agua para consagrar”. Lo que sonó a sentencia se convirtió en una pesadilla pues llegado el verano el manantial comenzó a flojear hasta secarse en mayo de 2018. Fue lo que los agricultores y ganaderos llamaron la “Maldición del Cura” al que culparon de la desdicha y así nacía el dicho contra el pater: “Llegó como don Pedro y se fue como Pedrolas”.

La Torre

En La Torre la cofradía de “Los Mártires” veneraba a Fabián y Sebastián en la iglesia de los santos barqueros San Julián y Santa Basilisa y llegó a convertir la fiesta del 20 de enero incluso en más importante que las patronales de agosto en honor a la Virgen de las Nieves, invitándose a comer incluso a festajeros forasteros. Pobladura era otro de los pueblos donde se les veneraba.

Riofrío

Riofrío de Aliste fue otro de los pueblos que contó con ermita y cofradía, pero por desgracia sus santos Fabián y Sebastián perecieron calcinados en el fuego que arrasó la antigua iglesia de San Pedro Apóstol en la noche del 15 de agosto de 1969.

Gallegos del Campo

En sus inicios Gallegos del Campo tenía situada su iglesia de San Jorge fuera del pueblo, situándose dentro de él el santuario de San Fabián y San Sebastián, en el cual y por su ubicación más cerca de las casas se celebraban normalmente las misas y se guardaba el Santísimo Sacramento y lo necesario para el “Viatico” y la “Extremaunción” con el oleo sagrado para que el cura y el sacristán pudieran actuar con la máxima celeridad cuando un vecino se hallaba en peligro inminente de morir. Riomanzanas fue otro de los pueblos con cofradía de Fabián y Sebastián a la cual Roma le concedió las indulgencias en 1603 siendo Para Clemente VIII.

Por tradición se decida que eran estas fechas las más frías del año y así lo sentenciaba el refranero alistano: “De San Antón a los Mártires de casa no faltes, aunque de pan no te hartes. En algunos pueblos los mártires fueron venerados, pero ya sin bajar de sus altares, con misa, pero sin procesión, en unos casos por la lluvia y en otros por una despoblación rural que hace languidecer la tradición.

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