Todo al "rojo" en el Zangarrón de Reyes

Saúl Turiño ha sido en encargado de encarnar al Zangarrón de Reyes de Montamarta, mascarada que pone fin al ciclo invernal de estas celebraciones ancestrales en la provincia de Zamora

Su apuesta por la careta roja le venía de familia y su condición de censado le permitió elegir, si bien este año, las preferencias estaban compensadas

Las calles de Montamarta conocían su identidad mucho antes de su nombramiento oficial como encargado de encarnar al Zangarrón de Reyes. Como único empadronado de su quintada sobre un total de 13, Saúl Turiño tenía preferencia de elección, aunque reconoce que tampoco le hizo falta, ya que "nos entendimos desde el primer momento" para repartirnos los días. Con él se cierra el ciclo de mascaradas de invierno en la provincia que arranca oficialmente cada 26 de diciembre en la Tierra del Vino, en Sanzoles.

Su predilección por la careta roja no es baladí: ya su padre y su abuelo portaron la misma, décadas atrás, preservando un legado familiar que se entrelaza con la profunda devoción a una mascarada que sienten desde niño. Una devoción compartida tanto por este estudiante de Criminología en la Universidad de Salamanca como por Pablo Casas, residente en Bilbao y que tuvo el honor de replicar sus deseos de niño de portar la careta negra en Año Nuevo.

Todo al "rojo" en el Zangarrón de Reyes

Todo al "rojo" en el Zangarrón de Reyes

Como interiorizados tienen también los andares con los que dos meses antes comienzan a anunciar la proximidad de la doble cita por las calles del pueblo. El entrenamiento nocturno recupera el sonido de los cencerros, al tiempo que les comienza a preparar para las temperaturas que en este día de Reyes arrancaban con 5 grados cuando salía a la calle para dar los primeros brincos. Asegura Saúl que es una forma de correr "diferente", brincando, pero que "se nos inculca desde que prácticamente nacemos".

Ante los temores, la climatología no solo respetó, sino que sorprendió y bajo un sol de bandera, el Zangarrón coronaba lo alto de la loma en la que se ubica la ermita de Nuestra Señora del Castillo. Merecido descanso tras completar un exigente y autoimpuesto recorrido que no ha perdonado ni una vía del callejero. Finalizadas las últimas carreras y persecuciones tras cumplir con los aguinaldos, bendiciones y reverencias, el agotamiento es extremo: el Zangarrón debe aguantar vestido un mínimo de ocho horas, en su mayor parte de pie a excepción de la breve pausa que se le permite durante la Misa. "Todavía continúo con el traje puesto", asegura ya en plena hora del almuerzo.

Con todo, la satisfacción es palpable entre uno de los "hijos" de este municipio de la Tierra del Pan que continúa tristemente sucumbiendo al fenómeno de la despoblación. Una deriva que contrasta con el orgullo y la férrea preservación de sus tradiciones más ancestrales.

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