Pueblos de Sanabria y La Carballeda defienden la supervivencia de los bares

Cuatro establecimientos se benefician de las ayudas públicas para el mantenimiento de centros de ocio en entornos rurales

Justel, Otero de Bodas, Trefacio y Villanueva de Valrojo reciben apoyo

"El cierre de un bar supone la muerte de un pueblo", se oye en más de uno de ellos

Clientas en el bar de Otero de Bodas

Clientas en el bar de Otero de Bodas / Araceli Saavedra

Cuatro establecimientos públicos de uso social de la comarca de Sanabria y Carballeda son los únicos que se han podido beneficiar de las ayudas económicas para el mantenimiento de bares y centros de ocio.

Estas ayudas fueron convocadas por primera vez en este ejercicio desde Consejería de Presidencia de la Junta de Castilla y León de 3.000 euros para municipios o Entidades locales menores de 200 habitantes.

Los municipios beneficiados y, por ende, sus vecindarios son Justel, Otero de Bodas y Trefacio, además de la entidad Local Menor de Villanueva de Valrojo (municipio de Ferreras de Arriba) donde solo hay un bar o centro de ocio que incluso llegan a ser, más que bares, hasta aulas.

Ovidio Anta de Barrio, de Val de Santa María, regenta desde mayo de este año el bar Olimpia de Otero de Bodas que reabría en la última semana de junio. Espera poder acogerse a las ayudas del próximo año porque las de este le corresponden al anterior arrendatario. "Unos 100 euros es lo que puedo justificar, como mucho" de este corto periodo.

Mucho más que bares de pueblo

Mucho más que bares de pueblo

Cafetería, platos combinados raciones y alguna paella son las especialidades del establecimiento. De cara al invierno "cada vez quedamos menos" y reconoce que se puede sostener "gracias a la carretera", fines de semana y puentes. Pese a todo "la gente del pueblo responde". La partida reúne a un grupo de vecinos casi a diario y tampoco falta un pequeño grupo de mujeres, que este día se retrasa porque han ido a Camarzana. Noviembre es un mes en el que se van muchos vecinos.

En 1970 abría sus puertas el bar de Villanueva de Valrojo y era Catalina Vega quien regentaba el local hasta que se jubiló. Fue su hijo Luis Miguel Lorenzo Vega quien tomó las riendas del negocio. La ayuda concedida, todavía no cobrada, hay que justificarla con las facturas de los servicios de luz, calefacción, etc. Desde la pandemia "se machacaron las partidas en el bar, dos y tres mesas a diario". Aguantan las del fin de semana. "No sé si es que la gente cogió miedo".

Mucho más que bares de pueblo

Mucho más que bares de pueblo

"Otra Cosa" es el nombre con que Luis Miguel rebautizó el bar de su madre. Con mucha actividad cuando hay turismo de verano y en la Sierra de la Culebra. En un día de noviembre recala una pareja de Colombia y de Alicante, preguntando si se puede ver la fauna. Tapas, raciones, "lo que puede ofrecer un bar con cocina" como así está autorizado. Lo peor es "la burocracia", los papeles. Todavía recuerda que las ayudas de la pandemia "me tocó devolverlas y pagar los ERTE de las camareras".

"Debían dejar más libertad a los negocios, respetando a la gente". La cesta navideña más famosa de la comarca, seguro, y tal vez de la provincia es la de este establecimiento. De la moto al botijo, el abanico de productos es amplio y el tiempo en que se agotan las rifas es inmediato. Este bar no solo es lugar de paso para los villandurgos, es también para unos cuantos pueblos. Tiene mucho ajetreo. Esa tarde también recala la pareja de la Guardia Civil.

Andrea Alonso Rodríguez tomó las riendas del bar de su suegra, en Trefacio, hace cuatro años y está muy agradecida "a todas las personas que vienen a nuestro bar a pasar un buen rato y tener un buen ambiente". La gente del pueblo "responde" dice con mucho agradecimiento esta pequeña empresaria. Desde San Ciprián, Cerdillo y Murias, los pueblos cercanos, también frecuentan el establecimiento. Es además el estanco. Hasta hace pocos años también tenía tienda pero la cerraron. En invierno no hay partida pero en verano sí se juntan unos cuantos, incluso las mujeres juegan sus cartas "cuando coinciden las cuatro". Las cuentas en estos pequeños bares están claras, "afrontamos el invierno con lo que ganamos en verano. No podemos hacer la declaración de trimestre en trimestre, sino que estos establecimientos tenemos que contar desde el 1 de enero al 31 de diciembre".

Bar de Otero de Bodas

Bar de Otero de Bodas / Araceli Saavedra

En San Ciprián de Sanabria, en el municipio vecino de San Justo, "había dos bares y uno se cerró antes de la pandemia y otro después". Ahora pasan por el bar de Trefacio "estoy muy contenta y porque pasan por aquí". De manera más reciente hay clientes que "vienen a celebrar los cumpleaños aquí" un aliciente más para el negocio de Andrea.

El bar de Justel, el club gastronómico "Velilla", es más que un club. Es atendido por todos sus vecinos. El primero que llega abre el bar. Todos los vecinos tienen "llave" para entrar, se sirven y pagan, comenta Atilano Sastre Domínguez que en ese momento pasa por la plaza para ir a comer y abre para mostrar el establecimiento.

Más que un club, biblioteca, recreativo con futbolín, museo de las camisetas del Justel y el lugar donde los voluntarios de Cruz Roja imparten sus charlas, pro ejemplo. El momento más concurrido es a partir de las tres y media de la tarde, a la hora del café. Ramón Degando explica que el Ayuntamiento levantó este edificio en una finca que triangula con el Ayuntamiento y la Iglesia.

Mucho más que bares de pueblo

Mucho más que bares de pueblo

Cuando él era un niño había 4 bares, una tienda de ultramarinos y 1 tienda de ropa. Se hacía baile los domingos y acudían vecinos de los pueblos de la zona como Peque, Villalverde. Con un tambor y poco más, ya estaba armado el baile.

Ahora son pocos vecinos "pero en verano hay mucha gente y mucha juventud". Son esos jóvenes los que se encargan de mantener abierto el local, relevando a los veteranos. Se organizan reuniones vecinales alrededor de la mesa. En tiempos se preparan comidas, había quien guisaba carne y otros platos, pero ahora "contratamos una paella para todo el pueblo en fechas festivas". Los vecinos desconocían el oficio de la hostelería pero "hemos ido aprendiendo unos de otros", aclara Ramón, a los mandos de la cafetera. Aunque es un club gastronómico muy especial en su funcionamiento, los proveedores de la zona llevan el pedido hasta el establecimiento. Aurelio Lanseros Lobato llega a tomar su café y el tema son las setas, "ya no hay".

Mucho más que bares de pueblo

Mucho más que bares de pueblo

Como él, la mayoría de los clientes y "jefes" están jubilados, unos viven permanentemente, otros pasan largas temporadas, otros vienen los fines de semana. Es cierto que los fines de semana, el que puede por el trabajo, pasa esos días en el pueblo.

Las mujeres del pueblo han adquirido la costumbre de terminar el rosario e ir al club a tomar el café y jugar a las cartas, explican los camareros ocasionales. Uno de los "clientes" dice una frase importante "si no fuera porque venimos a tomar el café al bar y nos juntamos, ni nos veíamos en el pueblo". Aparece el alcalde, un vecino de Quintanilla y un matrimonio, va aumentando la concurrencia. Las mujeres están esperando en el portal de la iglesia y cuando terminen irán a jugar a las cartas hasta la hora de preparar la cena.

Convivir, reunirse, socializar que es de lo que se trata con el sostenimiento de los pequeños bares de los pueblos que afrontan la cuesta del invierno. El cierre de un bar supone la muerte de un pueblo, se oye en más de uno de ellos. De los más de 100 pueblos de la comarca de Sanabria y Carballeda con menos de 100 habitantes solo 4 se han podido acoger a las ayudas, demostrando el desconocimiento de la dinámica social de estos pequeños bares que son más que un "club".

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